Philippe Nikiema es investigador en el Instituto de Medio Ambiente e Investigación Agrícola de Burkina Faso y trabaja en un proyecto del Laboratorio de fitomejoramiento genético de la División Conjunta FAO/Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
El proyecto de cinco años de investigación coordinada, iniciado en 2016, tiene por objeto ayudar a los estados miembros a desarrollar variedades de sorgo con resistencia a la striga, también conocida como «hierba bruja», una planta parasitaria que limita gravemente la producción de cereales en la mayor parte del África subsahariana y las regiones tropicales semiáridas de Asia. Según las estimaciones de la FAO, en África están infestadas hasta 50 millones de hectáreas de tierras de cultivo, lo que provoca una pérdida anual superior a los 7.000 millones de dólares y afecta negativamente a más de 300 millones de personas.
Entre los países que participan en el proyecto hay cinco pertenecientes a África (Burkina Faso, Etiopía, Kenya, Madagascar y Sudán), tres a Asia (Irán, Japón, Turquía), así como los Estados Unidos de América y los Países Bajos.
«La hierba bruja está causando enormes daños en mi país», dice Philippe. «Pone en riesgo la seguridad alimentaria en las zonas rurales, donde se ha estado expandiendo e invadiendo miles de hectáreas de campos de los agricultores pobres».
La resistencia de las plantas hospedantes es una parte vital de la lucha contra las malezas, pero se desconoce la resistencia de la mayoría de las variedades de cereales que se cultivan en zonas propensas a las malezas. Aquí es donde entra en juego la tecnología. Mediante la irradiación de semillas de sorgo, Philippe y sus colegas del proyecto han podido lograr mutaciones beneficiosas. «Gracias a la obtención de mutaciones», explica Philippe, «hemos podido inducir resistencia en las variedades preferidas por nuestros agricultores locales y cultivarlas en un campo infestado de malezas. También he confirmado la resistencia inducida utilizando métodos precisos de verificación en el laboratorio».
Philippe pretende ahora combinar más de un mecanismo de defensa en las variedades de sorgo para producir sorgo superresistente.
«Estoy muy entusiasmado con el potencial de la tecnología nuclear», dice Philippe, «y espero que las variedades desarrolladas a través del proyecto restauren finalmente la producción de cereales en las zonas duramente infestadas de África, garantizando la seguridad alimentaria y los medios de vida de nuestros agricultores».