FAO en Honduras

Iniciativas de enfoque territorial basado en asistencia técnica oportuna y de calidad.

 

Para Teodoro Hernández, el trabajo en el campo siempre fue su única opción posible para vivir.

Como miles de otros agricultores del departamento de Intibucá, Teodoro proviene de generaciones de productores que, ya sea por tradición cultural o mera costumbre, sembraron siempre lo mismo, de la misma forma y con los mismos resultados.

“Antes me dedicaba a sembrar milpas. Durante muchos años, lo único que yo miraba era sembrar maíz”, afirma Teodoro.

 

Sin embargo, los efectos del cambio climático y las necesidades cambiantes del mercado han obligado a muchos agricultores a aventurarse con cultivos de mayor demanda y mejores precios, a pesar de no tener los conocimientos necesarios para hacer rendir inversiones que, en muchos casos, significan poner en juego el patrimonio familiar.

“En el maíz revolvíamos la semilla de ayote, entonces no producía mucho porque se quedaba chiquita la parrita. No sabíamos cómo controlar las plagas ni cómo cuidar la tierra”, recuerda Clementina Mejía, otra de las productoras del municipio y líder de la asociación de mujeres “Caminando hacia el futuro”.

Los retos de Teodoro y Clementina son solo una muestra de la problemática multidimensional que enfrentan los agricultores familiares en Honduras, que además deben lidiar con la falta de acceso a mercados más amplios, la limitada capacidad de adquirir insumos productivos y la escasa asistencia técnica en cultivos nuevos y tradicionales.

En 2018, la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), empezaron a implementar en la zona, los Sistemas de Extensión e Innovación Productiva, un modelo que permite escalar eficientemente la asistencia técnica provista por el Estado a las mancomunidades, quienes la hacen llegar a los gobiernos municipales y estos, a su vez, a las asociaciones de productores.

Este sistema aprovecha la institucionalidad nacional y municipal existente para lograr un alcance amplio, igualitario e incluyente de la asistencia técnica y los insumos productivos, permitiendo que los productores puedan diversificar sus cultivos, incorporar mejores técnicas de producción y acceder a mayores mercados nacionales e internacionales.

“Desde hace varios años veníamos trabajando con FAO y otras instituciones en el tema de la organización comunitaria, grupos organizados y cajas rurales. Los sistemas de extensión vinieron a aprovechar esa estructura organizativa para enseñarles a los productores a producir para generar ingresos y no solo para subsistir”, asegura Elvin Vásquez, el gerente de la Asociación de Municipios Fronterizos de Intibucá (AMFI).

Esta iniciativa es apoyada por el programa “Mesoamérica sin Hambre AMEXCID-FAO”, un programa de cooperación sur-sur triangular, impulsado por el Gobierno de México, a través de la Agencia Mexicana de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AMEXCID) y FAO.

Experiencias como éstas apuestan a la aplicación de un enfoque territorial basado en una asistencia oportuna y de calidad de parte de los gobiernos locales a través de los Programas Municipales de Agricultura Familiar, la transferencia de capacidades técnicas de parte de FAO y SAG que fortalecen las potencialidades municipales, las inversiones oportunas y la integración de los agricultores familiares en organizaciones con capacidad de ampliar mercados para sus productos.

 

El papel de la organización comunitaria

Las mancomunidades juegan un papel fundamental en la implementación del proyecto, ya que sirven de enlace entre el gobierno, la FAO, las alcaldías y pequeños productores.

El modelo ha impulsado la creación de Unidades de Agricultura Familiar (UAF), oficinas dedicadas exclusivamente a potenciar las capacidades de los agricultores familiares por medio de asistencia directa de los técnicos asignados a cada municipio y que trabajan con las organizaciones de productores ya existentes en cada territorio.

“Es más fácil trabajar con siete organizaciones que con mil productores individuales. Eso nos permite llevar la asistencia técnica a alrededor de 740 productores quienes, en promedio, tienen seis personas por vivienda, lo que nos da un promedio de 4,400 personas beneficiadas directamente.”, afirma Vásquez.

Rodolfo Santos, presidente de AMFI y alcalde del municipio de San Antonio, Intibucá, es un fiel creyente del modelo. En sus más de diez años como funcionario, ha visto ir y venir iniciativas que apuntan a las mismas metas que los Sistemas de Extensión e Innovación Productiva, pero sin un elemento fundamental que marcara diferencia dentro del territorio.

“Otras organizaciones han impulsado modelos similares, antes. Lo que hace realmente diferente y exitosa a esta experiencia es que no solo les da a los productores, también los asiste directamente en la parte técnica y educativa, especialmente en rubros nuevos: a qué altura sembrar la pitahaya, qué tipo de aguacate se da mejor en este clima, asistencia en conocimientos administrativos para saber qué cultivos son más rentables.”, sostiene.

 

Una nueva forma de concebir el campo

El modelo ha representado un lento pero significativo cambio de mentalidad, no solo para los agricultores familiares temerosos a arriesgarse dentro de rubros nuevos, sino para el municipio entero, que empieza a ver cómo nuevos productos inundan sus mercados.

“Los productores estaban acostumbrados a sembrar solo frijol, maíz y sorgo. Ahora tenemos personas que están extrayendo aceite de ajonjolí, sembrando habichuelas, aprovechando las semillas del ayote y haciendo apicultura tecnificada.”, dice Santos.

Por su parte, Vásquez señala que “Esto les ha permitido a las familias variar sus menús, cambiar sus hábitos alimenticios para mejorar su salud. Incluso, ahora que la gente en los mercados conoce los cultivos de calidad de nuestros productores, ya no consumen cualquier tipo de fruta o vegetales.”

Pero potenciar la diversificación y tecnificación de los cultivos es solo el inicio del plan para la mancomunidad. Sus miembros ven en estas nuevas capacidades una oportunidad, no solo para mejorar la economía de las familias productoras, sino para explotar su posición geográfica y suplir mercados cada vez mayores.

“La idea de los sistemas de extensión ha sido enseñarles a los productores a producir para generar ingresos y no solo para la subsistencia.”, asegura el presidente de la mancomunidad, “Pero no se puede aspirar a mercados grandes si no hay una buena cantidad de producción lista para suplir determinada cantidad de toneladas cuando un comprador lo solicite y esa es nuestra visión.”

“Tenemos el mercado aquí en la zona y ya empezamos a proveerle a los mercados salvadoreños, aprovechando la cercanía con la frontera, así como con empresas en Comayagua y La Esperanza.”

La dinamización de la economía que los Sistemas de Extensión e Innovación Productiva han procurado en AMFI, se ve evidenciado no solo en el giro que ha experimentado el territorio, pasando de ser municipios compradores a productores, sino en la marcada tendencia migratoria de su población.

En opinión de Elvin Vásquez “Municipios como este, que son lejanos de las principales ciudades del país, han sido históricamente olvidados, por lo que la gente se ha acostumbrado a migrar a otros países por la falta de oportunidades. El principal reflejo del impacto del proyecto es que ha disminuido el número de personas que migran fuera y dentro del país porque ahora ya saben que pueden salir adelante con sus propias parcelas.”

“Tengo dos años de no ir a cortar café a Comayagua… ahora siempre paso con la familia”, afirma Teodoro después de un largo recorrido por su finca, mostrando orgulloso sus más de veinte colmenas y su centro de extracción de polen.

El futuro

Para el alcalde de San Antonio, lo más difícil ya está hecho. Ahora resta atizar la llama de un cambio de mentalidad que no parece tener vuelta atrás.

“Ahora que se ha logrado el ‘despertar’ de la gente, creo que entramos en un punto clave para esta iniciativa: necesitamos expandirnos en cantidad de productores y continuar abriendo mercado para aprovechar la ubicación estratégica de la mancomunidad.”

“El proyecto y la mancomunidad están abiertos a llegar a más productores, pero cuando ellos ven el ejemplo de otros agricultores que les va bien en el proyecto, ellos solos, se acercan a querer formar parte. Para mí no hay mejor muestra de lo exitoso que ha sido esta iniciativa en nuestra zona.”, finaliza Vasquez.