Nuestra deuda con las aguas subterráneas
La Revolución Verde de la India, que en la década de 1960 puso fin a siglos de hambrunas y contribuyó de forma decisiva a sacar al país de la pobreza, le debe mucho a la abundancia de agua que se encuentra bajo su superficie.
A día de hoy, la India es uno de los mayores usuarios de aguas subterráneas de todo el mundo: este valioso recurso satisface la demanda de cerca del 60 % de la superficie regada del país. Sin él, la India y muchos países del mundo tendrían dificultades para alimentar a su población. En América del Norte y Asia meridional, por ejemplo, el 59 % y el 57 % de la superficie provista para riego depende de las aguas subterráneas.
Estos logros han tenido un precio. A fin de proporcionar alimentos a su población en rápido crecimiento a un costo asequible, los gobiernos locales de la India ofrecían electricidad barata —y, en algunos casos, gratuita— a los agricultores para que pudieran utilizar sus bombas de agua. Esto provocó un descenso de las existencias de aguas subterráneas, que alcanzaron niveles peligrosamente bajos en algunas zonas del país, y obligó a las autoridades a revocar esas políticas.
El vecino Pakistán, el cuarto país del mundo que más aguas subterráneas utiliza, ha vivido una situación similar: las décadas de sobreexplotación han llevado al país al borde de una grave crisis de las aguas subterráneas, pese a que la cuenca del río Indo almacena un volumen de agua dulce que multiplica por más de 80 el volumen de las tres presas más grandes del país.
En un período de 60 años, este país dependiente del agua superficial con excedentes de aguas subterráneas se ha convertido en un país dependiente de las aguas subterráneas que ejerce una sobreexplotación importante de este recurso.
Una preocupación mundial
La creciente escasez de este oro líquido afecta a todo el planeta: existen indicios convincentes que sugieren que numerosos acuíferos están siendo explotados a un ritmo insostenible en todo el mundo. Es más, el uso indiscriminado de fertilizantes y plaguicidas es la principal causa antrópica de la contaminación de las reservas subterráneas.
Aproximadamente el 70 % de las extracciones de aguas subterráneas se destinan a los cultivos de alimentos e industriales y a la cría de ganado, mientras que alrededor del 30 % del agua utilizada para riego en el mundo tiene origen subterráneo, lo que explica el importante papel que debe desempeñar el sector agrícola en este asunto.