08/04/2021 La protección social desempeña una función esencial para reducir la pobreza rural, mejorar la seguridad alimentaria y nutricional y estimular el crecimiento económico inclusivo en las zonas rurales. Sin embargo, la protección social por sí sola no puede abordar todos los riesgos y desafíos que afrontan las poblaciones rurales vulnerables. Las intervenciones integradas han mostrado mayores repercusiones que las medidas agrícolas o de protección social aisladas en la prestación de apoyo a la población rural pobre para superar la pobreza, impulsar la productividad y mejorar las dietas, y acelerar así los progresos hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible 1 y 2. Esta complementariedad es también fundamental para fortalecer la resiliencia de los hogares ante perturbaciones externas, como la crisis sanitaria y económica de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).
Desde 2016, en el marco del proyecto financiado por Rusia “Desarrollo de la capacidad para el fortalecimiento de la seguridad alimentaria y la nutrición en algunos países del Cáucaso y de Asia central”, la FAO viene ayudando a Kirguistán a armonizar la protección social con la agricultura y el desarrollo rural mediante el enfoque Cash+. El proyecto piloto de Cash+ ha complementado el programa social nacional de transferencias monetarias —un beneficio mensual para las familias de bajos ingresos con hijos (“uy-bulogo komok”)— con una combinación de insumos y activos agrícolas, capacitación técnica orientada a las prácticas orgánicas y climáticamente inteligentes, servicios de extensión y educación nutricional.
Dado que Kirguistán es un país de bajos ingresos y con déficit de alimentos en el que más del 23 % de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, padece tanto desnutrición como hipernutrición, que afectan a adultos y niños por igual. La cobertura de asistencia social, en particular de la población rural pobre, sigue siendo un desafío. Las transferencias monetarias sociales llegan apenas al 4 % de la población rural, y solo al 9 % de la población rural más pobre. Su valor también dista mucho de ser suficiente, ya que alcanza solo el 24 % del componente alimentario de su mínimo de subsistencia.
Por lo tanto, los paquetes de apoyo se concibieron con el fin de mejorar el estado nutricional y de ingresos de las familias, reflejando sus necesidades, retos y oportunidades.
El proyecto piloto Cash+ benefició a 150 hogares del distrito de Suzak, en la región de Jalal-Abad, el 22 % de los cuales correspondían a familias encabezadas por mujeres. Se ofrecieron a los participantes en el proyecto piloto tres opciones de horticultura doméstica, incluidas semillas de hortalizas que tenían en cuenta el aspecto nutricional y pequeños invernaderos de túnel para la producción fuera de temporada. El primer paquete consistía en un huerto casero completo, destinado al consumo propio y dirigido a mejorar la nutrición en los hogares mediante una mayor diversidad alimentaria. El segundo, un huerto doméstico más pequeño para hogares con limitaciones de mano de obra o de tiempo, se esperaba que incrementara la diversidad de la alimentación. Por último, el tercer paquete estaba orientado a generar ingresos adicionales gracias al aumento de la producción. En este último paquete, se preveía la mejora de la nutrición mediante la obtención de ingresos adicionales para comprar alimentos y una mayor producción para el consumo propio.
Los participantes en el proyecto piloto recibieron una formación profesional exhaustiva en materia de prácticas agrícolas sostenibles. A fin de maximizar el efecto del aumento de los ingresos y la producción en la nutrición y las dietas, también se impartió educación nutricional práctica a los participantes en el proyecto Cash+, así como a otros miembros de la comunidad.
La FAO y los expertos de la comunidad local siguieron prestando asistencia a los beneficiarios del proyecto piloto para garantizar que pudieran llevar a cabo actividades agronómicas y seguir el asesoramiento sobre nutrición y, en términos más generales, recibir el apoyo necesario para superar los obstáculos que pudieran afrontar a lo largo del camino.
Con la combinación de los beneficios mensuales y los ingresos de los cultivos, así como los nuevos conocimientos y aptitudes, los beneficiarios de Cash+ han podido aumentar la sostenibilidad y la resiliencia de sus medios de vida y mejorar su situación económica y social.
La diversidad en la dieta y la seguridad alimentaria y nutricional de los hogares vulnerables, incluidos muchos niños, mujeres y jóvenes, también han registrado mejoras notables gracias al enfoque integrado. Los hogares que se beneficiaron del proyecto piloto informaron que las preocupaciones por no disponer de una cantidad suficiente de alimentos habían disminuido y, además, que había sido menos necesario reducir la diversidad de su dieta debido a la falta de recursos.
Un 65 % de los hogares señalaron un aumento de la frecuencia con que los niños consumían hortalizas y frutas.
La pandemia de la COVID-19 ha generado algunos resultados positivos imprevistos como consecuencia de esta intervención coordinada. Los participantes en el proyecto piloto Cash+ informaron que, durante el aislamiento, cuando las medidas estrictas de confinamiento provocaron perturbaciones en las cadenas de suministro de alimentos e insumos agrícolas, continuaron la producción agrícola. No solo lograron mantener la seguridad alimentaria de sus hogares en un período de crisis, sino que generaron un beneficio indirecto en las comunidades locales mediante la venta del excedente a otros aldeanos o a través del intercambio de activos y competencias para revitalizar la producción agrícola. La mejora de la resiliencia de las comunidades es una clara prueba de la pertinencia y eficacia de esta intervención integrada.
A nivel nacional, como beneficio adicional, el proyecto Cash+ reforzó la cooperación entre la FAO y el Ministerio de Agricultura, Recursos Hídricos y Desarrollo Regional y el Ministerio de Salud y Desarrollo Social de Kirguistán.
En el plano de las políticas, demostrando que las intervenciones integradas de protección social y agricultura pueden redundar en mejoras sostenibles en la seguridad alimentaria y la nutrición de los hogares rurales vulnerables, reforzar su productividad agrícola y mitigar la pobreza, el proyecto piloto Cash+ influyó en la elaboración del programa nacional de contrato social y los respectivos marcos normativos en Kirguistán.
Para proteger los ingresos de forma sostenible y respaldar la seguridad alimentaria y nutricional de las familias rurales vulnerables, se requiere coherencia y coordinación entre la agricultura y la protección social. La experiencia Cash+ de Kirguistán ha demostrado claramente cómo las medidas integradas podían apoyar y empoderar a las personas más vulnerables, incluso durante una crisis sin precedentes como la ocasionada por la COVID-19, y contribuir así a acelerar los avances hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
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