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La agricultura sostenible ayuda a las familias en El Salvador a superar desafíos del cambio climático y la COVID-19


Cómo un enfoque agroecológico ayudó a una agricultura a afrontar sequías e inundaciones, y ahora la pandemia de COVID-19

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Celia sigue trabajando durante la pandemia de COVID-19 produciendo vegetales para su familia y su comunidad. ©FAO/Omar Arriola

27/07/2020

En su parcela de hortalizas en El Salvador, Celia Osegueda y sus dos hijos luchan año tras año contra las condiciones climáticas adversas. Su parcela se encuentra cerca de la costa del Pacífico, en una parte del país donde las sequías intensas y las inundaciones repentinas son muy comunes. Recientemente, sin embargo, no es solo el clima con el que han tenido que lidiar: también se enfrentan a la pandemia de COVID-19. 

Celia y su familia no tienen más remedio que seguir trabajando. Pandemia o no, ella y otros miembros de su comunidad de San Luis Talpa confían en su producción de vegetales para poder comer alimentos nutritivos. Celia es una de las heroínas de la alimentación que ha trabajado para mantener la seguridad alimentaria del país durante estos tiempos difíciles. 

Sin embargo, Celia no se dedicó siempre a la cosecha de cultivos resistentes a períodos difíciles. Ella y su familia solían dedicarse al cultivo de granos básicos tradicionales en el país, como frijoles, maíz y sorgo. Sin embargo, estos cultivos sufren mucho por el exceso de lluvia u otros efectos del cambio climático. Su parcela solía tener pérdidas, hasta que participó en un proyecto de la FAO en su región, donde aprendió sobre prácticas resilientes al clima y sobre los beneficios de diversificar sus cultivos.

Después de capacitarse en la producción agrícola sostenible, Celia y otras familias de la zona ahora pueden cultivar productos nutritivos y de temporada, como tomates, chiles y pepinos. ©FAO/Omar Arriola

De cultivos básicos a productos más preciados

En 2018, Celia comenzó a implementar prácticas climáticamente inteligentes y ecológicas en su parcela con el apoyo de la FAO. Este modelo de producción sostenible se implementó a través de un proyecto de la FAO que tenía como objetivo reducir el uso de pesticidas en la comunidad de San Luis Talpa. El proyecto capacitó sobre prácticas orgánicas, incluyendo el uso de pesticidas naturales fabricados por los propios agricultores de la comunidad, y promovió la diversificación de cultivos que se adaptan de mejor manera a los efectos del cambio climático. 

El proyecto también estableció sistemas de riego, que permitieron a las familias locales cultivar pepinos, chiles, rábanos, tomates y plantas aromáticas. Pronto, Celia pasó de la agricultura de subsistencia al cultivo de hortalizas.

“Ahora, incluso en medio de esta pandemia de COVID-19, producimos chiles y tomates en nuestra parcela. Cosechamos chile cada ocho días y recolectamos tres o cuatro bolsas. También cosechamos tomates cada dos días", explica. 

Estos cultivos ayudan a los agricultores familiares a tener una dieta más nutritiva y a obtener mejores ingresos. La estrategia "del campo a la mesa", implementada en el marco del proyecto, permite a las familias vender sus productos a otras personas de la comunidad, así como a restaurantes que sirven a turistas en la zona cercana a la costa salvadoreña.

“Aquí en esta comunidad hemos aprendido a producir nuestros vegetales con un enfoque agroecológico. Antes solo sembrábamos maíz, sésamo y yuca. Ahora, gracias a la FAO, hemos diversificado nuestros cultivos e incluso podemos llevar nuestras verduras al mercado y a los restaurantes locales”, explica Celia.

El proyecto de la FAO ayudó a agricultores familiares en El Salvador a dedicarse al cultivo de variedades que se adaptan a las sequías o al exceso de lluvia y a otros impactos del cambio climático. ©FAO/Omar Arriola

Producción de alimentos durante la pandemia.

Antes de que el virus de la COVID-19 llegara al país, Celia vendía la mayoría de sus productos a restaurantes locales. Esto ha cambiado a medida que los restaurantes se han visto obligados a cerrar debido a las medidas de contención. En cambio, ahora vende sus productos desde su hogar, siguiendo los protocolos de higiene.

“Nuestros productos lo vendemos a las familias a menor costo para ayudarles. Con nuestra cosecha también ayudamos a nuestro hogar, generamos ingresos y puedo dar a mis hijos una mejor alimentación; gracias a Dios contamos con nuestra parcela en estos momentos de crisis”.

“Yo lo que digo, es que es un apoyo especial el que nos ha dado la FAO, que nunca nos habían dado, ahora me siento más motivada y me gustaría incrementar mi producción y llegar a otros mercados no solo a lo local”, explica Celia.

La FAO está trabajando con el Gobierno de El Salvador y con las autoridades locales para minimizar los impactos de la COVID-19 en las familias productoras y fortalecer la producción agrícola en El Salvador.

Al fortalecer la resiliencia de los agricultores familiares y equiparlos con las herramientas necesarias para mantener a sus familias en un momento de crisis como la pandemia de COVID-19, la FAO está apoyando la recuperación económica de las familias rurales en El Salvador.

Detrás de los alimentos que comemos, hay siempre alguien que los produjo, los cultivó, los cosechó, los pescó o los transportó. Agradecemos a estos #HéroesDeLaAlimentación que, sin importar las circunstancias, continúan llevando alimentos a sus comunidades, ayudando a crecer, nutrir y sostener nuestro mundo.

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