Gustavo Marún es un descendiente de tercera generación de una familia libanesa que llegó al Ecuador a principios del siglo XX y comenzó a trabajar en la producción más emblemática de este país latinoamericano: una plantación de cacao de la Hacienda del Carmen en la provincia de Los Ríos, conocida por su «cacao de arriba» (literalmente, cacao río arriba).
«Fue entonces cuando la agricultura plantó por primera vez su semilla en el árbol de genealógico de mi abuelo», explica Gustavo. «Pero también coincidió desafortunadamente con una devastadora plaga de Moniliophthora perniciosa: el hongo que causa la enfermedad de la escoba de bruja en el árbol del cacao. En aquel entonces no existían medidas fitosanitarias para proteger la salud de las plantas y, en definitiva, la de los agricultores, por lo que mi familia tuvo que cambiar de actividad. Pero la segunda generación de los Marún regresó a las plantaciones de cacao en la Hacienda La Elba en 1969».
El Ecuador es uno de los países más fértiles del mundo y su producción incluye una gran variedad de frutas y verduras. La producción de cacao se encuentra entre las más altas en términos de valor y representa la mayor parte de las exportaciones agrícolas del Ecuador. La familia de Gustavo tuvo que abandonar el cultivo del cacao debido al brote de la enfermedad de la escoba de bruja y la monilia, pero nunca perdió su pasión por la agricultura. Así que, en 1973, se aventuraron en la producción de plátanos y hasta el día de hoy todavía no se han arrepentido. Gustavo es el orgulloso propietario de una plantación muy grande en la región de Los Ríos, que cada año envía miles de toneladas de plátanos por todo el mundo y proporciona una ocupación estable a cientos de familias.
Gustavo ha estado aplicando estrictas medidas fitosanitarias para asegurarse de que lo que le ocurrió a su abuelo hace cien años no vuelva a ocurrir a sus trabajadores. «Mantengo a todo el mundo en alerta máxima para evitar la propagación de las plagas de las plantas», dice Gustavo, «y me mantengo al día con las normas internacionales para el comercio porque sé que hasta el más mínimo organismo nocivo puede tener efectos devastadores».
La experiencia le ha enseñado que la forma más eficaz de proteger las plantas es, en primer lugar, evitar que las plagas se introduzcan y ha estado transmitiendo este conocimiento tradicional a sus descendientes, que recientemente se han lanzado de nuevo en el mundo del cacao produciendo su propia marca de chocolate.