La FAO contribuye a fortalecer las organizaciones indígenas en las zonas altoandinas de Ecuador y Perú

Se estima que las familias beneficiarias de Perú y Ecuador ahorran cerca del 30 % en gastos en alimentos.

Datos clave

Hoy, en el corazón de los andes del Perú y el Ecuador, las comunidades indígenas de Huancavelica y Chimborazo tienen mucho que celebrar, pues las familias pueden cultivar la tierra y vender sus propios alimentos, los niños tienen una nutrición adecuada y las organizaciones indígenas locales están ayudando a los agricultores familiares rescatar su cultura ancestral. Entre 2007 y 2011, la FAO, en colaboración con el Programa de Asistencia de Nueva Zelanda, puso en marcha el proyecto FORSANDINO (Fortalecimiento de las organizaciones indígenas altoandinas y rescate de sus productos tradicionales) para ayudar a unas 1100 familias indígenas a mejorar la seguridad alimentaria mediante el fortalecimiento de las organizaciones indígenas locales y el aumento de la producción agrícola familiar.

La mejora del rendimiento de los cultivos y la reducción del porcentaje de familias que viven por debajo de la línea de pobreza no son más que dos de los efectos positivos del proyecto de la FAO ejecutado en el Perú y el Ecuador.

El Programa de Asistencia de Nueva Zelanda y la FAO ejecutaron el proyecto FORSANDINO de 2007 a 2001 en Huancavelica, Perú, y Chimborazo, Ecuador. El objetivo general del proyecto era contribuir a mejorar la seguridad alimentaria de las familias de las comunidades indígenas fortaleciendo su desarrollo y gestión.

Mediante la incorporación de los productos tradicionales de los dos pueblos en la dieta diaria de los hogares y la comercialización de los excedentes de producción, las familias pudieron reducir sus niveles de inseguridad alimentaria y malnutrición infantil además de aumentar sus ingresos.

"Los cultivos tradicionales tienen una gran importancia porque brindan una oportunidad para aumentar y diversificar la producción agrícola local y nacional y, con ello, contribuir a la reducción de la vulnerabilidad de los países andinos frente a las crisis de precios y climáticas”, asegura Salomón Salcedo, Oficial de la FAO.

Las comunidades que participaron en el proyecto pudieron generar nuevos emprendimientos y vender sus excedentes de semillas a instituciones y organizaciones gubernamentales.

En el Perú, la producción de cultivos tradicionales aumentó considerablemente en estas comunidades: 329 % más en el caso de la quinua, 172 % más en el caso del tarwi y el más 100 % de papa, oca y mashua. El consumo de estos productos también aumentó en las familias participantes: un 73% en el caso de la quinua, 43% en el caso de la mashua y 64% en el de la oca.

"Antes solíamos comprar algunas hortalizas, pero ahora que tenemos nuestros huertos orgánicos e invernaderos familiares, producimos y comemos nuestros productos", dijo Alejandro Quispe, de la comunidad peruana Padre Rumí.

En el Ecuador, el proyecto dio lugar a aumentos del 140 % en la producción de papas, 156 % en melloco, 97 % en quinua, 206 % en chocho, 124 % en oca y 88 % más en la producción de mashua.

"Hoy producimos la mayor parte de lo que comemos”, dijo Manuel Paguay, uno de los beneficiarios del proyecto en el Ecuador.

Un impacto directo en la seguridad alimentaria y un fortalecimiento de los ingresos
En el Perú, el ingreso per cápita familiar neto anual de las familias participantes en el proyecto aumentó un 54 %. Además, se registró una reducción del porcentaje de familias que vivían por debajo de la línea de pobreza.

En el Ecuador, los efectos del proyecto dieron lugar a una disminución del 7 % en el porcentaje de familias que vivían por debajo de la línea de pobreza y a un aumento del 48 % del ingreso familiar neto anual.

"Ahora comemos más y mejor que antes. Hemos aprendido que tenemos que equilibrar nuestra dieta y sobre todo consumir nuestros propios productos”, explica Alejandro Quispe.

Fortalecimiento de organizaciones indígenas
A través de este proyecto, la FAO aprovechó los planes de desarrollo comunitarios existentes ampliando la participación de hombres y mujeres para permitir que los agricultores obtuvieran mejor financiación para sus actividades agrícolas.

Además de los indicadores cuantitativos, también se logró una mayor participación de los miembros de las comunidades en varios espacios públicos. En el Ecuador, por ejemplo, el Consejo de Desarrollo de las Nacionalidades y Pueblos del Ecuador estableció y reconoció jurídicamente al Consejo de Chacareros (sabios agrícolas).

En el Perú se crearon comités para la promoción del desarrollo comunitario, compuestos de hombres y mujeres con conocimientos y aptitudes para dirigir a sus comunidades en ámbitos como la planificación local o la gestión de recursos.

Además, se establecieron redes locales para el intercambio de información y experiencias con el objetivo de mejorar la calidad de vida y la seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades. Uno de los medios más populares utilizados para ello fueron las emisoras de radio rurales.

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