Cuerno de África: “La región afronta un desastre sin precedentes”

Entrevista a Cyril Ferrand, Jefe del equipo de resiliencia para el África oriental de la FAO

© UN Photo / Fardosa Hussein

Personas desplazadas internamente fuera de sus refugios improvisados en el campo de desplazados internos de Raama Cadeey en Baidoa (Somalia).

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25/05/2023

Roma – El Cuerno de África es propenso a las perturbaciones y peligros naturales. La región ha hecho frente a tres fenómenos de sequía grave en los últimos 12 años. Actualmente, después de cinco temporadas consecutivas de precipitaciones por debajo de la media, la región ha vuelto a su patrón normal durante las prolongadas lluvias de este año desde el punto de vista de las precipitaciones. Sin embargo, las inundaciones son motivo de gran preocupación en los próximos meses. El efecto combinado de las repercusiones perdurables de la sequía y las inundaciones actuales sigue asolando las vidas y medios de subsistencia de la población. En esta entrevista, el Sr. Cyril Ferrand, Jefe del equipo de resiliencia para el África oriental de la FAO, evalúa la situación actual y habla sobre cómo ha de ampliarse la escala de las intervenciones en medio de crecientes preocupaciones a nivel mundial.

La sequía en el Cuerno de África se ha descrito como la más grave y prolongada en decenios. ¿Puede explicar las repercusiones que ha tenido en las vidas y medios de subsistencia de las comunidades rurales?

Cyril Ferrand (CF): Efectivamente, la región afronta un desastre sin precedentes. Estamos hablando de casi tres años, o cinco temporadas, de sequía en el Cuerno de África que han devastado los medios de vida rurales en parte de Etiopía, Kenya y Somalia y, en menor medida, Djibouti.

Muchos hogares agrícolas han sufrido varias cosechas consecutivas deficientes y pérdidas de hasta el 100 %, especialmente en las zonas áridas y semiáridas. Algunas comunidades agropastoriles han perdido todas sus fuentes de alimento e ingresos. El déficit en la producción de cultivos junto con los elevados precios de los alimentos, que en parte se han atribuido al conflicto en Ucrania, ha agravado la situación de inseguridad alimentaria para decenas de millones de personas.

Además, 2,3 millones de personas se han visto desplazadas en toda la región en busca de servicios básicos, agua y alimentos. Y sabemos perfectamente que, cuando la población se desplaza, se da también un problema de seguridad, violencia y violencia de género, en particular. En resumen, la sequía desencadenó una crisis de medios de vida que se ha convertido en un desastre humanitario de múltiples facetas, como desplazamientos, problemas de salud, malnutrición y crisis de seguridad, el cual tiene efectos a largo plazo en las vidas y medios de subsistencia de la población.

La sequía ha causado la muerte de 13,2 millones de cabezas de ganado en la región, una fuente principal de sustento, ingresos y nutrición para las comunidades pastoriles. ¿Qué está haciendo la FAO para proteger el ganado y mitigar las pérdidas?

CF: En tiempos de sequía, las comunidades pastoriles son la población más afectada. Entre finales de 2020 y finales de 2022, los pastores perdieron más de 13 millones de cabezas de ganado en la región debido a la falta de agua y piensos. Estamos hablando de vacas, de pequeños rumiantes, cabras, ovejas, pero también camellos. Es importante entender que el ganado no solo es la fuente de ingresos de las personas que pueden vender los animales, sino también la principal fuente de leche, que resulta esencial para tener dietas saludables, especialmente en niños menores de cinco años. El déficit de leche generado por la pérdida de animales asciende hasta 330 000 litros de leche al día. Esta cantidad habría sido suficiente para proporcionar leche a 1,5 millones de niños menores de cinco años todos los días desde el inicio de la sequía.

La elevada tasa de malnutrición que observamos en la región está vinculada en gran parte al déficit en la producción de leche y la pérdida de animales.

Para resolver este problema, llevamos a cabo una reprogramación a partir de los proyectos de resiliencia existentes que nos permitió salvar una serie de animales que eran productivos. Algunas intervenciones fueron, entre otras, la provisión de piensos y agua para estos animales. Por ejemplo, en Somalia, para hacer frente a la escasez de agua, rehabilitamos ollas de agua, que son básicamente enormes tanques de agua que se llenan de agua durante la temporada de lluvias y pueden prolongar la disponibilidad de agua para el ganado en la estación seca durante un par de meses.

El hambre y la inseguridad alimentaria suscitan gran preocupación y hay decenas de millones de personas que experimentan elevados niveles de inseguridad alimentaria aguda. ¿De qué forma encara la FAO estos desafíos?

CF: Efectivamente, decenas de millones de personas hacen frente a altos niveles de inseguridad alimentaria aguda debido fundamentalmente a la sequía en Etiopía, Kenya y Somalia.

Cuando afrontamos la primera temporada de lluvias por debajo del promedio a finales de 2020, alertamos de forma inmediata a la comunidad internacional. Disponemos de un sistema de alerta temprana muy eficaz. Pero un sistema de alerta temprana no es suficiente. Antes de convertirse en una crisis humanitaria polifacética, una sequía es primeramente una crisis de medios de vida y el enfoque apropiado es la adopción de medidas preventivas que protejan los medios de vida. Lamentablemente, al inicio del ciclo de sequías los recursos que se pusieron a disposición fueron limitados.

En los últimos seis meses de 2021, empezamos a recibir fondos, que nos permitieron poner en práctica algunas intervenciones dirigidas a salvar a los animales de cría esenciales y más productivos. Cuando la crisis se agravó a comienzos de 2022, realizamos un llamamiento para tomar medidas de respuesta a la sequía regional con el claro objetivo de prevenir la hambruna, lo que resultó un éxito. Fue una labor conjunta con todos los agentes humanitarios, en particular la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH), el Programa Mundial de Alimentos (PMA), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

En primer lugar, examinamos los epicentros de esta crisis de carácter polifacético y establecimos prioridades geográficas para brindar apoyo a las zonas que estaban afrontando déficit de agua, inseguridad alimentaria aguda, un alto nivel de malnutrición y el riesgo de perder totalmente el ganado y los cultivos. Ahí es donde concentramos la mayor parte de nuestra labor con recursos limitados.

En 2022, la FAO recibió 120 millones de USD, lo que corresponde aproximadamente a entre un 50 % y un 55 % de las necesidades de financiación. Con estos fondos, nos centramos en buena medida en apoyar a las comunidades pastoriles y agropastoriles que se habían visto más afectadas por el desastre.

La región ha sufrido intensas precipitaciones recientemente, que han provocado inundaciones repentinas en zonas ya afectadas por la sequía. ¿Puede explicar de qué forma estos fenómenos meteorológicos opuestos, y el inminente fenómeno El Niño, complican la situación humanitaria?

CF: El Gran Cuerno de África o la región de la Autoridad Intergubernamental para el Desarrollo es proclive a sufrir perturbaciones y peligros naturales. Por ejemplo, en 2019 tuvimos un volumen de ciclones sin precedentes y el exceso de humedad fuera de temporada que estos ocasionaron dio lugar a un recrudecimiento de la plaga de la langosta del desierto. Al mismo tiempo, sufrimos tres fenómenos de sequía grave en 12 años.

Después de cinco temporadas consecutivas de precipitaciones por debajo de la media, las lluvias largas del período entre marzo y mayo de 2023 han sido normales. Sin embargo, las inundaciones son motivo de preocupación en este momento. La sequía prolongada hizo disminuir la absorción del suelo y la tierra no filtra fácilmente el agua de la lluvia. Esta es también parte de la razón por la cual sufrimos inundaciones. Seguimos realizando un seguimiento de la situación, al tiempo que cartografiamos las zonas propensas a inundaciones para brindar asistencia a los agricultores a fin de preservar los cultivos.

En lo que respecta a las lluvias cortas de octubre a diciembre de 2023, hay una probabilidad cada vez mayor de que el fenómeno El Niño se forme, lo que supone un exceso de precipitaciones e inundaciones en la región hacia finales de este año. Sin embargo, deberíamos dejar una cosa clara. El hecho de que se reanuden las lluvias no significa que la población se vaya a recuperar rápidamente. En el caso de comunidades pastoriles a las que todavía les quedan bienes pecuarios, la recuperación llevará un par de años. Aquellos que han perdido todos sus bienes y se han visto obligados a desplazarse de las zonas rurales a los centros urbanos rara vez retoman las actividades pastoriles. Estas personas necesitan asistencia y redes de seguridad social y, con el tiempo, cambiar completamente sus medios de vida.

Existe una necesidad imperiosa de invertir en medios de vida, resiliencia y adaptación al clima en la región. ¿Puede darnos algunos ejemplos de lo que está haciendo la FAO en este ámbito y qué más ha de hacerse antes de que se produzca la próxima sequía o fenómeno climático extremo?

CF: El programa de adaptación al clima y creación de resiliencia ocupa un lugar central en el mandato de la FAO y en lo que estamos haciendo sobre el terreno. Más concretamente, esto supone reforzar la resiliencia de las comunidades y las personas, así como fortalecer los sistemas agroalimentarios frente a perturbaciones, en particular fenómenos meteorológicos extremos y conflictos en la región.

Por ejemplo, en Somalia hemos reservado inversiones para el apoyo de los medios de vida pastoriles. Estamos trabajando para mejorar el sector de los piensos a fin de asegurar que tengamos reservas de piensos de fuentes diversificadas, es decir, no solo de secano, sino que también se puedan atribuir al regadío. Centramos asimismo nuestros esfuerzos en la protección zoosanitaria, porque unos animales sanos son más resistentes a las perturbaciones y enfermedades y, por tanto, pueden seguir produciendo leche.

Otro factor importante en la creación de resiliencia que puede ser un elemento de cambio es la reducción de las pérdidas posteriores a la cosecha. En este momento, la región pierde en torno a 4 000 000 de toneladas de cereales al año. Se trata de comida suficiente como para alimentar en torno a 30 millones de personas, lo que es bastante significativo. Hemos sido testigos de cómo los efectos de la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) y la guerra en Ucrania interrumpieron el suministro de alimentos a nivel mundial. Producir más alimentos localmente reducirá la dependencia de la región de las importaciones de alimentos.

Por otra parte, la asistencia alimentaria en la región oscila entre los 2 000 y los 2 500 millones de USD al año. Invertir la misma cantidad de dinero en la gestión de los silos de grano y pérdidas posteriores a la cosecha permitiría a los agricultores cerrar la brecha en cuanto a su necesidad de alimentos. Podríamos disminuir de forma significativa la carga sobre la asistencia humanitaria y alimentaria con efecto duradero si invirtiéramos más en la reducción de las pérdidas posteriores a la cosecha.

Estamos considerando también realizar mejoras en los sectores de los piensos y el agua, que necesitan políticas públicas eficaces, inversiones de los sectores público y privado, y un entorno propicio, así como un tipo de marco basado en la asociación público-privada.

Además, también estamos tratando de encontrar una solución duradera para las personas desplazadas en lo que a diversificación de medios de vida, inclusión económica y empleo se refiere, con el fin de asegurar que se estén reintegrando en los sectores productivos.

Estas son las esferas clave en las que nos estamos centrando hasta que se produzca la próxima sequía. Lo que estamos analizando ahora es cómo reunir las diversas intervenciones para que tengan un efecto conjunto a escala en toda la región.

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