Anastasia Mwamula arranca descalza las malezas de su arrozal de 1 000 m2. Es una actividad agotadora. De todos modos, a sus 51 años de edad y con ocho hijos que alimentar, se ha acostumbrado a trabajar duro.
Todas las mañanas, Anastasia y su marido de 58 años, Zakaria Wapali, salen de su casa de ladrillos rojos al borde de una pequeña aldea conocida como Scheme View para ocuparse de este y otros cultivos en su campo de algo más que seis hectáreas, ubicado a dos kilómetros a pie. Allí cultivan coles, bananas, mangos, maíz, mandioca, tomates y, por supuesto, arroz.
Y es que Anastasia y Zakaria proceden de Butaleja, un distrito agrícola que podría describirse fácilmente como “la cesta arrocera de Uganda”.
La producción de arroz en Butaleja estuvo limitada hasta los años setenta, cuando se implementó una gran zona de riego que contribuyó a regar los campos y compensar la escasez de la temporada seca. Hoy en día, los medios de vida de la mayoría de los agricultores del distrito dependen del arroz.
Durante años, Anastasia había tenido dificultades para lograr buenos rendimientos de arroz. Eso hasta mayo de 2024, cuando se reunió con expertos enviados a Uganda por el Ministerio de Agricultura y Asuntos Rurales de la República Popular de China como parte de un proyecto de Cooperación Sur-Sur ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) en colaboración con los gobiernos de China y Uganda.
Los expertos en arroz procedentes de China, junto con sus homólogos ugandeses, le enseñaron técnicas esenciales, como las de mejorar el drenaje del arrozal y espaciar adecuadamente las plántulas. Los resultados han sido espectaculares. Antes cosechaba 100 kilos de arroz en su arrozal de 1 000 m2. Ahora se acerca a los 400 kilos.
Taihua Chen, el experto en acuicultura del proyecto, también pudo ayudarla con otra de sus ambiciones: integrar la producción de arroz con la piscicultura, algo que se conoce como piscicultura en arrozales.
Allá por 2005, a Anastasia le había intrigado un programa de radio en el que se hablaba de la antigua tradición china de criar peces en arrozales inundados.. La idea que subyace a esta combinación es que los arrozales ofrecen protección y alimento orgánico a los peces, mientras que los peces ablandan el suelo y aportan nutrientes y oxígeno al cultivo de arroz. Al alimentarse de insectos y malezas, los peces también ayudan a mantener un equilibrio ecológico perfecto que mejora la biodiversidad sin recurrir a pesticidas nocivos.
Anastasia quería probar esta práctica, pero tenía dificultades con su cardumen de bagres y tilapias nativas del Nilo, que mantenía en un estanque junto al arrozal.
“Al principio tuve problemas. No tenía experiencia con peces. Alimentarlos era muy costoso y no sabía cómo hacerlo. El agua no era suficiente y los peces empezaron a morir”, cuenta.
Chen le enseñó a utilizar piensos naturales fáciles de conseguir, como caracoles y hojas de col en pedacitos, lo que le permitió utilizar el dinero que había ahorrado para comprar más peces. Desde entonces ha duplicado su producción pesquera, que ahora supera los 100 kilos. El siguiente paso consiste en generar esa relación sinérgica en su granja introduciendo los peces en el arrozal.
Anastasia dice que los vecinos suelen preguntarle por qué no se compra ropa nueva con sus nuevos ingresos.
Dice que prefiere utilizar el dinero para pagar la educación de los niños. A la pregunta de si hay algo que le gustaría para sí misma, responde sonrojada: “Me gustaría cortarme el pelo para verme mejor”.
Uganda mantiene una larga amistad y lazos comerciales con China. Por ejemplo, el perímetro de riego Doho, en Butaleja, fue establecido por el Gobierno de Uganda en 1976 con ayuda del Gobierno de China.
China también tiene mucho que compartir con Uganda en lo que refiere a alimentar a una población en crecimiento. No hace mucho, amplias extensiones de Asia se enfrentaban a niveles de hambre similares a los que hoy afligen a África.
Los dos países, por tanto, parecían encajar de forma natural en el programa de Cooperación Sur-Sur de la FAO, que ofrece un amplio marco para la colaboración entre países en desarrollo basado en el concepto de solidaridad.
El objetivo del proyecto de Cooperación Sur-Sur (CSS) entre la FAO, China y Uganda consiste en incrementar la productividad de los agricultores ugandeses y ayudarles a producir más con menos, proporcionándoles capacitación, tecnología y asistencia técnica en una amplia gama de esferas, desde la producción de cultivos y la cría de animales hasta la acuicultura y la sericultura. El proyecto también está diseñado para ayudar a los agricultores a que lleven sus productos a los mercados mediante el desarrollo de cadenas de valor y el manejo poscosecha.
Este proyecto de CSS, a través del cual China ha prestado a Uganda un total de 56 expertos agrícolas desde 2012, es ahora el de mayor duración en el marco del Programa de Cooperación Sur-Sur entre la FAO y China.
Entre ellos se encuentra Zhong Ping Luo, un veterano de 59 años experto en arroz que se ha pasado los últimos cinco años en Uganda capacitando a agricultores. Afirma que sus propios recuerdos de haber crecido en una China menos próspera son uno de los factores que motivan de su trabajo, del que se siente profundamente orgulloso.
“Recuerdo las raciones alimentarias y a veces pasar hambre”, dice Zhong Ping. Afirma que es parte de lo que le inspiró a venir a Uganda: contribuir a los esfuerzos dirigidos a garantizar que todos tengan alimentos suficientes que comer.
Uganda, un país sin salida al mar, es, sin embargo, increíblemente verde y está bendecido con tierras fértiles y agua abundante gracias al lago Victoria, el río Nilo y dos estaciones húmedas al año, lo que le ha valido el sobrenombre de “la Perla de África”.
A sus exuberantes regiones occidentales, ricas en ganado y hogar de algunos de los últimos gorilas de montaña que quedan, suele denominárseles “la Tierra de la leche y la miel”.
Árboles de mango, jaca y bananos bordean sus carreteras, mientras que plantaciones de té y café adornan sus colinas.
Pese a los grandes avances económicos de los últimos decenios, la pobreza persiste en Uganda y afecta a cerca del 20 % de la población del país, sobre todo en las zonas rurales, donde vive la mayoría de sus cerca de 50 millones de habitantes.
La agricultura sigue siendo la columna vertebral de los medios de vida de la mayoría de los ugandeses y, dando acceso a equipos modernos y conocimientos tecnológicos mejorados, representa una gran oportunidad para aumentar la productividad.
“Uganda es un país agrícola”, afirma la Sra. Jessica Alupo, vicepresidenta del país. “Cuando hablamos de mejorar la tecnología, mejorar el fomento de la capacidad y capacitar a los agricultores, hablamos de transformar a estos agricultores de subsistencia en agricultores comerciales”.
La vicepresidenta Alupo afirma que el proyecto de CSS es muy importante para Uganda y ha contribuido “al crecimiento económico y la reducción de la pobreza en [su] país”.
Prueba del compromiso de su Gobierno es la importante financiación (de 9,6 millones de USD) que aporta a la fase actual del proyecto —la tercera—, que se suma a los 3 millones de USD que aporta China.
Los caminos que rodean la casa de Anastasia y Zakaria están llenos de baches, en su mayoría son de tierra y están bordeados de bananos, cocoteros y árboles de mango. Las casas rústicas que salpican el paisaje a lo largo de la ruta muestran simbas típicas de la región, pequeñas chozas redondas de ladrillos y barro con tejados de paja donde se quedan los hijos jóvenes hasta que abandonan el hogar familiar para casarse. Los niños juegan afuera libremente. Se pueden ver cabras, gallinas y perros vagando por el pueblo.
Butaleja es la región arrocera tradicional de Uganda, y gran parte de esta tradición se ha mantenido sin cambios.
Todavía hay algunos agricultores que utilizan bueyes para arar sus campos y, si bien puede que el sistema de riego del distrito haya mejorado notablemente desde los años setenta, algunos métodos productivos no han cambiado en milenios.
En dirección Este, hacia la frontera con Kenya, vive Robert Sagula, un agricultor arrocero de 69 años de Nabiganda.
Robert es uno de los arroceros con más experiencia de la zona. Empezó a cultivar al salir de la escuela y se hizo cargo de la granja familiar en 1986, cuando falleció su padre, quien había sido uno de los primeros en dedicarse al cultivo de arroz al recuperarse este cultivo en los años setenta.
Como otros miles de arroceros, también ha recibido capacitación especializada como parte del proyecto de CSS. Ha aprendido técnicas de trasplante, cómo preparar la tierra cavando y abonando adecuadamente, el espaciado apropiado entre plantas para maximizar su potencial de crecimiento y ha adquirido una mejor comprensión del momento adecuado para cosechar.
Este tipo de asesoramiento ya ha servido para que los agricultores locales aumenten los rendimientos de las variedades tradicionales de arroz.
Parte del proyecto consiste en promover una variedad híbrida de arroz de alto rendimiento y resistente a la sequía creada en China.
Las sequías son cada vez más frecuentes, y los corrimientos de tierras son una creciente fuente de alarma en torno al monte Elgon, un volcán extinto de 3 000 metros de altura que se eleva a lo lejos. Uganda precisa cultivos que puedan adaptarse mejor a un clima cambiante.
Aunque las semillas de este arroz híbrido son costosas, presentan más ventajas que las variedades tradicionales. Madura en 125 días, en lugar de los seis meses habituales, duplica con creces los rendimientos (de 1,6 a 4 toneladas por hectárea) y ofrece el aroma que muchos desean. Gracias a ello, puede llegar a alcanzar los 4 000 chelines ugandeses por kilo, en lugar del precio medio, que es aproximadamente la mitad.
Robert ha adoptado plenamente la nueva variedad en sus campos.
“Es sencillo. Con la variedad de siempre, podía obtener 500 kilos por acre [poco más de 4 000 m2]. Ahora obtengo más de 2 000 kilos por acre”.
Robert cree que el arroz híbrido puede servir para erradicar el hambre en Uganda y convertir al país en una cesta de alimentos para una gran parte del continente.
Al igual que la brisa sobre sus plantas de arroz, el efecto dominó del proyecto es evidente. Al momento, 200 de sus colegas han acudido a él en busca de consejo. Parte del objetivo del proyecto consiste en capacitar a los instructores, de modo que los beneficios de este sigan extendiéndose una vez que concluya.
“Me llaman ‘Musamesa (maestro) arrocero superior’”, dice con una sonrisa de oreja a oreja.
En Uganda se han distribuido entre los agricultores más de 10 toneladas de semillas híbridas y plantado más de 4 000 hectáreas con la nueva variedad.
El proyecto también sigue adelante con iniciativas dirigidas a promover la práctica de combinar el arroz con los peces. Por ejemplo, el bagre tiene una gran demanda en la vecina República Democrática del Congo.
Chen y sus colegas han estado capacitando a Anastasia, Zakaria y cientos de agricultores en el arte de la piscicultura en arrozales, y se han establecido por todo el país más de 50 emplazamientos para la demostración.
Según los cálculos de los expertos del proyecto, si se combinan ambas actividades, en un arrozal de 1 200 m2 pueden producirse una tonelada de arroz cultivado por anegamiento y 400 kilos de pescado.
Parte del proyecto de la FAO consiste en prestar apoyo al Centro de Investigación y Desarrollo Acuícolas de Kajjansi, donde se han establecido emplazamientos para la demostración y el ensayo de la piscicultura en arrozales y se capacita a los acuicultores en maneras de mejorar las cadenas de valor acuícolas y productivas.
En China, la expresión equivalente a “la Tierra de la leche y la miel” es “la Tierra del arroz y el pescado”, lo que parece acertado habida cuenta de la dirección en la que avanza la agricultura aquí.
Sin embargo, la difusión de esta antigua práctica china en Uganda presenta algunos obstáculos.
Charles Oberu, oficial principal de pesca del Ministerio de Agricultura, Industria Animal y Pesca de Uganda, señala que, en la actualidad, los criaderos de peces del país están demasiado lejos para muchos agricultores (los peces no se reproducen en los arrozales, necesitan ríos para eso). Así que el plan es hacer que los viveros estén más cerca y sean más accesibles para las comunidades, de modo que esta oportunidad pueda ofrecerse a otros agricultores.
Como en gran parte del mundo, la crisis climática exige cultivos que puedan prosperar con menos agua.
Wenjing Long, experto chino en el desarrollo de nuevas variedades de cultivos del Parque Industrial de Cooperación Agrícola entre China y Uganda (CUACIP), ha estado probando diversos cultivos en Uganda, desde berenjenas y sorgo hasta ají picante.
Un cultivo especialmente eficaz es el de mijo de cola de zorra (Setaria italica), una hierba llamada así porque su cabeza de semilla tiene una panícula peluda de color dorado rojizo que se asemeja a la cola de un zorro.
La evidencia más antigua del cultivo de mijo de cola de zorra se encontró en Cishan (China), a lo largo del antiguo lecho del río Amarillo, y data de hace más de 8 000 años. Es la especie de mijo más cultivada en Asia, pero hasta hace poco no se cultivaba en Uganda.
El mijo de cola de zorra no solo es resistente a la sequía y las enfermedades, lo que significa que no es necesario fumigar con pesticidas químicos los cultivos, sino que además tiene mayores rendimientos y tarda apenas 85 días en cosecharse. Es rico en proteínas y vitamina B12. Las ugandesas han empezado a mezclar su harina con la de mandioca para producir un pan oscuro, sabroso y crujiente que llaman kalo. Las semillas secas de mijo se muelen hasta que se convierten en harina, que luego se mezcla con agua y se cuece en un caldero de grandes dimensiones para hacer unas gachas sumamente nutritivas.
Charles Swama tiene 40 años y es padre de cuatro niños en una zona de Butaleja llamada Nawanjofu. El mayor tiene 13 años y el menor solo dos meses. Solía trabajar como ingeniero, arreglando maquinaria agrícola y sistemas de riego, hasta que perdió su empleo durante la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).
Vio una oportunidad cuando los expertos del proyecto introdujeron el mijo de cola de zorra en su aldea en 2023.
“Nunca había tenido ni idea de lo que era el mijo de cola de zorra”, dice, y añade que le convencieron a cultivarlo tras oír hablar de las ventajas que tenía en cuanto a mayor rendimiento y contenido nutricional.
Gracias a su formación en ingeniería, pensó en pedir dinero prestado para comprar un terreno baldío junto a un pantano y utilizar el agua cercana para regar su campo.
“Al hacer mi primera cosecha, estaba demasiado inspirado, demasiado feliz”, dice.
Hoy posee unas 3,6 hectáreas y 14 cabezas de ganado, cuyo estiércol utiliza para fertilizar el campo: otro consejo que recibió de los expertos chinos.
Charles ha utilizado sus nuevos ingresos para ampliar su granja y pagar la escolarización de sus hijos, pero afirma que su sueño es comprar un camión que le permita transportar sus productos al mercado.
El proyecto de CSS en Uganda ha obtenido un éxito notable. El plan original era alcanzar 9 600 beneficiarios para la fase actual del proyecto. Sin embargo, 70 000 agricultores de todo Uganda ya se han beneficiado con el proyecto, ya sea directa o indirectamente.
En los lugares en que se ha ejecutado el proyecto, la producción arrocera se ha cuadruplicado, pasando de 2,5 a 10 toneladas por hectárea, mientras que la producción lechera ha aumentado de 2 a 7 litros por vaca al día. Las técnicas de bajo costo de pienso para peces han impulsado la producción acuícola, mientras que la combinación de peces con arroz, junto con la introducción de nuevos cultivos como el mijo de cola de zorra, ha generado un aumento de los ingresos de los agricultores.
Se han puesto a prueba más de 170 variedades nuevas de cultivos, mientras que más de 1 000 agricultores han recibido capacitación en programas de alimentación del ganado y se han establecido 17 emplazamientos para la demostración avícola, a través de los que se han entregado a los beneficiarios 11 000 polluelos y 25,8 toneladas de alimentos para aves.
Según Antonio Querido, Representante de la FAO en Uganda, una de las fortalezas de la CSS es que trasciende la dicotomía tradicional entre donantes y receptores al garantizar que la transferencia de tecnología y conocimiento se adapta al contexto local y beneficia a los agricultores locales.
En este sentido, la FAO desempeña una función importante al garantizar que las tecnologías que se transfieren de China a Uganda son sostenibles y pertinentes para las comunidades locales.
“Queremos que los agricultores se apropien de buenas prácticas agronómicas. La función de los expertos chinos es garantizar que, junto con las tecnologías, también se implementen estas prácticas agronómicas para que los agricultores comprendan la mejor manera de manejar estos cultivos”, explica Querido, Representante de la FAO.
Lizhong Zhang, embajador chino en Uganda, asegura que China es un firme partidario y defensor de la CSS: “El proyecto ha tenido mucho éxito y ha establecido un modelo muy bueno para el Sur del mundo”.
Con él ya se está ayudando al mercado de exportación de Uganda. Por ejemplo, hace poco una empresa china ha realizado un importante pedido de 70 000 toneladas de ají picante y ahora los productores locales se afanan en determinar si tienen la capacidad suficiente para satisfacerlo.
Gracias al éxito de las dos primeras fases del proyecto, los gobiernos de China y Uganda se convencieron de acordar una prórroga de tres años. En la tercera fase, que comenzó en 2023, se pretende ampliar aún más la producción cerealera, ganadera y acuícola. Se pretende asimismo fomentar la capacidad, especialmente de las mujeres, los jóvenes y otros grupos marginados, y respaldar las inversiones agrícolas, la agroindustrialización y el comercio.
Mientras tanto, delegaciones de más de una docena de países, entre ellos Liberia, Nigeria, Sierra Leona y la República Unida de Tanzanía, ya han visitado Uganda para saber si el éxito del proyecto puede reproducirse en otros lugares de África.
En el marco del Programa de cooperación Sur-Sur de la FAO y China, desde 2009 la FAO ha llevado a cabo proyectos y actividades de capacitación en más de 100 países de todo el mundo.