Amanece en el pueblo de Durmon, una tranquila aldea de la región de Bujará, en el sur de Uzbekistán. No se oye el bullicio de una gran ciudad. Únicamente se percibe el canto de los pájaros y el murmullo de la apacible naturaleza.
En este escenario transcurre el día a día de Gulhayo Khaydarova, una mujer de 35 años natural de Durmon. Su trabajo comienza incluso antes de que salga el sol, tal y como hacían sus abuelas y bisabuelas antes que ella.
Barrer el patio, ordeñar la vaca y dar de comer a las gallinas: esta es la lista de tareas de Gulhayo por la mañana. Después prepara el desayuno y envía a sus hijos, dos varones, a la escuela.
Cuando los niños se van, es hora de ocuparse de su otro trabajo. Aunque nunca lo hubiera imaginado, Gulhayo se dedica a la apicultura desde hace muchos años; la miel natural que produce es famosa en todo el pueblo.
En la familia Khaydarov, las tradiciones y los secretos de la apicultura se transmiten de generación en generación. Su suegro, Ravshan, conoce todos los entresijos de este negocio.
Antes, Gulhayo solía observar desde una distancia segura mientras su suegro y su marido trabajaban. Tenía demasiado miedo incluso para acercarse a las abejas. Hasta que un día surgió el interés. Sonríe al recordar lo nerviosa que se puso la primera vez que se enfundó el traje protector y abrió ella misma la caja de abejas.
Hoy Gulhayo es una apicultora con experiencia. Primero limpia las colmenas y luego las inspecciona para detectar cualquier síntoma de enfermedad o infestación por plaga. En este campo, es importante revisar las colmenas con regularidad porque la detección precoz aumenta las posibilidades de mantener sanas a las abejas.
Cuando examina las colonias de abejas, es capaz de ver a simple vista la presencia de una reina en la colmena, así como su estado. Puede saber si la reina trasplantada ha sido aceptada por las abejas o si la colonia corre el riesgo de enfermar. Sabe si hay suficiente comida en el marco y si las abejas están sanas. Gulhayo lleva 14 años siguiendo esta rutina diaria.
Cierto día, se presentaron en casa de Gulhayo empleados de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) acompañados de representantes del Gobierno. Tras una encuesta socioeconómica realizada por el equipo del proyecto, la familia Khaydarov fue seleccionada para participar en un proyecto de la FAO conocido como “proyecto CADI” (Central Asian Desert Initiative).