Una de las principales amenazas para el suelo es la erosión, que afecta a la producción de hasta el 95% de los alimentos que consumimos. ©Carey Marks/University of Plymouth
Uno de los ingredientes clave para un futuro #HambreCero es el suelo que hay bajo nuestros pies. Aunque no lo parezca, el suelo está lleno de agua, nutrientes y microorganismos que son esenciales para producir nuestros alimentos. Sin embargo, el suelo es un recurso finito: restaurar incluso unos pocos centímetros puede llevar hasta mil años. Por lo tanto, si queremos garantizar la seguridad alimentaria y mejorar la nutrición en el futuro, tenemos que cuidar hoy nuestro suelo.
Sin embargo, ¿qué pasaría si les dijéramos que cada cinco segundos se erosiona una superficie de suelo equivalente a un campo de fútbol? Sorprendente, ¿verdad? Resulta acertado decir que una de las principales amenazas para el suelo y nuestra seguridad alimentaria es la erosión. Este fenómeno hace referencia a la remoción de la capa superficial del suelo por el agua, el viento o actividades agrícolas insostenibles como la labranza intensiva. Parte de la erosión del suelo es natural y se produce en todas las condiciones climáticas de todos los continentes. Pero gran parte de ella se debe a actividades humanas insostenibles –como el sobrepastoreo, la agricultura intensiva y la deforestación– que pueden aumentar la tasa de erosión del suelo hasta un millar de veces.
La erosión acelerada del suelo puede tener consecuencias desastrosas para todos. Si no actuamos ahora, más del 90% de los suelos de la Tierra podrían degradarse para 2050.
He aquí cinco formas en que la erosión del suelo amenaza nuestra seguridad alimentaria y el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS):
1. La erosión del suelo restringe nuestra capacidad para producir alimentos nutritivos
Al disminuir los nutrientes disponibles para las plantas, así como el espacio para desarrollar las raíces, la erosión del suelo puede reducir el rendimiento agrícola hasta en un 50%. Además, los cultivos tienden a ser de menor calidad: deformes, más pequeños y menos nutritivos. Este producto de escasa calidad tiene consecuencias no sólo para los agricultores que tratan de venderlo, sino también en las personas que obtendrán menos nutrientes al consumirlo.
La erosión del suelo puede aumentar la frecuencia e intensidad de los desastres naturales, como deslizamientos de tierra e inundaciones. ©Carey Marks/University of Plymouth
2. La erosión del suelo conduce a la degradación de los ecosistemas
La erosión del suelo significa la eliminación de la capa superior del suelo, la más fértil del suelo. Implica que los minerales y nutrientes del suelo se depositen en otros lugares, degradando a menudo los ecosistemas tradicionales. Además, los sedimentos depositados pueden acumularse en embalses o anegar ríos y arroyos, privando a la gente de los recursos y la energía que les aportan.
3. La erosión del suelo afecta al suministro de agua
El suelo captura, almacena y filtra el agua, de modo que cuando se erosiona, deja transitar menos agua puede a través suya. Sin suelo, la calidad del agua potable en las tierras bajas puede disminuir, ya que el agua no fue filtrada adecuadamente a través del suelo aguas arriba. Además, con menos suelo para absorber las lluvias torrenciales, las inundaciones pueden volverse más frecuentes e intensas.
4. La erosión del suelo daña las infraestructuras urbanas
Cuando la tierra no está sujeta por las raíces de las plantas, puede verse fácilmente arrastrada por el viento o el agua. Como resultado, el suelo suelto y erosionado puede hacer que las inundaciones, los deslizamientos de tierra y los vientos huracanados sean más intensos. Estos desastres naturales no sólo destruyen las explotaciones agrícolas, sino que también pueden dañar infraestructuras urbanas que aportan servicios vitales a los habitantes de las ciudades.
5. La erosión del suelo contribuye a la pobreza y puede conducir a la migración
Más de 68 millones de personas se han visto desplazadas de sus hogares en todo el mundo, muchas de ellas por cuestiones relacionadas con el clima. La erosión del suelo no hace más que agudizar los efectos del cambio climático: con menos suelo, los ecosistemas tienen menos resiliencia para adaptarse a los nuevos patrones de temperatura y precipitaciones. A medida que el agotamiento del suelo agrava los efectos de los fenómenos meteorológicos, los medios de subsistencia de la población se ven cada vez más afectados, y más personas pueden verse obligadas a desplazarse a otro lugar.
Combatir la erosión del suelo será clave para un futuro sin hambre y para alcanzar la Agenda 2030. ©Freedomz/shutterstock.com
A pesar de todo, hay buenas noticias: en algunos lugares del mundo, las tasas de erosión del suelo han disminuido en las últimas décadas. De hecho, la erosión puede reducirse en gran medida en casi todos los contextos con prácticas de gestión sostenible del suelo, como la construcción de terrazas o el desarrollo de cultivos de cobertura que protejan la superficie del suelo. Trabajando juntos, agricultores, científicos y responsables de las políticas pueden desarrollar estrategias y programas para luchar contra la erosión del suelo.
Dado que el 95% de nuestros alimentos proviene del suelo, es imperativo detener su erosión. Nuestra capacidad para alcanzar los ODS y garantizar un futuro #HambreCero depende de ello.
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