¿Cómo denominar o clasificar una sustancia viscosa que puede salvar vidas? ¿Es un alimento? ¿Acaso un medicamento? El producto puede adoptar la forma de una pasta densa, rica en energía y nutrientes, o de una barra más sólida. Está destinado a niños de entre 6 y 59 meses de edad que sufren malnutrición aguda grave. Basta con que un profesional de salud de la comunidad administre una caja de estos productos vitales —junto con la atención médica apropiada— para devolverle la salud a un niño malnutrido en apenas 4-6 semanas. El propio nombre “alimento terapéutico listo para el consumo” (ATLC) da una pista de la dificultad de clasificarlo.
“¿Por qué molestarse en clasificarlo?”, se preguntarán. Pues bien, se trata de un paso necesario para garantizar que el producto fabricado es inocuo y contiene los nutrientes vitales. Además, no puede utilizarse lo que no está definido.
Por ese motivo, que la Comisión del Codex Alimentarius haya aprobado una nueva directriz sobre los ATLC, a raíz de una solicitud del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), constituye un avance importante. Si bien a primera vista pudiera parecer técnica o poco clara, la decisión del Codex Alimentarius, el programa conjunto de normas de la FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS), es un primer paso fundamental para despejar el camino a los gobiernos nacionales para que integren los ATLC en sus sistemas de salud.