Abdul y su familia tuvieron que huir de los insurgentes de su ciudad natal, pero hallaron generosidad y nuevas oportunidades en Marrupa, donde la FAO y el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia los apoyaron a ellos y a su comunidad de acogida © FAO/ Telcínia Nhantumbo
En agosto de 2020, su casa fue incendiada por los insurgentes. Abdul Selemane, su mujer, sus dos hijos y su madre no tuvieron más remedio que huir de su hogar en Mocímboa da Praia, uno de los distritos más afectados por el conflicto en la provincia norteña de Cabo Delgado, en Mozambique.
Dejando atrás una granja con todo tipo de cultivos, Abdul y su familia encontraron refugio en el reasentamiento de Marrupa, en el distrito de Metuge. La comunidad local acogió a Abdul y a su familia, e incluso les proporcionó alimentos y algunas tierras para cultivar.
“Acogemos a estas personas porque son seres humanos, como nosotros”, explica Makupe Bahetwe, líder de la comunidad de la vecindad de Ntokota, en Metuge. “Los recibimos con alegría y compartimos nuestro espacio con ellos para que también puedan cultivar, porque somos una comunidad agrícola”. Makupe se encarga de integrar en su comunidad a las personas desplazadas recién llegadas de las zonas afectadas por el conflicto.
Las comunidades de áreas más seguras en Cabo Delgado –así como de las provincias vecinas–, han mostrado una increíble solidaridad y generosidad con aquellos que huyen de la crisis. Un gran número de los desplazados se alojan con familiares y amigos en comunidades de acogida. Sin embargo, la situación está ejerciendo una enorme presión sobre los ya escasos recursos de estas zonas y sobre las familias de acogida
La violencia constante desde 2017 ha deteriorado la situación en Cabo Delgado, cobrándose muchas vidas y perturbando los medios de vida de más de medio millón de personas, que han tenido que dejar atrás casi todas sus posesiones, incluyendo las cosechas y el ganado.
Los desplazados encuentran refugio en lugares de reasentamiento o con familias de acogida en muchos distritos del sur de la provincia, así como en la capital provincial, Pemba.
La FAO distribuyó semillas a Abdul y a los numerosos desplazados en el lugar de reasentamiento de Marrupa. ©FAO/ Telcínia Nhantumbo
Además de apoyar a las familias directamente afectadas por la violencia, la FAO ayuda a las comunidades de acogida a aliviar la presión sobre sus recursos y suministro de alimentos.
Entre diciembre de 2020 y enero de 2021, la FAO asistió a más de 14 000 familias, facilitando a cada una de ellas tarjetas electrónicas que les brinda acceso a insumos agrícolas –como semillas de cereales y hortalizas, y aperos agrícolas–, garantizando que las personas afectadas pudieran producir sus propios alimentos y reducir así su dependencia. Este programa de emergencia de la FAO está financiado por el Fondo Central para la Acción en Casos de Emergencia y el Gobierno del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte.
Al igual que otros miembros de la comunidad que apoyan a las familias desplazadas, Makupe recibió una tarjeta electrónica a través de este programa. Con ella compró semillas de frijol, maní, maíz y sésamo, además de aperos agrícolas para ayudar a mantener a su familia de nueve personas.
Junto con su esposa, Makupe espera poder hacer uso de su granja para mejorar la nutrición de su familia y vender cultivos comerciales –como el sésamo– para poder cubrir otras necesidades del hogar.
Los miembros de la comunidad de acogida recibieron una tarjeta electrónica para comprar semillas o aperos agrícolas. ©FAO/ Telcínia Nhantumbo
Una crisis que no cesa
La violencia en esta región se ha intensificado desde enero de 2020, con informes de ataques por parte de grupos armados, que se expanden geográficamente y tienen una mayor intensidad.
Ahora, Cabo Delgado es la provincia con la mayor población en niveles de crisis y emergencia de inseguridad alimentaria. Se estima que las familias con altos niveles de inseguridad alimentaria aguda (“Fase 3” o peor, de la Clasificación Integrada de la Seguridad Alimentaria en Fases) pasarán de 580 000 en diciembre de 2020 a 770 000 en el periodo de abril a septiembre de 2021.
La crisis tiene también graves repercusiones en los medios de vida y el acceso a los alimentos, los servicios básicos y la ayuda humanitaria.
Reconociendo el agravamiento de la inseguridad alimentaria y los niveles de malnutrición, la FAO está incrementando su apoyo a las personas desplazadas para que recuperen sus medios de vida, así como a las comunidades de acogida, cuyos recursos son cada vez más limitados.
Restablecer los medios de vida sigue siendo una prioridad
Según el Director Provincial de Actividades Económicas, Haggai Mário, restablecer los medios de vida sigue siendo una prioridad, ya que el 86% de la población depende de la agricultura.
“Las acciones violentas que se están produciendo tienen un impacto negativo en el rendimiento de varios sectores de la economía y en la agricultura en particular, ya que es la actividad a la que se dedica la mayoría de la población, que ahora está en riesgo de padecer hambre”, declaró Mário.
Las autoridades locales de Cabo Delgado calculan que el conflicto ha provocado un descenso del 30 % en la producción en comparación con la campaña agrícola precedente.
La FAO está implementando proyectos en nueve distritos que acogen a familias desplazadas –cuatro en Cabo Delgado y tres en la provincia de Nampula–, para ayudar a restablecer los medios de vida de las poblaciones afectadas.
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