La otra vida de los plásticos agrícolas
Pero, ¿dónde va a parar todo este plástico una vez que ha cumplido su función? Los datos existentes sugieren que tan solo una pequeña parte de los plásticos agrícolas se recoge y recicla; mientras que la mayor parte se entierra o se deposita en vertederos, con los consiguientes efectos negativos en los ecosistemas, la biodiversidad y la salud humana.
Resulta alarmante que muchos plásticos no se desechen en absoluto. Un buen ejemplo son las películas plásticas que los agricultores suelen utilizar para cubrir el suelo y ayudar a regular la temperatura, conservar la humedad e impedir el crecimiento de malas hierbas. Estas películas pueden ser difíciles de retirar tras la recolección, y a menudo dejan residuos de plástico en el suelo que provocan erosión, reducen la infiltración de agua y reducen la actividad microbiana.
Los plásticos abandonados tienden a degradarse en partículas más pequeñas, conocidas como microplásticos. Los microplásticos pueden acumularse en el suelo y perjudicar a organismos beneficiosos —como las lombrices de tierra y los hongos micorrícicos—, esenciales para la salud del suelo y el crecimiento de las plantas. También pueden pasar a las cadenas alimentarias y acumularse en ellas, amenazando la inocuidad de los alimentos, la seguridad alimentaria y potencialmente la salud humana.
“Necesitamos controlar mejor las cantidades de productos de plástico que se utilizan y que se filtran al medio ambiente y promover modelos más responsables en la agricultura, como la bioeconomía sostenible y circular”, afirma el Sr. Lev Neretin, líder del programa de Bioeconomía para la alimentación y la agricultura sostenibles de la FAO.
Potencial de la bioeconomía
La bioeconomía sostenible y circular —basada en el uso responsable y eficiente de recursos biológicos renovables como plantas, algas, hongos y bacterias— ofrece soluciones prometedoras para mejorar la sostenibilidad de los plásticos utilizados en la agricultura.
En un estado inicial, esto podría ser tan sencillo como eliminar los plásticos en algunos casos, por ejemplo, utilizando cultivos de cobertura y residuos vegetales como la paja en lugar de la película plástica. Pero también podría significar utilizar plásticos biológicos, es decir, fabricados total o parcialmente a partir de recursos biológicos. Los plásticos biológicos pueden ser menos tóxicos y tener una menor huella ambiental y de carbono que sus equivalentes derivados del petróleo. Sin embargo, subsisten algunos problemas relacionados con el costo, la separación de residuos, la biodegradabilidad y la compostabilidad de estos materiales.
Por eso, las opciones biodegradables y compostables —aquellas que pueden ser descompuestas por microorganismos naturales como bacterias y hongos— siguen siendo recomendables para algunos sistemas agrícolas y operaciones pesqueras, en especial cuando los plásticos no pueden evitarse en primer lugar, no pueden sustituirse por materiales reutilizables o más duraderos y no pueden retirarse fácilmente.
En las etapas posteriores, la biorremediación —en la que se utilizan organismos vivos como plantas y bacterias para reducir la contaminación por microplásticos y otros contaminantes— es un ejemplo innovador de la aplicación prometedora de la bioeconomía, que puede ayudarnos a mitigar la contaminación. Varios estudios han confirmado que algunos microorganismos y plantas pueden eliminar micro y nanoplásticos del suelo o del agua.
Lo que hace la FAO
Dado que gran parte de los residuos plásticos pueden atribuirse a los sistemas agroalimentarios, la FAO está diseñando cada vez más soluciones y apoyando a los gobiernos en la gestión sostenible de los plásticos agrícolas. Un buen ejemplo de ello es el proyecto “Financiación de la reducción y gestión de los productos agroquímicos” (GEF FARM), financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial, a través del cual la FAO está ayudando a Kenya y el Uruguay a reforzar sus políticas y marcos normativos para reducir y mejorar la gestión de los productos agroquímicos y de plástico utilizados en la agricultura.
En la pesca, el programa de Asociaciones GloLitter, que la FAO codirige con Noruega y la Organización Marítima Internacional, ayuda a los países en desarrollo, entre ellos a los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países menos adelantados, en su labor de determinación de oportunidades para prevenir y reducir la basura marina. El programa apoya la creación de capacidad; las reformas normativas e institucionales; las medidas de ordenación de los desechos portuarios; la prevención del abandono de artes de pesca; y la ampliación de las asociaciones público-privadas y mejores prácticas.