Emprendedores en el sector pesquero peruano ven cómo sus negocios despegan con el apoyo de un innovador programa nacional apoyado por la FAO y el Banco Mundial. ©FAO/Jordi Vaqué
Cuando una mañana, hace cinco años, la pescadora peruana Karin Abensur capturó cerca de 800 kg de pescado, calculó aproximadamente cuánto ganaría. “Pensé, en el peor de los casos me pagarán 6 soles (1,76 USD) por kg”, cuenta Karin. Pero cuando regresó al puerto de Pucusana, en el centro del Perú, tras cuatro horas en alta mar, le decepcionó que le ofrecieran solo 1 sol por kg (aproximadamente 0,30 USD). “Me dijeron que lo tomara, porque nadie me ofrecería más”.
Es el reflejo de una realidad aciaga para mucha gente que, como Karin, se gana la vida en el sector pesquero del Perú. El valor de mercado de especies como la mielga y el angelote, abundantes en el litoral peruano, es generalmente bajo. La pesca siempre fue la pasión de Karin, pero después de estudiar marketing en la Universidad, se dio cuenta de que para convertir su pasión en un medio de vida tendría que ser creativa. Poco después, puso en marcha su nuevo negocio: transformar pescado con un bajo valor de mercado en productos con mayor demanda, como pescado cortado y elaborado para sushi.
Se inspiró en la nueva moda de comida asiática que está arrasando en el Perú. “Hay una explosión de restaurantes asiáticos en Lima,” apunta Karin. “Mucha gente quiere comer sushi, pero algunas personas no se lo pueden permitir”.
Su negocio, Karin Ecofish, capacita a fileteadoras en el uso de técnicas innovadoras para crear nuevos productos a partir del pescado que ella captura. Estas mujeres dominan ahora la técnica de complejos cortes de estilo japonés que alcanzan un precio más alto en el mercado. “Yo apuesto por los cortes asiáticos con bonito”, dice, refiriéndose a un pescado local barato con un sabor parecido al atún.
"Cuando termino de echar las redes, mientras espero, toco la quena (flauta tradicional andina) para pedir a los apus (espíritus de la montaña) que me den un buen día de pesca”, cuenta la pescadora Karin Abensur. ©FAO/Jordi Vaque
Con su pescado sostenible de cercanía Karin no solo aspira a atraer a los restaurantes, sino también a los consumidores locales. Para animar a más personas a consumir pescado, está ampliando su gama de productos a partir del sushi, capacitando a sus trabajadoras para elaborar pepitas y palitos de pescado para niños y cortes parrilleros para reuniones familiares.
En el lado opuesto del Perú, en la región de Puno, otro innovador negocio de acuicultura dirigido por mujeres ha alcanzado un éxito similar. A unos 4 000 metros sobre el nivel del mar, a orillas del lago Arapa, una pequeña empresa llamada Truchas Arapa produce una trucha de un llamativo color rojo mediante la extracción de axtasantina, un tinte natural, de la múnida. Esta especie de crustáceos es una captura accidental común que a menudo se desecha y se pudre en las playas. Pero al incorporar el tinte a la alimentación de la trucha cultivada, su color cambia, lo que la hace más atractiva para los consumidores y aumenta su valor de mercado y, por ende, su rentabilidad. Hoy, este pescado se ha labrado tal fama que uno de los mejores restaurantes de Lima lo sirve.
Reyna Callata es la directora comercial de Truchas Arapa. Siempre ha trabajado en la industria de la acuicultura en la región y solía administrar la empresa de su familia, que produce y vende truchas en distintas zonas del departamento de Cusco.
“Necesitábamos dar un salto, y ahora queremos seguir creciendo. Estábamos seguros de que esta trucha única, saludable y rica en proteínas, tendría una gran demanda, con precios más justos, y ayudaría a generar nuevos empleos para las personas en la región”.
A cargo de la parte técnica del proyecto está Marisol Churacutipa. Se incorporó como pasante y con el correr del tiempo ascendió hasta ocupar el cargo de Jefa de Producción, responsable de la transformación de la trucha en diferentes productos. Para Marisol, el éxito de este negocio liderado por mujeres va más allá de lo económico.
“Hay muchas personas que se sienten orgullosas de que una mujer pueda llevar a cabo un proyecto no solo en su casa, sino también en mayor escala. Un proyecto productivo y que cree oportunidades de empleo para la comunidad, para las mujeres y también para los varones”, afirma.
Estos proyectos son solo dos de las 800 iniciativas seleccionadas para participar en el Programa Nacional de Innovación en Pesca y Acuicultura (PNIPA) del Gobierno del Perú. Iniciado en 2017 y financiado por el Banco Mundial, el PNIPA fue diseñado por la FAO y, a petición del Gobierno del Perú, la FAO continúa apoyando este programa. Algunas de sus actividades consisten en implementar un plan de subvenciones competitivo para financiar técnicas innovadoras de cultivo, mejorar la gobernanza del sector pesquero y aprovechar plataformas digitales para monitorear el desempeño del programa.
El PNIPA se fundamenta en el conocimiento ancestral de las comunidades pesqueras, ayudándolas a salvaguardar sus recursos, explorar nuevos mercados y crear medios de vida más sostenibles. El programa celebra la innovación, no solo apoyando el espíritu empresarial, sino también alentando a las mujeres, a las comunidades indígenas y a los jóvenes a presentar sus ideas y participar. El programa espera apoyar 2 000 iniciativas antes de que termine 2022.
Marisol Churacutipa y Reyna Callata han tenido éxito en su negocio, agregando un tinte natural para dar a las truchas más sabor y valor. ©FAO/Jordi Vaqué
Sin embargo, el programa no se centra únicamente en los pescadores, sino que también crea redes entre investigadores, restauradores, empresarios y expertos para impulsar un sector de la pesca y la acuicultura sostenible y rentable en todo el país. Dennis Escudero, experto en inversiones de la FAO, señala la importancia del enfoque participativo del PNIPA: “Las propias comunidades están encontrando soluciones innovadoras. El programa financia iniciativas que surgen de necesidades reales en diferentes cadenas de suministro”.
Una vez que se selecciona un proyecto a través de un proceso competitivo, los beneficiarios hacen una contribución financiera inicial y el resto lo cubre el PNIPA. Este enfoque lleva a una mayor participación e infunde una sensación de pertenencia entre los receptores. Además de la financiación, el programa lleva a cabo una amplia gama de talleres y eventos pensados para mejorar competencias, como el marketing.
Innovación, innovación, innovación: esta es la clave para crear medios de vida sostenibles en el cambiante clima de hoy y para alcanzar todos los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Tomar sectores tradicionales, como la pesca y la acuicultura, y apoyar a empresarios locales e ideas innovadoras ha tenido un efecto increíble en el Perú y está mejorando las vidas de hombres y mujeres en todo el país.
Nota de la redacción: Este artículo se escribió antes de que la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19) afectase al Perú.
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