Hace unos años, en el comedor escolar de Vanesa Cárcamo solo se vendían bebidas muy azucaradas, sándwiches rebosantes de grasas saturadas y refrigerios con un alto contenido en sal y escasos nutrientes. Vanesa, como todos los alumnos del Complejo Educativo Cantón San Isidro de Izalco (El Salvador), no veía el problema: al fin y al cabo, la comida estaba buena. Sin embargo, no se percataban de lo perjudicial que era para su salud y su futuro.
“Antes no llevábamos una dieta sana, centrada en la nutrición”, recuerda Vanesa, de 17 años. “No entendíamos el efecto de la alimentación en nuestro cuerpo y no sabíamos que la comida basura era mala para nosotros y nuestra salud”.
Ahora es una historia diferente. El comedor escolar sirve a todos los alumnos, de 4 a 18 años, comidas sanas y nutritivas elaboradas con productos locales, como hortalizas y frutas. Algunos de los ingredientes proceden incluso del huerto escolar, que los alumnos cuidan y cosechan. El mayor cambio de todos es que los alumnos son conscientes de la diferencia entre los alimentos sanos y los que no lo son y se esfuerzan por mantener una dieta nutritiva. ¿Qué ha provocado este cambio?
Educación sobre nutrición
En 2014 las cosas empezaron a cambiar para Vanesa y los otros 1 500 alumnos del Complejo Educativo Cantón San Isidro, cuando empezaron a recibir el apoyo de la FAO y de la Cooperación FAO-Brasil. Esta asociación, en el marco de la Cooperación Sur-Sur y Triangular, desarrolló la metodología de la iniciativa de las Escuelas Sostenibles en América del Sur y el Caribe.
Tras señalar que en El Salvador el 38 % de los alumnos de primer grado tienen sobrepeso u obesidad, Diego Recalde, Representante de la FAO en el país, explica la importancia de las escuelas sostenibles: “En El Salvador hemos estado trabajando junto a la Cooperación FAO-Brasil y el Ministerio de Educación para fortalecer los programas de alimentación escolar mediante la capacitación de profesores y estudiantes y la asistencia técnica para la formulación de políticas (Ley de Alimentación Escolar)”, señala.
La iniciativa pretende fomentar la participación de las comunidades locales, educar a los estudiantes en materia alimentaria y nutricional, ofrecer menús saludables, utilizar los huertos escolares como herramientas educativas y adquirir los ingredientes de los agricultores familiares locales.
El Complejo Educativo Cantón San Isidro seleccionó también a varios estudiantes para que se convirtieran en embajadores de los hábitos alimentarios saludables, como parte de la iniciativa “Jóvenes facilitadores de la nutrición y la seguridad alimentaria”, para que ayudaran a difundir el mensaje entre sus compañeros. Además, el huerto escolar se convirtió en un aula viva para el aprendizaje práctico, captando la atención de alumnos, padres y profesores.
Vanesa confirma: “Es muy importante contar con estos temas de alimentación y nutrición escolares en el plan de estudios. Tenemos claro lo que debemos y no debemos comer a diario y esto es un conocimiento para toda la vida”, dice. “Si no se hubiera puesto en marcha este proyecto, nunca habría empezado a comer de forma saludable”.