Personas de todo el mundo se han acostumbrado a utilizar el comercio electrónico por su comodidad, sobre todo durante la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID‑19). Sin embargo, muchas de ellas tal vez no sepan que las plantas y artículos reglamentados, como los productos agrícolas, que se compran o venden por Internet pueden ser portadores de plagas y enfermedades que pueden perjudicar la flora de un país.
En 2021, Emily* recibió inesperadamente un paquete en su localidad natal de Christchurch (Nueva Zelandia). Su hija de 12 años había comprado huevos de insecto por Internet sin que ella lo supiera.
“A mi hija siempre le han gustado los insectos. Ha pasado por distintas etapas de afición por las criaturas marinas, las hormigas y diversos insectos”, señaló Emily.
“Pero no esperaba recibir paquetes durante el confinamiento, así que me preocupé. Mi hija, que sueña con llegar a ser entomóloga, me dijo que había comprado huevos de insecto por Internet procedentes de Portugal. Quería incubarlos y tenerlos de mascota”, añadió.
Cautelosos respecto de los potenciales riesgos de los huevos, Emily y su marido llamaron a un amigo que les aconsejó ponerse en contacto con el Ministerio de Industrias Primarias de Nueva Zelandia.
“Cuando recibimos una notificación, tenemos la obligación de ponernos en contacto [con el autor de esta] en el plazo de 30 minutos. Hablamos con la madre y le dijimos que debíamos retirar los huevos para mitigar cualquier riesgo”, dijo Carolyn Bleach, Directora del Equipo de sanidad vegetal para la vigilancia de la bioseguridad e investigación de incursiones del Ministerio de Industrias Primarias.
El equipo del Ministerio de Industrias Primarias indicó a Emily que abriese el paquete con cuidado, tomase fotografías y lo metiese en el frigorífico por la noche, y que luego lo dejase en su buzón a la mañana siguiente. El Ministerio de Industrias Primarias organizó una recogida sin contacto por parte de un investigador de incursiones para transportar los huevos desde casa de Emily al laboratorio fitosanitario y medioambiental del Ministerio con el fin de identificarlos y comprobar si suponían algún riesgo.
Después de realizar pruebas de diagnóstico, el Ministerio de Industrias Primarias averiguó que se trataba de 14 huevos viables de insecto palo de la India. Aunque ciertas especies de insecto palo son relativamente comunes en Nueva Zelandia, el Carausius morosus, que era el insecto encontrado en el paquete de Emily, no tiene presencia en el país y no está permitido importarlo, ya que puede dañar la biodiversidad local.
“Si se estableciera aquí, podría afectar a nuestra flora local y desplazar fauna endémica, pero también podría repercutir en nuestras industrias primarias”, señaló Bleach.
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Nueva Zelandia es uno de los principales productores y exportadores de productos frescos, como el kiwi, la manzana y el aguacate, con un valor de exportación total de productos agrícolas y ganaderos de 4 500 millones de USD en 2021.