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Decisiones difíciles para las familias afectadas por la sequía en las zonas rurales de Somalia


Proteger los medios de vida mantiene juntas a las familias

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Cuando llega la sequía y desaparecen los medios de vida, abandonar el hogar y separarse de la familia se convierte en un mecanismo de supervivencia. © FAO/Arete/Ismail Taxta

01/08/2022

A las afueras de la ciudad de Beletweyne, en el sur de Somalia, Maryam Muse Duale parte pequeños palos con las manos para alimentar la hoguera en el suelo que mantendrá calientes a sus hijos por la noche. Maryam ha construido un endeble refugio con palos y telas que no impide la entrada del frío por la noche. Sus hijos se sientan en una estera, esperando que lleguen los alimentos de los organismos humanitarios. Cuando llegan, ella los reparte primero entre los niños. Los padres comen lo que haya sobrado.

Como muchos otros somalíes del medio rural, Maryam se enfrenta a una nueva realidad; su vida como productora agropastoril dista mucho de ser lo que era hace solo unos meses. La sequía en Somalia, que empezó a finales de 2020, no ha hecho más que extenderse e intensificarse.

No hace mucho, la familia de Maryam se dedicaba a criar cabras, recoger leña y practicar la agricultura de secano para subsistir, pero tras tres estaciones húmedas sin llover, la tierra se secó, sus cabras murieron y su familia quedó en la indigencia.

“Antes de la sequía, teníamos un carro y un asno y salíamos a recoger leña. No teníamos camellos, pero teníamos cabras. Ahora no tenemos nada”, dijo. Sin ninguna opción, su familia tomó la difícil decisión de abandonar su hogar y dirigirse a la ciudad de Beletweyne en busca de ayuda.

“Vinimos a la ciudad en busca de una vida”.

La FAO trabaja con las familias de las zonas de Somalia afectadas por la sequía para proporcionarles transferencias de efectivo y bienes de subsistencia que les den la posibilidad de quedarse. © FAO/Arete/Ismail Taxta

La familia de Maryam también tuvo que separarse como mecanismo de supervivencia. Las mujeres se llevaron a los niños a la ciudad en busca de ayuda, mientras que los hombres buscaron trabajos esporádicos y se quedaron en sus aldeas para proteger las pertenencias que les quedaban. No saben cuándo podrán volver a encontrarse.

En el campamento para desplazados internos en el que Maryam y sus hijos han encontrado cobijo temporal, se les debe dar todo: alimentos, agua y medicamentos. Al vivir entre desconocidos y sin la protección de sus familiares, las mujeres y los niños desplazados también están más expuestos a sufrir violencia de género y daños físicos, por no hablar de los brotes de enfermedades. La decisión de abandonar el propio hogar tiene un elevado costo económico y psicosocial.

“Existe una gran diferencia entre nuestro pasado y nuestro presente, porque en el pasado, vivíamos en nuestra casa y si necesitábamos algo, sabíamos dónde acudir”, explica Maryam.

Ahora su supervivencia y la de su familia depende totalmente de la buena voluntad de otras personas.

Como Maryam, más de 900 000 personas ya han sido desplazadas por la sequía y, según las previsiones de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCAH) de las Naciones Unidas, esta cifra habrá aumentado de forma exponencial a finales de junio de 2022.

Con otros organismos que prestan apoyo a las personas que se encuentran en estos campamentos de desplazados internos, la FAO está presente en las zonas afectadas por la sequía, proporcionando transferencias de efectivo, bienes de subsistencia y apoyo de otro tipo a las personas en sus aldeas, dándoles la opción de quedarse y ayudar a reducir el desplazamiento en masa y la presión de los campamentos de desplazados internos, que ya están saturados.

Con financiación de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), el proyecto Cash+ de la FAO proporciona transferencias de efectivo y bienes de subsistencia de emergencia a las familias. Las semillas, las herramientas y la atención veterinaria ayudan a las familias a continuar su trabajo, mientras que la asistencia de urgencia en forma de efectivo les ayuda a cubrir otras necesidades básicas como los alimentos, el agua y los medicamentos y reduce la necesidad de desplazarse para buscar servicios y apoyo.

La familia de Alí y otras 1 874 más han recibido transferencias de efectivo y bienes de subsistencia gracias al proyecto Cash+ de la FAO. © FAO/Arete/Ismail Taxta

“Soy agricultor y voy a seguir trabajando aquí”

Mientras tanto, Alí Mohamed Wasuge, pastor local, ha decidido quedarse en la aldea de Sariirale, en Somalia central, cerca de la frontera con Etiopía, a pesar de que dice no haber visto nunca la tierra tan seca. La tierra, los árboles, los arbustos: todo son distintas variaciones de color marrón.

“Los campos están secos y, sin agua, todo lo que plantamos la temporada pasada ha sido arrasado por la sequía. Nuestro ganado está hambriento”, dice.

Al no tener nada que comer, los animales del Alí están tan débiles que no pueden superar un simple resfriado o una infección y mueren en masa. Es testigo de la desaparición de sus medios de vida ante sus ojos. 

A pesar de las dificultades, Alí ha decidido quedarse en su hogar con su familia. 

“Tengo siete hijos y vivo aquí con mi mujer. Soy agricultor y voy a seguir trabajando aquí”, declara.

Es consciente de los riesgos que conlleva abandonar su explotación y sus medios de vida, pero no deja de pensar en marcharse. 

La FAO está trabajando para dar opciones a las personas. Hasta marzo de 2022, la familia de Alí y otras 1 874 familias más del distrito habían recibido transferencias de efectivo y bienes de subsistencia gracias al proyecto Cash+ de la FAO. Hasta la fecha, Alí ha recibido asistencia directa en efectivo, así como semillas y herramientas para plantar antes de la próxima temporada de lluvias.

A pesar de ser una pequeña cantidad, Alí ha podido pagar sus deudas y mantener unida a la familia; las semillas los ayudarán a recuperarse más rápido después de la sequía. 

Mantener unidas a las familias 

“Lo que observamos es que los hogares rurales se están enfrentando a la indigencia”, señala el Sr. Etienne Peterschmitt, Representante de la FAO. “Han agotado sus mecanismos de supervivencia y se están dirigiendo a las zonas urbanas en búsqueda de asistencia. Esto es lo que la FAO trata de impedir”, afirma.

El plan de la FAO de respuesta a la sequía requiere 131,4 millones de USD para beneficiar a 882 000 personas en 55 distritos. Las transferencias de efectivo y la asistencia de subsistencia ayudan a proteger los medios de vida rurales y prevenir una crisis humanitaria mayor.

Las inversiones en medios de vida son mucho más eficientes a la larga. Por cada dólar de los EE.UU. gastado en respaldar los medios de vida de las familias rurales a través de los programas de la FAO, se pueden ahorrar 10 USD en asistencia relacionada con la alimentación para una familia desplazada en un centro urbano. Asimismo, mientras que adquirir una cabra cuesta 40 USD, salvar una cabra de una familia rural de enfermedades relacionadas con la sequía cuesta tan solo 40 centavos.

A pesar de que las condiciones de la sequía siguen empeorando, la FAO trabaja sin descanso para ampliar la asistencia que presta a las comunidades rurales y también ayuda a los agricultores a adoptar prácticas más resilientes a los efectos de las sequías, los fenómenos meteorológicos extremos y el cambio climático en el futuro.

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Para obtener más información:

*Esta historia es una actualización de la publicada por primera vez el 24/03/2022.