Desde finales de marzo, en medio de la preocupación por la pandemia de COVID-19, varios países de la zona de la CEI han aplicado nuevas medidas de políticas en un esfuerzo por asegurar un suministro interno suficiente y evitar el aumento de los precios de los alimentos básicos. El 27 de marzo, el Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Economía de la Federación de Rusia acordaron un cupo de exportación de 7 millones de toneladas de trigo, maíz, cebada y centeno para el período comprendido entre el 1 de abril y el 30 de julio. Además, el Ministerio de Agricultura anunció el 2 de abril la venta de 1,5 millones de toneladas de cereales de las reservas del Estado en el mercado interno, a partir del 13 de abril, con lo que aumentará la cantidad con respecto al millón de toneladas anunciado anteriormente. De forma similar, el 27 de marzo el Gobierno de Ucrania anunció la venta de 160 000 toneladas de trigo de molienda en el mercado local y, el 30 de marzo, fijó un volumen máximo de exportación de trigo de 20,2 millones de toneladas en la campaña comercial 2019/20 (julio/junio). En Kazajstán, los contingentes de exportación de grano y harina de trigo se fijaron en 200 000 y 70 000 toneladas, respectivamente, con lo que se levantó la prohibición temporal de exportación de productos alimentarios clave -entre ellos el trigo sarraceno y la harina de trigo-, que se había impuesto el 22 de marzo. Además, el 31 de marzo, los países de la Unión Económica Euroasiática (UEA) introdujeron una prohibición temporal de las exportaciones de determinados alimentos básicos hasta el 30 de junio de 2020. El 31 de marzo, el Gobierno de Belarús emitió un decreto imponiendo una prohibición de exportación de tres meses para varios alimentos básicos, entre ellos el trigo sarraceno, grañones de trigo sarraceno, cebollas y ajo. Análogamente, el Gobierno de Kirguistán impuso una prohibición de seis meses a las exportaciones de una serie de productos, entre ellos el grano de trigo, harina de trigo, arroz, aceites vegetales y azúcar.