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Los secretos de la chakra andina


Las mujeres Indígenas encabezan la acción por el clima para preservar la agrobiodiversidad en los altiplanos del Ecuador

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Las mujeres kichwa y sus conocimientos ancestrales sobre agricultura han mantenido la seguridad alimentaria y la autosuficiencia en esta región del Ecuador durante siglos. Sus granjas, conocidas localmente como chakra, fueron reconocidas en 2023 por la FAO como Sistema importante del patrimonio agrícola mundial. © FAO/Johanna Alarcón

01/10/2025

Aún faltan horas para el amanecer, pero los gallos de Magdalena Laine ya cantan cuando la agricultora, de 59 años y perteneciente al Pueblo Indígena kichwa, enciende la única bombilla que ilumina el patio de su granja, situada a las afueras de la localidad andina ecuatoriana de Cotacachi. Después, empieza a tamizar enérgicamente la harina de maíz.

“Me levanté a la 1.30 de la madrugada porque los clientes llegan muy temprano”, dice Magdalena, refiriéndose a los clientes que frecuentan el mercado agroecológico dominical “La Pachamama nos alimenta”, al que acuden unas 300 mujeres kichwa cada semana para vender sus productos.

Mientras Magdalena se ocupa de la harina, una de sus hijas, Verónica Cumba Laine, de 29 años, trabaja con su padre y una hermana más pequeña en la preparación de los demás productos frescos que Magdalena vende después en la feria: hortalizas, limones, altramuces, quinua y huevos.

También venden harina de maíz y bolsas de variedades autóctonas de maíz en grano, que Verónica y Magdalena prepararon con cuidado la noche anterior. Venden los granos buenos en el mercado, pero guardan los mejores para sembrarlos la temporada siguiente.

“Justo después de la cosecha, almacenamos las variedades de maíz y seleccionamos los granos más sanos y limpios. Los conservamos para la próxima temporada de siembra”, dice Magdalena.

“Mi madre es custodia de las semillas. Conserva muchas variedades autóctonas de semillas de maíz. Me está enseñando todo sobre los cultivos”, explica Verónica.

Pese a las dificultades que entraña el cultivo a altitudes que oscilan entre los 2 500 y los 3 400 metros sobre el nivel del mar y las crecientes repercusiones del cambio climático en estos ecosistemas delicados, las mujeres kichwa y sus sistemas alimentarios y de conocimientos Indígenas han mantenido la seguridad alimentaria y la autosuficiencia en esta región del Ecuador durante siglos.

Sus parcelas o granjas se conocen localmente como chakra, un sistema agrícola biodiverso reconocido en 2023 por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) como Sistema importante del patrimonio agrícola mundial (SIPAM). Además de nutrición, seguridad alimentaria e ingresos, la chakra aporta medicinas, combustible y forraje al pueblo kichwa.

El secreto del éxito de la chakra reside en las mujeres Indígenas kichwa como Magdalena, que son custodias de las semillas al conservar y mantener las semillas autóctonas, y en los singulares altiplanos montañosos, cuyas diferentes altitudes y microclimas son esenciales para la variedad de cultivos que allí se producen. © FAO/Johanna Alarcón

A las 3.30 de la madrugada, uno de los camiones que lleva a los agricultores de las chakras al mercado llega a la granja de Magdalena. Se pone un chal tradicional de lana rosa y se apresura hacia la caja del camión para cargar sus mercancías. Le cuesta un poco, pero finalmente consigue encontrar espacio en la zona de carga, repleta de docenas de productos (bayas, paltas, miel, papas y otros más) de otras mujeres kichwa, lo que da testimonio de la extraordinaria agrobiodiversidad de las chakras.

Al amanecer, ya hay clientes agolpándose alrededor del puesto de Magdalena en el mercado, ubicado en la sede del Comité Central de Mujeres de la Unión de Organizaciones Campesinas e Indígenas de Cotacachi (UNORCAC). Magdalena vende casi todo antes del mediodía y gana alrededor de 50 USD, que son suficientes para cubrir las necesidades de su familia por una semana y ahorrar algo de dinero para la educación de su hija.

La producción de la chakra, donde se cultivan, en promedio, unos 25 productos, se destina principalmente al consumo doméstico.

“Si no cultiváramos la chakra, no tendríamos mucho que comer”, reconoce Verónica.

Sin embargo, a través de su Mecanismo para Bosques y Fincas, la FAO apoya la mejora de la producción de cultivos en las chakras para que el excedente pueda servir como fuente de ingresos. El Mecanismo brinda apoyo a los grupos de productores locales para impartir capacitaciones a las mujeres kichwa en materias como contabilidad y comercialización para que adquieran competencias que las ayuden a ocuparse de la venta directa a clientes en Cotacachi y otros centros urbanos. Desde 2019, unas 13 500 familias rurales de todo el Ecuador se han beneficiado de los proyectos apoyados por el Mecanismo.

Las mujeres y la tierra

Los secretos de la agrobiodiversidad de la chakra andina residen en las mujeres Indígenas kichwa y en la topografía. Las mujeres Indígenas, como Magdalena, son custodias de las semillas y expertas en la conservación y el mantenimiento de las variedades locales de semillas autóctonas, sobre todo maíz, frijoles y zapallo, mientras que las montañas andinas de esta región están formadas por singulares altiplanos, conocidos localmente como pisos climáticos, que ofrecen climas y entornos diversos. Estos altiplanos, con sus distintas altitudes y variaciones de microclima, son esenciales para la gran variedad de cultivos, hortalizas y frutas que las familias kichwa producen y disfrutan.

Los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático, como las sequías y las inundaciones, amenazan ahora este sistema, ya que los cambios en las temperaturas afectan a los cultivos que se cultivaban tradicionalmente en las distintas altitudes. Estos cambios también pueden erosionar los conocimientos que las mujeres kichwa transmiten a las nuevas generaciones, por ejemplo, cuándo hay que sembrar un determinado cultivo.

“Cuando era niña, el clima era normal. Ahora está cambiando… El sol es tan fuerte que siento la ropa como si tuviera una plancha en la espalda”, comenta Magdalena, que añade que su familia tiene ahora que lidiar con nuevas plagas y condiciones más secas que “matan las plantas” y reducen los rendimientos.

Con el apoyo financiero y la asistencia técnica de la FAO, organizaciones de agricultores como UNORCAC están llevando a cabo varias iniciativas para fortalecer la resiliencia de las comunidades al cambio climático. La UNORCAC trabaja con comunidades kichwa para diversificar la producción de alimentos mediante el uso y el intercambio de semillas autóctonas.

“Hemos visto en nuestras chakras que las semillas autóctonas resisten las heladas y las sequías”, afirma María Piñán, dirigente del Comité Central de Mujeres de la UNORCAC.

Con el apoyo financiero y técnico de la FAO, la organización de agricultores UNORCAC está fortaleciendo la resiliencia de las comunidades kichwas al cambio climático y ayudando a diversificar la producción de alimentos mediante el uso de semillas autóctonas. María Piñán, dirigente del Comité Central de Mujeres de la UNORCAC, ha sido fundamental en la promoción de estas variedades resistentes al clima. ©FAO/Johanna Alarcón

Ahorrar juntas

La FAO también presta asistencia a los grupos de ahorro dirigidos por mujeres mediante cursos de capacitación en finanzas. Estos sistemas crediticios de base comunitaria ofrecen microcréditos a sus miembros, lo que permite a las comunidades rurales invertir en sus parcelas y mejorar la productividad o hacer frente a emergencias, como una mala cosecha. En Cotacachi, algunos grupos de ahorro han aumentado su capacidad crediticia de 30 USD a más de 2 000 USD en cinco años.

“El fortalecimiento de los grupos de ahorro forma parte de nuestra estrategia para transformar el sector agroalimentario con una visión de desarrollo rural inclusivo. Sin resiliencia económica, será difícil lograr la adaptación al cambio climático”, explica Gherda Barreto, Representante de la FAO en el Ecuador.

Sentada junto a Magdalena en el patio de la chakra, Verónica explica que, a pesar de haber experimentado los desafíos que plantea el cambio climático, confía en que los conocimientos ancestrales que le transmitió su madre la ayudarán a ella y a las generaciones futuras a superar las dificultades.

“Aquí, las mujeres son las que toman la iniciativa… Cuando tenga mi propia familia, sembraré como lo hacía mi madre, tal como me enseñó. Todo lo que me enseñó se queda conmigo, y seguiré llevando adelante esta sabiduría”.

Cada 16 de octubre, Día Mundial de la Alimentación, tenemos la oportunidad de rendir homenaje a los héroes de la alimentación de todo el mundo. Desde agricultores y pescadores hasta innovadores y chefs, los héroes de la alimentación lideran iniciativas locales y mundiales para crear sistemas agroalimentarios más sostenibles y con mayor resiliencia. Pero todos podemos ser héroes de la alimentación: respetando los alimentos, eliminando el desperdicio y reduciendo el consumo innecesario. Nuestras acciones son nuestro futuro. Construyamos juntos un futuro mejor.