Cuando acabó sus estudios de veterinaria hace 10 años, el Dr. Manoj Kumar Shahi hizo un juramento: “utilizar mis conocimientos especializados en beneficio de los agricultores y la sociedad”. No fue difícil mantener su promesa hasta que fue nombrado oficial veterinario en Darchula, un distrito 950 kilómetros al norte de Katmandú, la capital de Nepal. Ubicado en la fría región del Himalaya a una altitud que va de los 1 200 metros a los 5 000 metros sobre el nivel del mar, el distrito de Darchula es uno de los asentamientos humanos a mayor altitud del país.
Si bien el distrito posee tierras verdes que hacen que sea un lugar ideal para el pastoreo del ganado, el acceso sigue siendo difícil debido a las malas condiciones de las carreteras.
“Solo se puede llegar a la aldea del distrito a través de una ruta a pie de dos días. No se puede acceder con vehículo ni con transporte público. Para llegar al servicio de sanidad animal más cercano se debe hacer una exigente caminata”, describió. “Pero estaba firmemente decidido a cuidar de los animales, sin importar la distancia”.
Una amenaza que afecta a mucho más que el ganado
En 2013, los agricultores de Darchula empezaron a preocuparse a raíz de la muerte súbita de algunas cabras. Por aquel entonces, el Dr. Manoj se encargaba del diagnóstico, el tratamiento y el seguimiento de los brotes de enfermedades, así como de notificar a la autoridad veterinaria regional cuando fuera necesario. Actuó de inmediato obteniendo muestras de tejidos de las cabras y enviándolas al laboratorio veterinario regional de Dhangadhi. El diagnóstico fue peste de los pequeños rumiantes (PPR). La PPR, también conocida como peste ovina y peste caprina, es una enfermedad animal altamente contagiosa que afecta a los pequeños rumiantes domésticos y silvestres y que tiene una tasa de mortalidad que llega al 80 %.
“En ese momento, me sentí extremadamente culpable y decepcionado porque no podía hacer gran cosa para controlar los brotes. Las repercusiones fueron enormes: más de 500 cabras murieron y los agricultores se sintieron abatidos, ya que dependían de la ganadería caprina para su subsistencia”.
Nepal notificó su primer brote de PPR en 1994 y, desde entonces, se ha comunicado de forma periódica. Se está llevando a cabo un programa de vacunación dirigido por el Gobierno en el país. Sin embargo, la PPR sigue planteando una amenaza para 18,76 millones de personas pobres que crían ganado para obtener alimentos e ingresos regulares.
“Eso marcó un antes y un después para mí”, reflexionó. “A raíz de esa experiencia, me di cuenta de que los veterinarios deberían tener la capacidad de prevenir y controlar las enfermedades de los animales y no solo de responder a los brotes. Somos los encargados de proteger los ingresos de estos agricultores, sus medios de vida”.