Un grupo de agricultores dirigido por mujeres está llevando alimentos a la mesa y ofreciendo a sus miembros una red de apoyo mutuo de gran valor en Rumbek (Sudán del Sur). ©FAO/Andreea Campeanu.
“En el idioma dinka se dice que ‘Los hombres comen en primer lugar, luego las mujeres y, finalmente, los niños’, pero aquí nosotras, como mujeres, comemos junto a los hombres”.
Apande Dut sonríe al comentar esto sentada con un gran grupo de mujeres bajo la sombra de un mango, descascarillando maníes y, al mismo tiempo, amamantando a sus hijos. Todas son miembros de un grupo de agricultores predominantemente conformado por mujeres de la ciudad de Rumbek (Sudán del Sur).
Hasta 2018, Apande y su colega miembro de la comunidad y amiga, Agok, cultivaban por su cuenta, pero sus conocimientos en materia de agricultura eran limitados y con condiciones de cultivo tan difíciles, los alimentos cultivados nunca eran suficientes.
Se trata además de una zona afectada por los conflictos y la violencia, lo que dificulta el acceso de los agricultores a los mercados. De hecho, tan solo el 31% de los hogares del estado de Lagos pueden acceder a alimentos durante todo el año.
En el momento en que Apande y Agok oyeron hablar de un grupo de agricultores cercano, creado en el marco del proyecto “Agricultura sostenible para la resiliencia económica”, dirigido por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y financiado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), decidieron unirse.
Nhom Lau significa libertad
El grupo de Apande y Agok está conformado por 28 mujeres y tan solo dos hombres, una rareza en una sociedad como la de Sudán del Sur, tradicionalmente dominada por hombres. Lo denominaron “Nhom Lau”, que significa “libertad” en dinka —su idioma local—, para representar la libertad financiera y social que han alcanzado gracias a este grupo y los medios de vida que apoya. Con la ayuda del proyecto, han aprendido las mejores prácticas agrícolas, han intercambiado información y han empezado a tener una producción y unas ganancias mayores, todo ello al tiempo que se dan ánimo y apoyo de forma mutua para perseverar.
El grupo recibió, a través de reuniones dirigidas por la FAO, instrumentos agrícolas, información y capacitaciones sobre agronomía, así como conocimientos empresariales que se han traducido en una producción mayor y la diversificación de sus productos. El equipo ahora cultiva hortalizas y maní aproximadamente un kilómetro a las afueras de Rumbek.
Actualmente, los miembros del grupo producen y comercializan alimentos para la comunidad, ayudando a proporcionar una mayor seguridad alimentaria en una zona inestable. De igual manera, el grupo actúa como red amigable de apoyo mutuo. ©FAO/Andrea Campeanu
Gracias a este proyecto de la FAO y la USAID, el apoyo a la comunidad ha sido además de índole económica. El grupo también ha introducido planes de ahorro y préstamos, un concepto bastante inusual en Sudán del Sur, con el fin de fomentar su progreso. En una zona en la que el acceso a servicios financieros de carácter formal no es fácil, las iniciativas grupales como esta son fundamentales para ofrecer instrumentos simples de ahorro y préstamo que ayuden a los miembros a invertir en sus tierras y aumentar su rentabilidad.
Los miembros empezaron a llenar una hucha para el grupo a la que cada uno aporta 320 libras sursudanesas (1,30 USD) semanalmente. Anualmente, el grupo ahorra un total de 340 800 libras sursudanesas (aproximadamente 1 200 USD). De igual forma, tienen la intención de abrir una cuenta bancaria oficial y utilizar el dinero para empezar a adquirir equipos propios más modernos, reduciendo así el tiempo y el trabajo necesarios y aumentando sus capacidades de recolección.
No se trata únicamente de un apoyo económico, sino también emocional
Sin embargo, para algunas de las mujeres, el apoyo del grupo ha representado, además de un apoyo económico, un verdadero cambio en sus vidas. Hace algún tiempo, a Agok le habían comunicado que no podía concebir hijos a causa de complicaciones médicas. Deshecha, acudió a las mujeres de su grupo, quienes tomaron la decisión de utilizar parte de sus fondos para ayudarla a viajar a una de las ciudades más grandes de Sudán del Sur, Wau, con el objetivo de consultar a un médico. Con la financiación, Agok pudo recibir tratamiento médico y, actualmente, es madre de tres hijos saludables.
Este tipo de apoyo y solidaridad es tan solo una de las numerosas razones por las que las mujeres afirman que prefieren formar parte del grupo en lugar de cultivar por su cuenta. “Trabajamos y al mismo tiempo podemos dialogar sobre cuestiones femeninas de las que normalmente no podríamos hablar, intercambiar consejos y brindar ayuda”, comenta Agok.
Todas las mujeres del grupo de Apande y Agok están casadas, pero sus maridos trabajan con el ganado, lo que a menudo los mantiene alejados de sus familias, dejándolas a ellas a cargo de la gestión de grandes hogares por sí solas. Contar con fuentes de ingresos propias ayuda a las mujeres a ser más independientes.
“Cuando cultivamos juntas, no necesitamos depender de los hombres. Antes de unirme al grupo, no tenía elección en las decisiones económicas, pero ahora cuento con mis propios ingresos. Cuando mi marido está fuera de casa con el ganado, puedo mantener a mi familia yo sola”, afirma Agok con alegría.
Antes de unirse al grupo, muchas de ellas vendían bebidas alcohólicas, que puede ser una profesión peligrosa, puesto que los clientes —hombres habitualmente— en ocasiones actúan de forma violenta o se marchan sin pagar. El grupo de agricultores les permite generar ingresos de manera segura y con el apoyo de otras mujeres. Agok y sus compañeras están entusiasmadas con el nivel de apoyo que brinda el grupo.
A los miembros del grupo les está yendo tan bien que tienen la intención de expandirse y abrir una cuenta bancaria oficial. ©FAO/Andreea Campeanu.
En zonas de Sudán del Sur como donde residen Agok y Apande, la agricultura es difícil, e incluso todavía más difícil para las mujeres que se enfrentan al desafío de sacar adelante a una familia y gestionar un hogar, todo ello al tiempo que se ganan la vida a través de dicha actividad. Los grupos de agricultores comunitarios ofrecen a las mujeres la oportunidad de apoyarse mutuamente y poner en común sus recursos, mejorando así la seguridad alimentaria y económica de sus familias y comunidades. No obstante, para estas mujeres, el grupo significa mucho más que eso. Representa la libertad (nhom lau) de tomar sus propias decisiones y mejorar sus vidas. No hay nada más fundamental que lo anterior para lograr la igualdad de género a nivel mundial y garantizar un futuro con seguridad alimentaria.
Actualización: COVID-19 en Sudán del Sur
Aunque no ha habido muchos casos registrados en Sudán del Sur, el brote de COVID-19 y las medidas preventivas para limitar su propagación -incluido el cierre de las fronteras internacionales, restricciones a la circulación, toques de queda y confinamientos-, amenazan con paralizar un sistema alimentario ya frágil y afectar negativamente a más de 6,5 millones de habitantes del país africano. Las agricultoras sursudanesas están sintiendo los efectos con mayor intensidad, ya que sus medios de vida suelen ser más informales, incluyendo actividades en el sector de los servicios o el comercio transfronterizo.
La FAO apoya a las comunidades durante la pandemia mediante la entrega de semillas y aperos a los agricultores de todo el país, la distribución de carteles con consejos de higiene y dirigiendo operaciones para sanear el espacio en los mercados. En julio, la FAO y el PMA están poniendo en marcha un proyecto financiado por la USAID que tiene por objeto mitigar el impacto de la COVID-19 en la seguridad alimentaria y nutricional de los hogares económicamente vulnerables de las zonas urbanas. El proyecto pretende mejorar la producción de hortalizas y apoyar la nutrición y los ingresos de los hogares urbanos pobres de Juba, Nimule, Wau y Aweil.
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