Campesinos recolectan sorgo en la región de Tharaka Nithi ©FAO/Tian Cai
Cada vez más agricultores en algunas de las áreas más pobres del sur y el centro de Kenia trabajan sus tierras y venden sus productos en grupo, en base a acuerdos negociados con los compradores.
Esta forma de agricultura brinda a los campesinos pobres más capacidad de negociación y de influencia en el mercado, y les ayuda a planificar mejor qué y cuánto producir. También les permite hacerse una idea clara del precio de su producto y del mejor momento para venderlo.
Desde 2015, unos 15 000 agricultores se han unido para formar agrupaciones y practicar la comercialización colectiva. Cada grupo cuenta con entre 15 y 30 miembros, y algunos se constituyen en una organización comunitaria, que normalmente se haya registrada ante las autoridades del condado.
La producción de sorgo se multiplica por diez
“Nos hemos unido para poder superar nuestras dificultades. Nos dábamos cuenta de que no obteníamos provecho de nuestro trabajo. Aprendimos esta nueva forma de agricultura a través del proyecto y ahora hemos pasado de cultivar de uno a cuatro acres; algunos incluso hasta 20 acres”, dice Purity Gatiria Njeru, directora de una agrupación de agricultores en el condado de Tharaka Nithi.
Un agricultor comprueba el nivel de humedad de los cereales para asegurarse de que el cultivo cumple con los estándares de calidad (izqda). Los campesinos usan riego por aspersión para obtener mejores cosechas (dcha) ©FAO/Tian Cai
Se cultiva principalmente sorgo, pero también frijoles, frijol mungo (poroto chino) y frutas.
Antes del proyecto, los miembros del grupo liderado por Purity recolectaban 100 kg de sorgo por acre. Ahora obtienen más de una tonelada, lo que supone multiplicar su producción por diez.
El precio también ha aumentado, de 25 chelines kenianos por kg de sorgo a entre 32 y 38 chelines.
Nuevas habilidades y formas de cultivar
Como parte del proceso apoyado por la FAO, los campesinos han sido capacitados en agricultura de conservación; en cómo reducir los costes de producción y las pérdidas post-cosecha; cómo garantizar que sus productos cumplan con los estándares de calidad -por ejemplo, midiendo los niveles de humedad del grano-; y cómo seleccionar y empaquetar mejor sus productos.
A través de sus agrupaciones de agricultores y organizaciones comunitarias, los campesinos pueden también acceder a préstamos para comprar semillas, fertilizantes y plaguicidas a un costo menor, así como el alquiler de equipos, entre ellos máquinas conocidas como “sembradoras directas” que facilitan y hacen más rápida la siembra.
Las máquinas pueden labrar (preparar la tierra), plantar y fertilizar el suelo al mismo tiempo. El objetivo es reducir el arado (para minimizar la perturbación del suelo), uno de los tres principios de la agricultura de conservación.
Agricultores frente a una trilladora de sorgo ©FAO/Tian Cai
¿Los resultados?
Más calidad y cosechas más abundantes, e ingresos estables y más elevados para los agricultores.
Con el dinero extra, éstos pueden enviar a sus hijos a la escuela, mejorar sus condiciones de vida e invertir más dinero en sus explotaciones.
“Logramos abrir una cuenta bancaria (después de unirnos al grupo) y comenzamos a ahorrar. Ahora tenemos algún dinero ahorrado; compramos, entre otras cosas una moto (para transportar los productos al centro de recolección). Incluso podemos conceder préstamos a otros agricultores”, explica John Kirugi, que forma parte del grupo de Purity, desde un campo de sorgo que alcanza ya gran altura.
Cultivar más sorgo, el preferido de los granjeros en Kenia
No es solo la forma en que los agricultores trabajan su tierra lo que ha estado cambiando, sino también los cultivos a los que se dedican.
Enfrentados a las frecuentes sequías, cada vez más campesinos kenianos están pasando del maíz al sorgo, un cereal que resiste la sequía, robusto y fácil de cultivar.
El sorgo es autóctono de África oriental, por lo que los campesinos de Kenia están regresando a un cultivo que está mejor adaptado y era popular mucho antes de que se introdujera el maíz, de origen centroamericano.
Cultivan esta versátil planta para comer sus granos, muy nutritivos. También los utilizan como pienso para el ganado y para la producción de etanol; los tallos sirven como material de construcción y las hojas como forraje para los animales.
En la floración, la planta puede alcanzar hasta cuatro metros de alguna y sus granos ofrecen una amplia gama de colores: blanquecino, marrón oscuro, rojo claro y negro. Desde lejos, las flores parecen racimos de uvas boca abajo.
¿Cuál es el siguiente paso?
En 2018, la FAO tiene como objetivo capacitar a más de 100 000 familias de agricultores en zonas áridas y semiáridas, y enseñarles los beneficios de trabajar en agrupaciones y los de la comercialización colectiva.
Más de 60 000 familias kenianas recibirán también apoyo para estar mejor vinculados a los mercados.
Son las que viven en las zonas con la tasa más alta de pobreza -más del 75 por ciento en comparación con la media nacional del 45 por ciento-, y donde la seguridad alimentaria sigue planteando una grave preocupación.
A pesar de ello, si cuentan con los recursos necesarios, estas regiones tienen un enorme potencial para impulsar el sector agrícola del país.
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