En febrero, cuando las calles de Sachkhere (Georgia) están cubiertas de nieve y en el exterior las temperaturas alcanzan los ‑2 ºC, Shorena Jambazishvili, de 39 años, toma sus guantes de plástico, jeringuillas nuevas, algunos medicamentos y un teléfono inteligente y se dirige a la granja.
Es temprano por la mañana, y es hora de la primera ronda de vacunas. Shorena, como técnica veterinaria, trabaja junto a la veterinaria para vacunar a todas las vacas del municipio y luego digitalizar la información.
En este equipo de dos personas, es responsable de ingresar todos los datos en el Sistema nacional de identificación y rastreabilidad de los animales en línea de Georgia, que ha revolucionado el esquema de rastreabilidad de los animales del país en los últimos cinco años. El Sistema nacional, implementado por el Gobierno de Georgia con asistencia técnica de la FAO, registra los datos de todo el ganado que exige la ley, junto con datos de los criadores y los establecimientos de cría.
El rastreo de animales y productos de origen animal de manera rápida y oportuna a través de este sistema de identificación y rastreabilidad es una parte integrante de la cadena de inocuidad alimentaria. Dado que registra y verifica el origen y la salud de los animales en todos los pasos de la cadena de valor, el sistema garantiza el suministro de alimentos inocuos de la granja a la mesa.
Ahora pueden buscarse fácilmente en línea datos sobre el nacimiento, el origen, el estado de vacunación, el estado de salud e incluso el color de los animales. La información ayuda a los compradores a tomar decisiones informadas y saludables al elegir la carne y otros productos de origen animal. Por ejemplo, los clientes pueden encontrar en los productos códigos QR con enlaces al Sistema nacional, donde pueden consultar el origen, la edad y otra información básica relacionada con el producto que van a comprar.
Actualmente, el Sistema nacional de identificación y rastreabilidad de los animalescuenta con información sobre más de un millón de bovinos, gracias en gran parte a las veterinarias y técnicas que son los pilares del proyecto y trabajan sobre el terreno para recopilar y registrar los datos.
“Durante temporada de vacunación, no se puede saltar el día y la dosis, así que vamos a las granjas todos los días temprano por las mañanas y a última hora de la tarde”, dice Shorena.
Con una jeringuilla en una mano y un teléfono en la otra, camina entre la cola de unos cientos de vacas; algunas de ellas mugen para saludarla, mientras otras se frotan torpemente la frente contra la cerca de madera para rascar sus gigantescas cabezas.
Elige una vaca lista para la vacuna y sonríe diciendo: “Pero a mis familiares les resulta difícil que esté fuera de casa tan a menudo... porque no están acostumbrados”.