FAO en Perú

Descentralizar para la acción climática,

02/05/2023

Columna de Opinión de Mariana Escobar, Representante de FAO Perú tomado de Diario La República

Los extremos climáticos que afectan al Perú están impactando los sistemas alimentarios y la seguridad alimentaria. Se calcula[1] que se han afectado 48,400 hectáreas de cultivos, se ha reducido la disponibilidad de tierras para la producción y hay un detrimento de 281,804 cabezas de ganado. Se registran daños importantes en infraestructura productiva (758 km de canales de riego) y afectaciones a vías de comunicación, perjudicando acceso a mercados y distribución de alimentos (1,070 km carretera y 25.3 km camino rural). En la pesca, hay impacto en la disponibilidad de especies que migran por cuenta del calentamiento del agua, y en la acuicultura, la situación climática está afectando calidad del agua, disponibilidad de alimento para los peces e infraestructura de granjas acuícolas.

Pero eso no es todo. En 2022 hubo la mayor sequía en 58 años en el centro y sur del país, con pérdidas del 30% de los cultivos en la Sierra. La pluviosidad actual en zonas medias y bajas está impidiendo la recarga del acuífero en zonas altas, lo cual no aliviaría la sequía en muchos lugares.

Sequías y lluvias serán cada más recurrentes y extremas en un país con la mitad de su población en inseguridad alimentaria -la más alta de Suramérica, situación que prolongará la cadena de efectos socioeconómicos que han dejado la pandemia y la crisis global de escasez de alimentos y fertilizantes en 2022.

En este contexto toda respuesta de emergencia es más que necesaria, pero no suficiente. Actuar ya para el mediano y largo plazos es ineludible. En las últimas décadas el Perú ha producido un sinnúmero de instrumentos para mantener los niveles de producción haciendo frente al cambio climático. Objetivos, acciones y proyectos que mantienen total vigencia y pertinencia. Sin embargo, hay muchos que aún no logran materializarse suficientemente.

Quiero destacar aquí la urgencia de descentralizar competencias y capacidades con recursos para fortalecer el nivel regional y local. No da espera. El territorio no es solo la “primera línea” de impacto del cambio climático; lo es también para la acción. Si no hay capacidad de gestión del riesgo de desastres, mitigación y adaptación en la agricultura, el efecto “bola de nieve” será imparable. Estos fenómenos son predecibles, y por ende, sus efectos son no sólo mitigables sino prevenibles. Por ello se requiere de gobernadores, alcaldes y productores y productoras preparados para afrontar, mitigar y adaptarse a los impactos negativos, con estrategias y presupuestos significativos, activando mecanismos tales como el programa de incentivos a la mejora de la gestión municipal.

Avanzar en descentralizar efectivamente sistemas de alerta temprana con participación activa del territorio para que la información se genere y difunda adecuadamente; activar mecanismos regionales de transferencia de riesgos climáticos como seguros catastróficos; manejar integralmente recursos naturales en micro cuencas  y rehabilitar y construir infraestructura hidráulica adecuada para la prevención y reducción de riesgos; diversificar cultivos, uso y conservación de variedades nativas y aplicar técnicas agroecológicas para la producción, entre otras. Para lo anterior existen y circulan de sobra experiencias y buenas prácticas. Voluntad política y presupuestal para adoptarlas, adaptarlas y escalarlas, apalancándose en el territorio, sus autoridades y actores relevantes, son parte de la clave para que esta crisis no vuelva a ocurrir.



[1] SINPAD (Sistema de Información Nacional para la Respuesta y Rehabilitación) del Sistema de Gestión de Riesgo de Desastres. Información con corte a 10/04/2023. A 10 de abril, se registran avances de entre el 45 y 50% de evaluación daños a la producción de alimentos.