La Sra. Rose Ongalibang muestra con orgullo el polvo morado rosáceo de una pequeña bolsa. “Es harina de colocasia”, explica esta simpática jubilada en su casa de Babeldaob, la isla mayor de Palau.
Con sus características hojas en forma de corazón, la colocasia se ha cultivado tradicionalmente por las mujeres de Palau en parcelas situadas en torno a las costas de este diminuto país del Pacífico. Los cultivos de raíces proporcionan una fuente de almidón y han sido históricamente símbolo de riqueza y objeto de intercambio ceremonial. Constituyen asimismo un ingrediente clave en los planes de Palau para hacer que su sector turístico sea más sostenible, más respetuoso con el medio ambiente y más equitativo para mujeres y hombres.
La comunidad de comida lenta (slow food), que Rose y un grupo de vecinas pusieron en marcha el año pasado, constituye un ejemplo de cómo se está poniendo en marcha el Programa de cadenas de valor de turismo sostenible de Palau con el apoyo de la FAO. Para los miembros de la comunidad, se trata de una oportunidad de volver a centrarse en las tradiciones de cultivo de colocasia y, al mismo tiempo, buscar también usos nuevos e innovadores para el producto.
Tradicionalmente, los palauanos han consumido la colocasia simplemente hervida y acompañada del pescado capturado en el océano que los rodea. Sin embargo, Rosa explica que, en un taller reciente, elaboraron pasta, fideos, salsa para pastas, galletas, pan y bizcochos, utilizando harina de colocasia, y también aprendieron cómo envasar mejor los productos. “Esto tiene un potencial enorme”, señala. Entretanto, Rose y sus compañeras del grupo trabajan también en recuperar el turismo de una antigua aldea y sus campos de colocasia, que se habían abandonado.
El turismo es el motor más importante de la economía de Palau, aunque las llegadas de turistas se vieron reducidas por la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19). El país micronesio está determinado a reconstruir mejor con este proyecto polifacético. Entre los elementos que apoya la FAO figuran una evaluación de la cadena de valor del turismo que se centra en la participación de las mujeres, una base de datos de alimentos y prácticas de elaboración heredadas, un inventario de la diversidad agroecológica y cultural local y talleres de capacitación para productores dirigidos a mejorar la nutrición.
Este programa de cadenas de valor del turismo sostenible está apoyado por la Alianza para las Montañas de la FAO, así como el subprograma relativo al empoderamiento de las mujeres en los sistemas alimentarios y el fortalecimiento de las capacidades y la resiliencia locales de los PEID en el sector agroalimentario, que está financiado por varios asociados que aportan recursos en el marco del Mecanismo flexible multiasociados de la FAO.
Con Sustainable Travel International y Slow Food International como los otros asociados en la ejecución, una parte fundamental del programa consiste en una calculadora de carbono, que contribuye al objetivo de Palau de convertirse en el primer destino turístico del mundo que logra la neutralidad con respecto a las emisiones de carbono. La calculadora ayudará a que los visitantes calculen la huella de carbono de su viaje y realicen una contribución económica con miras a compensarla locamente mediante emplazamientos seleccionados de almacenamiento de carbono y el apoyo a la producción sostenible de alimentos.
“Disponemos ya de una red de zonas protegidas, particularmente la Bahía de Ngermeduu, que es un gran estuario cubierto de manglares”, señala el Sr. Lukes Isechal, Director interino de la Oficina de Recursos Marinos. “Creo que potencialmente es el emplazamiento de almacenamiento de carbono más adecuado”.