Las zonas de pesca de la FAO han servido de inspiración a restaurantes del sur de Italia. Saber de dónde procede el pescado y que se ha obtenido de forma sostenible, es cada vez más importante para los consumidores, y cada día más trascendental para garantizar que estos recursos estén disponibles para las generaciones futuras. ©FAO/Pier Paolo Cito
En la provincia de Brindisi, en la comarca del Salento, al sur de Italia, dos restaurantes llevan a la FAO en el nombre. ¿Por qué? Porque sus propietarios decidieron bautizar sus locales con la denominación de la zona de pesca de la FAO que les corresponde.
El primero de estos restaurantes, llamado “Zona FAO 37.1.2.3”, fue inaugurado por Claudio D'Arpa hace siete años en Torchiarolo, a unos 25 km al sur de Brindisi. El segundo, bautizado simplemente como “FAO 37”, fue abierto por Antonio Di Salvatore en 2017 en el centro de Brindisi. Como pueden haber adivinado ya, Italia se encuentra en la zona de pesca 37 de la FAO. Ambos locales presumen de servir pescado capturado diariamente por los pescadores locales en el mar Adriático meridional.
La delimitación de las zonas de pesca de la FAO se produjo en la década de 1950, cuando la comunidad internacional decidió que los océanos y mares del mundo necesitaban una mejor ordenación y evaluación de sus poblaciones de peces. Dirigida por la FAO, esta coalición de países dividió las masas de agua en distintas zonas. El Atlántico noroeste es el área 21, el Pacífico sudoriental es el área 87 y el Mar Negro y el Mediterráneo -que baña la región italiana de Apulia-, es el área 37.
“Pensé que llamar a mi restaurante Zona FAO 37.1.2.3 era una buena idea y que iba a atraer a la clientela, pero pronto me di cuenta de que la mayoría de mis nuevos clientes no sabían mucho sobre las zonas de pesca de la FAO, así que empecé a explicar qué son y cómo se divide el mar Mediterráneo en partes”, explica Claudio. No sólo es el dueño del restaurante: Claudio también compra pescado por la mañana y trabaja como camarero por la noche. Giovanna, su esposa, es a la vez chef y contable del local. Prepara platos de arroz y pasta con la captura diaria. Cada vez que escucha alguien preguntarle a su marido sobre las zonas de pesca de la FAO, se asoma desde la cocina y se ríe.
“Ahora mucha gente ha aprendido sobre las zonas de la FAO porque ven las etiquetas en los mercados, pero todavía me preguntan sobre ellas de vez en cuando”, explica Claudio.
Izqda: Antonio di Salvatore (a la izquierda), propietario del restaurante “FAO 37” en Brindisi, y Massimo Giuliani, dueño de la pescadería, sostienen el pescado fresco que aparecerá en el menú del día. Dcha: Giovanna Stefanelli cocina su especialidad, espaguetis con “frutti di mare” (marisco), en el restaurante “Zona FAO 37 1.2.3”, utilizando el pescado fresco del día. ©FAO/Pier Paolo Cito
De hecho, cada vez son más los consumidores que se interesan por el origen de su pescado, y de sus alimentos en general. Saber que el pescado proviene de la zona más cercana a usted le garantiza una cierta calidad y frescura. “Hay una gran diferencia entre el pescado capturado por nuestros pescadores y el congelado procedente de otras zonas de la FAO”, explica Antonio Di Salvatore, propietario de FAO 37. “Si no encuentro una variedad de pescado fresco –señala– en el mercado local (cuando el mal tiempo impide a los pescadores salir, por ejemplo), no lo reemplazo por pescado congelado”.
Cada vez más, la gente no solo se interesa por la calidad y frescura del pescado, sino también por su sostenibilidad. Las zonas de pesca ayudan a rastrear que el pescado y marisco que se venden proceden de recursos sostenibles y han sido pescados legalmente. También garantizan la trazabilidad, tanto en aras de la calidad y la inocuidad (por ejemplo, garantizando que no se ha roto la cadena de frío), como para controlar que el pescado es legal, es decir, que procede de la pesca autorizada, que se han respetado las cuotas y otras normas de pesca, y que tanto exportadores como importadores cumplen con las normas.
“Las zonas de pesca de la FAO son un sistema riguroso que permite realmente al consumidor tomar una decisión informada”, asegura Ruggero Urbani, veterinario e inspector de pesca de la Agencia Italiana de Sanidad.
La lucha contra la pesca ilegal es un aspecto fundamental para garantizar la sostenibilidad, mantener la salud de nuestros ecosistemas oceánicos y preservar los recursos pesqueros para las generaciones futuras. La FAO es una firme defensora de esta sostenibilidad y ha ayudado a crear el Acuerdo sobre medidas del Estado rector del puerto, el primer acuerdo internacional jurídicamente vinculante contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (pesca INDNR).
Las estimaciones sugieren que cerca de uno de cada cinco peces capturados al año en el mundo procede de la pesca INDNR, lo que se traduce en un valor anual total de hasta 23 000 millones de USD. Para los 59,6 millones de personas que dependen de la pesca y la acuicultura para su sustento en todo el mundo, esta actividad ilícita puede resultar perjudicial.
Las zonas de pesca de la FAO ayudan a la comunidad internacional a gestionar mejor sus océanos y mares y a vigilar las poblaciones de peces que contienen, un paso necesario para luchar contra la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (pesca INDNR). ©FAO/Pier Paolo Cito
Las zonas de pesca de la FAO ayudan a la comunidad internacional a garantizar que los recursos se utilicen de forma sostenible y que los consumidores puedan elegir con conocimiento de causa.
El pescado es una parte importante de una dieta saludable. Proporciona una fuente esencial de proteínas para millones de personas en el mundo. Para algunas comunidades pesqueras, es su principal fuente de alimentos y estos recursos marinos son necesarios para su seguridad alimentaria. La pesca ilegal puede amenazar esta seguridad alimentaria, tanto al quitarles estas fuentes como al socavar los medios de subsistencia de los millones de personas que a nivel mundial dependen de estos ingresos para satisfacer sus necesidades.
Para garantizar que los recursos de alimentos marinos sigan estando disponibles –no sólo para los que vivimos ahora en el planeta, sino también para las generaciones futuras– debemos asegurarnos de que los utilizamos de forma sostenible. Esto nos permitirá continuar en la senda hacia un futuro con seguridad alimentaria y #HambreCero.
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