Recogido en los campos y servido en la mesa
Después de asistir a un taller en el centro de la Asociación de Mujeres de Deir al-Ahmar, Norma Kozah Rahmen y sus hijas, que la ayudan cuando se lo permiten sus obligaciones en la escuela técnica, cultivan freekeh por primera vez en su propio huerto.
“Ahora soy consciente de su valor económico y nutritivo… Este año yo misma cultivo el trigo en mi parcela y produzco freekeh para mi familia; además, vendo lo que sobra, porque ahora hay una gran demanda”, dice Norma.
La Asociación es uno de los 255 grupos de mujeres que se benefician de un proyecto de la FAO financiado por el Gobierno del Canadá en apoyo de las cooperativas, las asociaciones y los grupos informales de mujeres en el sector agroalimentario del Líbano. Las integrantes de la Asociación están inscritas en escuelas de negocios para cooperativas de la FAO y reciben capacitación relacionada con los negocios, la comercialización, la comunicación, la igualdad entre los géneros y otras cuestiones.
Gracias al proyecto, muchas mujeres rurales de Deir al-Ahmar se están convirtiendo en empresarias y en integrantes activas de la Asociación. El proyecto también ha puesto a su disposición un moderno invernadero cerca de la sede de la Asociación, donde las mujeres pueden secar el freekeh, así como frutas y hortalizas.
“Antes de construirlo [el invernadero], teníamos que alquilar un local o un garaje para secar y prender fuego al freekeh, pero, con la ayuda de la FAO, todo el proceso se ha simplificado mucho”, dice Mona Imad, integrante de la Asociación.
Gracias a la producción de freekeh, de la granja a la mesa, las mujeres rurales del Líbano, quienes se veían limitadas en muchos casos al trabajo no remunerado en casa, ahora no solo cultivan su propio trigo, sino que además lo elaboran, lo cuecen y lo venden en las instalaciones de la sede de la Asociación. Esta confía en aumentar el volumen de producción de freekeh, mejorando a la vez su calidad, su inocuidad y su comerciabilidad.
“Con este trabajo, pago los estudios de mi hija y nuestros medicamentos. Animo a todas las mujeres a que cultiven el trigo en sus campos”, dice Kozah Rahmen, que también ha aprendido a preparar y vender mermeladas, encurtidos, trigo bulgur y kichik, un producto lácteo tradicional, para dar de comer a su familia a lo largo de todo el año.
“De esta forma podemos hacer frente a la crisis económica y a las difíciles condiciones meteorológicas del invierno, cuando las carreteras quedan cortadas por la nieve. Con nuestro trabajo cotidiano, estamos mejorando nuestra situación económica y logrando seguridad alimentaria”, subraya.
Aunque las mujeres libanesas representan el 43 % de la fuerza de trabajo agrícola, en el país se concede aún escaso reconocimiento a su importante papel en la agricultura.
La FAO está aumentando la concienciación acerca de la igualdad entre los géneros, al tiempo que fomenta la capacidad en las comunidades rurales y organizaciones de agricultores.
Financiado por el Gobierno del Canadá, el proyecto Support to Women’s cooperatives and associations in the agrifood sector of Lebanon (Apoyo a las cooperativas y asociaciones de mujeres en el sector agroalimentario del Líbano) tiene por objeto empoderar a las mujeres rurales libanesas y mejorar sus medios de vida a través de la creación de capacidad, las subvenciones y la remuneración en efectivo por trabajo.
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