Jabrah y Ahmed junto a su hija de 3 años, Reem. Son procesadores de productos lácteos que han recibido asistencia del programa de la FAO para mejorar la resiliencia rural en Yemen (ERRY, por sus siglas en inglés), que busca proteger los medios de subsistencia a pesar del conflicto. ©FAO
Son las seis de la mañana en la ciudad portuaria de Al Hudaydah en Yemen. Jabrah Ali Omara ya está despierta atendiendo a su hija de tres años. Poco después, se prepara para su rutina habitual de elaborar laban, una leche agria parecida al yogur. Hoy procesará 180 litros de leche que comprará a sus vecinos. Ese volumen es un salto cuantitativo comparado con los 30 litros diarios que manejaba cuando empezó esta actividad hace tres años.
“Antes de casarme trabajaba como peluquera para ganar dinero para mantener a mis padres, tenía un buen sueldo”, cuenta Jabrah. “Después de casarme, decidí ayudar a mi marido en su entonces pequeño negocio de procesado de productos lácteos”.
El sector lácteo de Yemen tiene un potencial considerable. Existe una demanda creciente de productos lácteos, pero actualmente la producción de leche del país sólo cubre un tercio de la demanda interna, dando lugar a una fuerte dependencia de la leche importada. Más del 95% de los productos lácteos procesados son importados, lo que también los encarece. Por lo tanto, el sector lácteo en pequeña escala tiene un gran potencial para mejorar la seguridad alimentaria y económica de los hogares rurales.
Jabrah y su marido, Ahmed, son beneficiarios del programa ERRY (Enhanced Rural Resilience in Yemen), financiado por la Unión Europea. El programa conjunto ha sido implementado por la FAO, la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y el Programa Mundial de Alimentos (PMA). Al responder a las consecuencias del conflicto, como la falta de servicios, la erosión de las fuentes de ingresos, el desplazamiento de población y la pérdida de medios de subsistencia –como el ganado–, el programa apoya a las comunidades para recuperar su autosuficiencia.
Gracias a la mejora de los equipos -como refrigeradores y paneles solares-, se desperdicia menos leche y se vende más cantidad en el mercado. ©FAO
La FAO ayuda de forma específica a mejorar la transformación y comercialización de los productos agrícolas y ganaderos mediante el desarrollo de cadenas de valor agrícolas, creación de capacidad y la introducción de nuevas tecnologías. El programa se centra también en el empoderamiento económico de la mujer rural a través del empleo y la seguridad alimentaria. El procesado de productos lácteos es uno de los principales sectores en Yemen en el que trabajan las mujeres. El programa no sólo busca oportunidades para que las mujeres obtengan ingresos, sino que también garantiza que las actividades tengan en cuenta tanto la cultura como el género.
En el momento en que la FAO visitó por primera vez a la pareja, estaban utilizando equipos básicos de procesado de leche. Habían sufrido cuantiosas pérdidas, ya que el fuerte calor dañaba rápidamente sus productos perecederos.
La FAO les proporcionó paneles solares, baterías, ventiladores, un refrigerador, recipientes de acero inoxidable, filtros, cubos de plástico y un lugar de trabajo bien equipado. “El calor destruía la leche”, explica Jabrah, “ahora la ponemos en la nevera”, añade con una sonrisa. Jabrah y su esposo se motivaron aún más con su negocio tras recibir apoyo del programa.
Mientras Jabrah se concentra en su rutina diaria de elaborar laban, Ahmed sale temprano cada mañana para vender los productos en el mercado cercano. “Siempre le digo a mi esposo que estaré con él para hacer crecer este negocio y expandirlo juntos. Nos ayudamos mutuamente y estoy contenta”, señala ella.
Antes del proyecto, la pareja a menudo pedía dinero prestado a los vecinos para comprar provisiones o para atención médica. Su situación ha mejorado notablemente.
“Ya no necesitamos pedirle dinero prestado a nadie. Nuestros gastos también se han reducido porque ya no pagamos la electricidad. Nos hemos vuelto completamente independientes después de recibir apoyo, así que ahora puedo concentrarme en mis sueños. Quiero ampliar mi espacio de trabajo y comprar una máquina para envolver y empaquetar los productos”, afirma Jabrah con entusiasmo.
15,9 millones de personas en Yemen padecían inseguridad alimentaria aguda en 2018, más que cualquier otro país del mundo. Al dar prioridad a los programas de subsistencia que incrementan la producción alimentaria y ganadera, diversifican las fuentes de ingresos y desarrollan cadenas de valor, la FAO ayuda a las familias yemeníes a ganarse la vida incluso en situaciones de conflicto. ©FAO
Según el reciente Informe Mundial sobre Crisis Alimentarias, en Yemen había 15,9 millones de personas que sufrían inseguridad alimentaria aguda en 2018. El dato más alto del mundo. Si no fuera por la ayuda humanitaria, más de 20 millones de yemeníes (67% de la población) se enfrentarían a una inseguridad alimentaria severa.
Al dar prioridad a los programas de medios de subsistencia que incrementan la producción alimentaria y ganadera, diversifican las fuentes de ingresos y desarrollan cadenas de valor, la FAO está facilitando a las familias yemeníes las herramientas que necesitan para ganarse la vida incluso durante la crisi provocada por el conflicto. La historia de esta pareja es sólo un ejemplo del tipo de intervenciones de subsistencia necesarias para aumentar la resiliencia de las comunidades, en especial en los países afectados por conflictos. Una nueva fase del programa, que se puso en marcha en marzo de 2019, tiene por objeto reducir la vulnerabilidad a los vaivenes y las crisis de más de 735 000 personas en este país asolado por el conflicto.
Al invertir en los agricultores familiares como Jabrah y Ahmed, la FAO los está empoderando para que actúen y formen parte del objetivo mundial de lograr el #HambreCero.
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