En el estado mexicano de Colima recientemente se dio la pésima noticia de un brote de mosca de las frutas. Esta voraz plaga fue erradicada de México en la década de 1980 gracias a la ayuda de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), pero los insectos no conocen fronteras. Y, por desgracia, con el cambio climático, el aumento del comercio y los viajes mundiales, que favorecen la propagación de plagas, este insecto ha vuelto a introducirse en este importante estado hortícola, amenazando con causar estragos en el sector y en los medios de vida de los agricultores.
Afortunadamente, México, la FAO y el OIEA se habían preparado para este escenario.
Basándose en sus años de asistencia anterior a México, el Centro Conjunto FAO/OIEA de Técnicas Nucleares en la Alimentación y la Agricultura respondió a una solicitud del gobierno mexicano y ha ayudado a las autoridades nacionales de protección fitosanitaria a elaborar y ejecutar un plan de acción de emergencia que utiliza la técnica del insecto estéril para contener y erradicar esta peligrosa plaga.
Esta técnica nuclear esteriliza a las moscas macho mediante la irradiación con rayos gamma, de manera que, aunque puedan continuar sexualmente activos, no tengan descendencia. Los machos se crían en masa, se esterilizan y se sueltan en la naturaleza para que se apareen con las hembras, provocando una disminución de la población en pocos meses. Es, además, uno de los métodos de control de plagas de insectos más respetuosos con el medio ambiente.
“En el pasado, la mosca de las frutas era una gran amenaza para la industria hortícola de México, y elaboramos programas a gran escala para detener y contener su propagación a lo largo de nuestra frontera sur”, dijo Maritza Juárez Durán, Directora del Programa Nacional de Moscas de la Fruta del Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) de México.
“La detección de esta plaga en Colima en abril del año pasado, a 1 300 kilómetros de las poblaciones silvestres más cercanas, en el estado de Chiapas, en la zona fronteriza entre México y Guatemala, fue alarmante y valoramos positivamente el apoyo del OIEA y de la FAO para ayudarnos a controlarla”.