Roma. Cinco nuevos sitios —una zona de cultivo de setas en China, un sistema agroforestal maya tradicional en México, una antigua comunidad que conecta a pastores y agricultores en Marruecos, un sistema agroalimentario de montaña diverso en España y un paisaje centrado en el búfalo en Tailandia— han sido reconocidos oficialmente como
Sistemas importantes del patrimonio agrícola mundial (SIPAM).
Los sitios fueron designados durante una reunión del Grupo Asesor Científico de los SIPAM celebrada en Roma esta semana (2-4 de noviembre), pocos días después de que este programa emblemático de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) celebrara su 20.º aniversario. De acuerdo con los criterios de selección, los sitios deben revestir una importancia mundial, tener valor como bien público, contribuir a la seguridad alimentaria, la seguridad de los medios de vida, la agrobiodiversidad, los sistemas de conocimiento, los valores sociales y la cultura, así como constituir paisajes extraordinarios.
Con las últimas incorporaciones a la lista de los sistemas del patrimonio agrícola mundial, la red mundial del patrimonio agrícola de la FAO comprende ya 72 sistemas empleados en 23 países
de diferentes puntos del planeta. El reconocimiento de un primer sitio en Tailandia implica la incorporación de un nuevo país a la lista.
Sistema ancestral de cocultivo de productos del bosque y setasEl sistema de cocultivo de productos del bosque y setas de Qingyuan, empleado en las altas montañas de la provincia oriental china de Zhejiang, se basa en un método de cultivo de setas que se remonta a hace miles de años. Se trata de un sistema agroforestal centrado en el uso cíclico de los recursos e incluye una técnica singular de cocultivo de productos del bosque y setas. Los bosques aportan a los hongos comestibles un medio donde crecer y nutrientes; los hongos, en cambio, aceleran la descomposición de la materia orgánica en los bosques, y la descomposición de la madera muerta incrementa la cantidad de nutrientes en estos últimos.
Según las estadísticas gubernamentales, los agricultores locales obtienen casi la mitad de sus ingresos de las setas y de los otros diversos productos obtenidos gracias a este sistema de cocultivo, lo que lo convierte en una importante fuente de medios de vida. El sistema representa, además, un banco de recursos fúngicos esencial para China, que alberga casi 400 especies identificadas de macrohongos. Los cultivadores de setas, denominados
gumin, han vivido en los bosques de montaña durante generaciones y, además de un lenguaje propio, han creado unas costumbres y una organización social centradas en la cooperación y la asistencia mutua.
Sistema agroforestal tradicional basado en el policultivo
La milpa maya peninsular de México es un sistema agroforestal tradicional basado en el policultivo que crea un espacio vivo y dinámico lleno de recursos genéticos. Se basa en el uso sostenible de la biodiversidad, mediante una tríada de cultivos —maíz, frijol y calabaza— que en algunos lugares se complementa con habas de Lima. Puesto que este sistema depende del bosque, su conservación ha sido indispensable y refleja uno de los elementos principales de este SIPAM, basado en la utilización de prácticas respetuosas con los bosques y en la identidad de las comunidades locales. Ello ha contribuido a su capacidad para proporcionar alimentos y medios de vida a la población de la Península de Yucatán durante al menos 3 500 años.
Las diversas actividades asociadas con la milpa maya también incluyen medios para la subsistencia como la caza, la recolección de leña, el carbón vegetal o materiales de construcción, la horticultura, la cría de ganado y las plantas medicinales. Hoy en día también se está explorando la diversificación a través de la apicultura, el agroturismo y la gastronomía para hacer frente al éxodo rural, creando oportunidades para las generaciones más jóvenes.
Sistema de oasis históricos que conecta a pastores y agricultores
El SIPAM de Figuig, que comprende los municipios vecinos de Figuig y AbbouLakhal del este de Marruecos, es notable por la forma en que entrelaza las comunidades de pastores y agricultores. AbbouLakhal dispone de extensos pastizales donde las comunidades nómadas vienen practicando el pastoreo desde hace siglos. Desde siempre estas comunidades han comerciado con los agricultores de Figuig que crearon los asentamientos inteligentes llamados
ksour junto a los manantiales de agua. Este sistema acoge una amplia agrobiodiversidad, que incluye las razas de ovejas locales y las variedades endémicas de palmeras datileras en las que se basan los medios de vida de los agricultores y pastores. El comercio y los acuerdos entre ambas comunidades les han permitido equilibrar y contrarrestar la variación de los rendimientos agrícolas y de la disponibilidad de forraje para mantener sus medios de vida de la mejor forma.
Los huertos y los recursos hídricos de los oasis se han mantenido y distribuido de manera sostenible entre las comunidades por medio de una gestión colectiva basada en los derechos consuetudinarios. El SIPAM de Figuig se considera desde hace mucho tiempo uno de los oasis más impresionantes del país, un lugar donde las tradiciones locales han sobrevivido a la colonización y han asegurado la supervivencia de las comunidades en medio del desierto desde los días del comercio transahariano, cuando era un punto de escala fundamental.
Sistema agroalimentario de montaña diverso y polivalente El sistema agroalimentario polivalente de la Montaña de León, en el noroeste de España, durante siglos ha contribuido directamente a la seguridad alimentaria y a la subsistencia de las comunidades locales. La zona alberga una notable diversidad de usos del suelo, con bosques (de castaños, hayas, abedules, enebros y robles), pastos y zonas cultivadas. Esto permite que coexistan la agricultura, la ganadería, el aprovechamiento forestal, la recolección, la caza y la pesca en un mismo espacio, lo que da a la zona un gran valor agroecológico.
En medio de la singularidad de la Montaña de León, la capacidad de sus habitantes para domesticar, mantener y adaptar la biodiversidad agrícola ha dado como resultado la conservación y la salvaguarda de especies autóctonas únicas como el gallo pardo y el gallo indio de León, que necesitan un entorno muy específico para la cría, la raza bovina mantequera leonesa, apreciada por sus productos lácteos, y el distintivo caballo hispano-bretón. La belleza y el reconocimiento que también aportan las siete reservas de la Biosfera que coexisten en la zona, en armonía directa con los sistemas agropecuarios, crean una combinación de atributos difícil de encontrar en otras partes del mundo.
Paisaje compartido por seres humanos y búfalos
El ecosistema agropastoril de humedal centrado en el búfalo de Thale Noi, en el sur de Tailandia, es un sistema agrícola diversificado marcado por una interacción ancestral entre seres humanos y búfalos. A lo largo de los siglos, el pastoreo ha moldeado y conservado la biodiversidad y los paisajes, mientras los búfalos se han adaptado para sobrevivir en este entorno donde la tierra está inundada durante casi cinco meses al año. El sistema incluye una serie de actividades que se apoyan mutuamente, como el pastoreo de animales, la pesca, el cultivo de plantas acuáticas, la recolección de productos forestales no madereros y el turismo. Estas actividades constituyen la base de la seguridad alimentaria y de los medios de vida locales, de la conservación de la biodiversidad y de la solidaridad entre las comunidades locales.
Los búfalos, que ocupan un lugar especial en la cultura tailandesa, son pastoreados en libertad o usando corrales donde los animales están protegidos por la noche. Durante la temporada del monzón, los búfalos se recogen en cobertizos, que normalmente están construidos a 1,5 m sobre el nivel del suelo. Los pastores llevan a sus animales a las zonas de pastoreo a través de los campos inundados y los traen de vuelta antes del anochecer. La cría de búfalos en Thale Noi se caracteriza por el carácter colectivo y la gestión comunal. Los pastores también disponen de una sólida base de conocimientos especializados sobre técnicas de pesca mediante artes tradicionales, lo que les permite aumentar su seguridad alimentaria durante la temporada del monzón, mientras que, durante la temporada seca, se dedican a la agricultura.