Iniciativa Pesquerías Costeras

Heroína de la alimentación: "Las condiciones son difíciles, pero no nos quedaremos de brazos cruzados esperando ayuda"

En el Día Mundial de la Alimentación, la IPC destaca a Mariama Sarr, recolectora y procesadora de mariscos de Senegal, que hace su trabajo por pasión

16/10/2022

16 de octubre, Dionewar - Mariama Sarr trabaja como recolectora y procesadora de mariscos en la comunidad de Dionewar, una isla en el delta del Sine Saloum en Senegal.

Gracias a su trabajo, la Sra Sarr y sus colegas proporcionan alimentos como ostras secas y semiconservas de gambas a su comunidad, que depende en gran medida de la pesca artesanal para su nutrición y sustento.

"Tengo más de 50 años y hago este trabajo por pasión", dijo la Sra Sarr, quien se desempeña como vicepresidenta de la Federación Local de Grupos de Interés Económico (FELOGIE, por sus siglas en francés) de Dionewar.

"Siempre he estado inmersa en este ambiente, porque mi madre y mi abuela también trabajaban como procesadoras de pescado. Entonces, naturalmente, rápidamente abracé la profesión", agregó.

Recolectar mariscos es un trabajo físicamente arduo: por ejemplo, las mujeres deben meterse hasta la cintura en las aguas turbias de los bosques de manglares donde prosperan sus capturas, a veces siendo mordidas por depredadores invisibles.

A esto le siguen largas horas en la planta de procesamiento, donde las mujeres escurren, hierven, cocinan al vapor y secan los mariscos y los camarones antes de envasarlos para el consumo final.

"Nos encanta nuestro trabajo, pero levantarnos todos los días a las 5 de la mañana para ir a buscar ostras o almejas no es nada fácil. A veces, incluso tenemos problemas para encontrar botes que nos lleven al mar", comentó la Sra Sarr.

La disminución de los recursos naturales y la falta de crédito también son motivo de preocupación.

"Las cosas son mucho más difíciles hoy. Antes, este trabajo era relativamente fácil. Pero ya no es así, porque los recursos son muy escasos", explicó. "Hacemos todos estos sacrificios para crear nuestros productos, solo para venderlos a precios muy bajos. Apenas obtenemos ganancias".

Las mujeres toman prestado dinero de los bancos para invertir en sus negocios, pero las tasas de interés son prohibitivas y los rendimientos son bajos: "Después de dos meses, ya no podemos cumplir con nuestro compromiso. Tratamos de pagarles todo lo que podemos, pero es bastante difícil para nosotros", explicó.

Ante estos desafíos, las mujeres procesadoras decidieron tomar acción.

"No queríamos quedarnos de brazos cruzados esperando ayuda. Así que establecimos nuestra propia unidad de autofinanciamiento, donde cada una aporta a un fondo común. Es gracias a esto que podemos seguir siendo independientes", concluyó la Sra Sarr.