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Hacer llegar el agua a más zonas rurales de África


Asegurar el agua para la agricultura y el saneamiento no es una quimera

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Un sistema de riego multicompuerta por gravedad extrae agua del río Sebwe en Mubuku (Uganda). ©FAO/Eva Pek

24/11/2020

Algunos meses antes de que estallara la pandemia de enfermedad por coronavirus (COVID-19), en el informe dirigido por la FAO titulado El estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo 2020, se había constatado que África era la región donde el número de personas subalimentadas había aumentado más rápidamente.

En el informe se señala que, a menos que se produjera un cambio drástico, África llevaba camino de superar a Asia y albergar a más de la mitad de las personas hambrientas del mundo en 2030. Y ello, con menos de una quinta parte de la población mundial. Este triste avance podría darse incluso antes, ya que se considera que la pandemia acelera las tendencias sociales e intensifica las corrientes económicas subyacentes.

Algunos de los motivos para ello son históricos. Otros, como la persistencia de bolsas de inestabilidad y conflictos, son más circunstanciales. Entre las causas estructurales destaca el clima implacable que afecta a vastas zonas subcontinentales.

Una tierra seca y expuesta...

Todo el tercio septentrional de África, la mayor parte de su tercio meridional y el Cuerno son zonas rojas en el mapa mundial de la FAO de la aridez. Buena parte del continente, a excepción de su cinturón central, recibe menos de cinco milímetros de lluvia considerada eficaz para la agricultura. Ello hace imprescindible que el agua se extraiga de fuentes renovables.

Sin embargo, más del 60 % de las fuentes de agua renovables en África se concentra en solo cinco países: Gabón, Liberia, la República Centroafricana, la República del Congo y Sierra Leona. Las otras 50 naciones, incluidas las más extensas y pobladas de África, comparten el tercio restante.

La COVID-19 está añadiendo más presión. Es necesario destinar más agua a la higiene: la Organización Mundial de la Salud estima que, en todo el mundo, se necesitan unos 58 toneladas cúbicas de agua adicionales al día solo para lavarse las manos. “Ello equivale a una décima parte de toda el agua de los ríos, los lagos y el suelo de Francia”, explica el Sr. Maher Salman, que dirige el Grupo de gestión de recursos hídricos de la FAO.

Es más, aunque todavía hemos de calcular la cantidad exacta de agua consumida a raíz de las hospitalizaciones por COVID-19, los datos del precedente más cercano, la epidemia del síndrome respiratorio agudo y grave de 2003, apunta unos 100 litros por paciente.

Izquierda/Abajo: Fuente: FAO AQUASTAT; Derecha/Abajo: Funete: UNICEF y OMS, 2019

… una falsa dicotomía...

Incluso si se elimina la COVID-19 de la ecuación, el hecho persiste: en entornos donde la presión sobre los recursos hídricos es elevada, la competencia entre los usos agrícolas y de saneamiento del agua es intensa en el mejor de los casos. Hay razones de peso en favor de ambos, demandas igual de vitales que han de abordarse con un planteamiento de cooperación y no de rivalidad y que el Sr. Salman aplica con firmeza.

“A menudo es poco realista esperar que los gobiernos asignen todas las cuestiones relacionadas con el agua a un mismo ministerio o instancia administrativa”, afirma. “No obstante, tratándose de un asunto de políticas, debería haber coordinación y no rivalidad, como ha venido ocurriendo tradicionalmente. Tener agua para cultivar alimentos y tener agua para mantener la salud no son proposiciones antagonistas”.

En el informe titulado SMART Irrigation-SMART WASH (donde “WASH” es el acrónimo en inglés de “Agua, saneamiento e higiene”), la FAO ha examinado las vulnerabilidades de África utilizando un conjunto de indicadores de estrés hídrico, parámetros de salud pública y marcadores de seguridad alimentaria. El informe, con un alto contenido analítico, también está repleto de soluciones para aumentar la eficiencia del uso del agua.

… y una solución

Por ejemplo, las zonas húmedas construidas son estanques artificiales en los que las aguas residuales se filtran mediante procesos naturales a fin de hacerlas inocuas para el riego de los cultivos. Otras técnicas son la aplicación de bioestimulantes (microorganismos orgánicos que mejoran la absorción de nutrientes) para reducir la transpiración, el proceso mediante el cual las plantas pierden humedad en las zonas climáticas más desfavorables de África. También existen pantallas de malla para obtener humedad de la niebla; sistemas para conducir el agua acumulada en los tejados hacia sistemas duales de colección: canales abiertos para riego y cisternas subterráneas tratadas mediante pozos de desinfección para el saneamiento, y varios tanques y bombas ingeniosamente diseñados.

Una red ramificada lleva el agua del Nilo hacia un sistema de riego a presión en Assiut (Egipto). ©FAO/Eva Pek

La llegada retardada de la COVID-19 a África, las escasas conexiones de transporte y la acción temprana de los Centros africanos para el control y la prevención de las enfermedades, que son el organismo sanitario de la Unión Africana, parecen haber protegido el continente de lo peor de la pandemia. Asimismo, se ha sugerido que tener una población joven puede haber ayudado. Incluso así, la pandemia está lejos de haber terminado. Y a más largo plazo, ningún otro continente ha de vivir bajo la amenaza que acecha a África, consistente en la intensa escasez de agua, la situación precaria de la seguridad alimentaria y la fragilidad de los sistemas sanitarios.

La coautora del informe, especialista en gestión de aguas, Sra. Eva Pek, es originaria de Hungría, un país conocido por sus abundantes recursos hídricos y sus conocimientos en materia de hidrogeología. Según explica, pertenece a la tercera generación de su familia que sigue esta línea de trabajo. “Las soluciones que proponemos”, dice la Sra. Pek con convicción absoluta, “están concebidas para que funcionen bien en los ambientes africanos. Son baratas de instalar, pero tienen la capacidad real de transformar los hogares rurales y las comunidades de las aldeas”.

El informe “SMART Irrigation-SMART WASH” tiene tres vertientes: elemento de concienciación, proyecto de políticas y señal de oportunidad de financiación. No obstante, sobre el terreno su repercusión se puede medir bien en manos limpias y campos florecientes.

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