El comercio de alimentos puede aumentar la disponibilidad de alimentos nutritivos y compensar las malas cosechas u otras perturbaciones en el suministro. Sin embargo, con el incremento del comercio mundial, mantener la inocuidad alimentaria plantea cada vez más desafíos. ©beecappy/shutterstock.com
Los alimentos están evolucionando. Bebidas para sustituir a la comida sólida, pasta impresa en 3D, carne cultivada en laboratorios... Éstas son solo algunas de las alternativas recientes. Independientemente de cuál sea nuestra opinión al respecto, a medida que los alimentos cambian, también lo hará nuestra necesidad de definir su inocuidad.
Para que un alimento sea considerado como tal, debe ser inocuo. Los alimentos nutritivos nos aportan la energía y los nutrientes necesarios para mantenernos saludables y activos. Para ello, nuestros alimentos deben superar diversas pruebas que acrediten que no contienen niveles perjudiciales de toxinas o microorganismos. Cada año fallecen en el mundo más de 420 000 personas, y cerca de 600 millones enferman al ingerir alimentos contaminados. Con el aumento del comercio mundial, mantener la inocuidad de los productos alimentarios plantea cada vez más desafíos, ya que éstos recorren grandes distancias atravesando fronteras. Sin embargo, el comercio de alimentos es una actividad útil y habitual en nuestro planeta, que beneficia tanto a los países importadores como a los exportadores. El comercio alimentario puede aumentar la disponibilidad de alimentos nutritivos y compensar las malas cosechas u otras perturbaciones del suministro. También puede contribuir a afianzar y crear empleo para los productores de alimentos. Un brote de una enfermedad transmitida por alimentos puede alterar o destruir los medios de vida de miles de personas. Asegurar que la producción y manipulación de alimentos mantienen su inocuidad a lo largo de toda la cadena de suministro protege la salud de la población, salvaguarda sus empleos y establece condiciones de igualdad para el comercio.
Cuando sobrevienen las enfermedades transmitidas por los alimentos, las autoridades sanitarias y agrícolas deben identificar los denominadores comunes del brote y trabajar con las empresas privadas para localizar la fuente de contaminación. No es una tarea fácil. Pero las nuevas herramientas científicas están consiguiendo que el proceso sea más rápido y efectivo. Un avance científico importante, la secuenciación del genoma completo (SGC), identifica los patógenos leyendo sus combinaciones de genes. La SGC es una técnica que lee la información genética y puede revelar una secuencia distinta e identificar microorganismos concretos. Estas secuencias de ADN son como las huellas dactilares. Son exclusivas de cada organismo y su cepa y, por ello, esta técnica de SGC puede identificar patógenos con un nivel de precisión no conocido hasta la fecha.
Para que un alimento se considere como tal, debe ser inocuo. Cada año fallecen más de 420 000 personas y otros 600 millones de personas enferman al ingerir alimentos contaminados. Izqda: ©basel101658/shutterstock.com Dcha: © nopthanon pimphat/shuttersto
La SGC nos ayuda a identificar patógenos y a mantener la actividad de nuestro comercio alimentario de cuatro maneras:
1. La SGC puede ayudar a identificar con mayor precisión en un alimento con múltiples ingredientes cuál es el responsable de un brote. Cuando comes un huevo y enfermas, sabes que ha sido culpa del huevo. ¿Pero qué sucede si te pones enfermo después de comer una quiche? ¿Han sido los huevos, la mantequilla, la leche u otro ingrediente? La SGC puede detectar qué ingrediente específico transportaba el patógeno, con mayor precisión que los métodos convencionales.
2. La SGC permite identificar la fuente de contaminación. Saber en qué punto de la cadena alimentaria se ha contaminado un alimento evita que culpemos sin tener evidencias a los restaurantes u otros negocios para el consumidor. Por ejemplo, en junio de 2014 hubo un brote importante de Salmonella en varios países, aparentemente relacionado con el consumo de huevos. Se registraron de 350 casos en diversos países europeos. Tomando muestras de cinco restaurantes en Inglaterra, la SGC demostró que los casos eran distintos pero estaban relacionados. La SGC de muestras adicionales procedentes de diversos países europeos demostró que los focos de contaminación eran independientes pero tenían su origen en un único productor europeo de huevos.
3. La SGC ayuda a determinar qué enfermedades forman parte de un brote. Cuando se producen los brotes, es muy difícil saber si la causa de la enfermedad de una persona es la misma que la de otra, en especial si se encuentran en zonas diferentes del país. Con la secuenciación del genoma completo, resulta más sencillo identificar el patógeno y el tipo de enfermedad que puede provocar.
4. La SGC puede mostrar con mayor claridad los vínculos entre brotes multinacionales. El caso de la Salmonella mencionado anteriormente subraya también la importancia de poner los datos de secuenciación del genoma completo a disposición de los países. El intercambio global de datos de la SGC podría mejorar la respuesta a un brote transmitido por los alimentos y evitar su propagación.
La secuenciación del genoma completo (SGC) puede localizar patógenos leyendo sus combinaciones de genes. Al igual que las huellas dactilares, estas secuencias de ADN son exclusivas de cada organismo y su cepa. La SGC puede encontrar patógenos con una precisión desconocida hasta hoy. ©FAO/Roberto Faidutti
La tecnología de la SGC es de aplicación universal y el intercambio de información a nivel mundial es esencial para aprovechar al máximo esta herramienta. Sin embargo, aunque el coste de esta tecnología está disminuyendo, no todos los países tienen medios suficientes para aplicarla. Habitualmente se carece de infraestructuras de laboratorio y capacidades para realizar este tipo de análisis, en especial en los países menos desarrollados. Debe haber un compromiso global para que la SGC esté disponible en todos los países y se convierta en una herramienta eficaz para fortalecer los sistemas de seguridad alimentaria globales y locales. La FAO facilita una red informal de países en desarrollo para compartir información, conocimientos y experiencia en el uso de la SGC para la gestión de la inocuidad alimentaria. A fecha 1 de agosto de 2018, había 17 países participando en esta red.
Los alimentos insalubres impiden la absorción de nutrientes, dando lugar a una nutrición inadecuada, que a su vez hace que la población sea más susceptible a las enfermedades. Es un círculo vicioso que se debe romper. El Objetivo de Desarrollo Sostenible 2, que se centra en poner fin al hambre, lograr la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible, solo podrá alcanzarse cuando los alimentos sean inocuos. Ésta es la base para un mundo con #HambreCero.
Más información