Los días de Hos Salop empezaban siempre muy temprano. Preparaba el desayuno para su marido y su nieto de tres años antes de trabajar en la explotación familiar en la aldea de Pongro, en el noroeste de Camboya. Recogía hortalizas, daba de comer a las gallinas y a un cerdo, limpiaba la casa y dejaba a su nieto en la escuela, todo ello antes de dirigirse a su trabajo diurno a tiempo completo como funcionaria pública y miembro del consejo de la comuna de Ta Phou. Pese a que este trabajo genera unos ingresos adicionales muy necesarios para su familia, su marido Day Deat, un pequeño agricultor, solía estar en contra de que ella lo ejerciera.
En las zonas rurales de Camboya, por tradición, resulta inapropiado que las mujeres trabajen fuera del hogar. Estas normas sociales profundamente arraigadas dan lugar a la discriminación y la marginación de las mujeres rurales, limitando su acceso a la educación, los recursos, las oportunidades de empleo y la participación en los procesos de adopción de decisiones.
Trabajando en el consejo, Salop descubrió que podía mostrarse segura y asertiva, pero se sentía incapaz de hacerlo en casa. Ante la reprobación de su marido, prefería permanecer en silencio.
Aparte de las tensiones domésticas generadas por el empleo de ella fuera del hogar, Salop y Deat estaban acumulando enormes pérdidas en su explotación a causa de las inundaciones repentinas que devastaban sus cultivos una y otra vez. En 2021, por ejemplo, gastaron aproximadamente 2 500 USD en cultivar yuca, pero no obtuvieron ningún rendimiento. Esta grave situación obligó a la pareja a reconsiderar sus opciones de subsistencia y buscar soluciones alternativas.