“Si queremos que la seguridad alimentaria sea un hecho, debemos asegurarnos de que cuidamos los ecosistemas vitales que nos permiten producir nuestro alimentos”
Son las palabras de Amina J. Mohammed, Ministra de Medio Ambiente de Nigeria, y el eje central del objetivo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura de un mundo sin hambre. Este año, celebramos el Día Mundial del Medio Ambiente el 5 de junio centrándonos en la dimensión medioambiental de un desafío sostenible fundamental en el trabajo de la FAO: la pérdida y el desperdicio de alimentos.
La FAO calcula que un tercio de los alimentos que se producen para el consumo humano se pierde o desperdicia, lo que supone un total de 1,3 mil millones de toneladas. En los Objetivos de Desarrollo Sostenible está recogida la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos por lo que la comunidad internacional está obligada a hacer frente a este desafío. Garantizar que los alimentos se manejan y consumen de forma más sostenible ahora y en el futuro requiere esfuerzos colectivos y ambiciosos en todo el mundo, y es necesario un cambio transformacional tanto en el ámbito internacional como en el del hogar. Como subraya la FAO, la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos tendría efectos positivos en el medio ambiente y es necesaria para la creación de sistemas alimentarios sostenibles e inclusivos.
Pérdida y desperdicio de alimentos e impactos medioambientales
La producción alimentaria descansa en una pequeña base de recursos ecológicos que debe soportar las múltiples necesidades de la industria global. Se necesitan superficies de tierra para la producción de alimentos, la alimentación animal, la madera, etc. y, a menudo, a expensas de tierras de bosques naturales. Asimismo, los ecosistemas acuáticos y las poblaciones de peces deben soportar una industria pesquera global en crecimiento en la que, además, se incluyen los alimentos para peces de acuicultura. La degradación del ecosistema representa una oportunidad desaprovechada para conseguir un rendimiento sostenible máximo de la producción alimentaria y de las necesidades alimentarias y nutricionales de las personas más desfavorecidas en todo el mundo. El sector de tierra utilizado debe ser más productivo, haciéndose un uso más eficiente de los recursos disponibles. Al mismo tiempo, las estimaciones actuales indican que en aproximadamente un 28 % de la superficie mundial agrícola se producen alimentos que no son consumidos por las personas. La pérdida y el desperdicio de alimentos, debido al manejo ineficiente e insostenible de los alimentos, tiene efectos en la deforestación, la degradación del ecosistema y el agotamiento de los recursos naturales. Además, cada año, aproximadamente un 35 % de peces y productos alimenticios marinos se pierde o desperdicia debido en gran medida a que son desechados cuando se capturan. Esta cifra es inaceptablemente alta si tenemos en cuenta que la población marina y sus ecosistemas están sobreexplotados y degradados en todo el mundo debido a una política, gestión y prácticas pesqueras deplorables.
Los impactos de la pérdida y el desperdicio de alimentos no solo están relacionados con los ecosistemas agrícolas o acuáticos en los que se producen alimentos. Los productos alimentarios se transportan y comercialización entre continentes, por lo que se necesitan aportaciones adicionales para cada una de las actividades de la cadena de suministro. Los sistemas alimentarios consumen alrededor de un 30 % de la energía global disponible; independiente de este porcentaje, un 38 % se utiliza para producir alimentos que se pierden o desperdician. Los recursos hídricos también se utilizan a lo largo de la cadena de suministro de alimentos, siendo la mayoría utilizados en la etapa de producción para el riego. La pérdida y el desperdicio de alimentos conllevan un enorme desperdicio de recursos hídricos y son una cuestión importante, especialmente en el contexto de escasez de agua y efectos adversos del cambio climático.
Por último, las aportaciones y recursos naturales que se necesitan en el proceso y las acciones relacionadas con la eliminación de desechos generan emisiones de gases de efecto invernadero que contribuyen al cambio climático. Estos impactos añadidos convierten a la pérdida y el desperdicio de alimentos en una causa grave del cambio climático, que se eleva a aproximadamente un 8 % del total de emisiones de gases de efecto invernadero y aumenta la vulnerabilidad del cambio climático, un hecho en el que la FAO hará hincapié en el próximo Día Mundial de la Alimentación 2016.
Pérdida y desperdicio de alimentos y sostenibilidad medioambiental
Prevenir la pérdida y el desperdicio de alimentos ofrece una oportunidad importante para abordar a los principales causantes de la degradación medioambiental global y de la pérdida de biodiversidad al mismo tiempo que ayuda a conocer la necesidad de la seguridad alimentaria y nutricional. Es probable que los efectos dominó del cambio de patrones insostenibles en la producción y el consumo de alimentos mediante la mejora de la eficiencia de los sistemas alimentario tengan implicaciones más amplias para la sostenibilidad medioambiental.
Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es una ocasión tanto lógica como imperiosa para integrar acciones en las cadenas de suministro de alimentos con objetivos de desarrollo sostenible y climáticos. Aunque la respuesta a la pérdida y el desperdicio de alimentos varía según la región, el problema es global y necesita acciones urgentes por parte de todos los países. Es inaceptable que los recursos naturales se estén agotando y que los ecosistemas vitales se degraden para producir alimentos que al final no se consumen mientras que casi 795 millones de personas sufren hambre crónica. Este desperdicio de recursos también agrava el cambio climático que ocasionará severos impactos en la producción de alimentos en las próximas décadas. Debemos cambiar nuestra actitud a la hora de valorar y consumir los recursos y hacer de la prevención de la pérdida y el desperdicio de alimentos una prioridad.
Consideraciones y recomendaciones clave
- Reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos es una oportunidad costo-efectiva para mejorar la eficiencia de recursos en el sector agrícola y ayudar a mitigar los riesgos del agotamiento de los recursos naturales. Además, reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos garantizaría un uso más sostenible de los recursos ejerciendo de esta manera una presión menor en los ecosistemas, incluyendo el suelo y el agua.
- Abordar las pérdidas y el desperdicio de peces que incluyen descartes es necesario para reducir los impactos de la pesca en los ecosistemas acuáticos. Si a esto añadimos una transformación en la gestión y política pesqueras, estas medidas contribuirían a una explotación más sostenible aprovechando al máximo el uso de recursos y reduciendo potencialmente los impulsores de la sobrepesca.
- Las pérdidas de alimentos en los países de bajos ingresos suelen estar relacionadas con la falta de acceso energético, especialmente en la fase poscosecha. Con el fin de pasar a cadenas de suministro de alimentos sostenibles que reduzcan tanto las pérdidas de alimentos como la dependencia de combustible fósil, es necesario mejorar las tecnologías limpias o hipocarbónicas. Un aumento del uso de tecnologías que utilizan energías renovables mejoraría la sostenibilidad de los sistemas alimentarios al mismo tiempo que reduciría las pérdidas en los países en desarrollo.
- Las acciones que reducen la pérdida y el desperdicio de alimentos son esenciales para mejorar la actuación contra el clima climático global debido a su contribución colectiva en tres objetivos generales: reducir el cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero relacionadas con la pérdida y el desperdicio de alimentos, fortalecer la resiliencia para hacer frente al cambio climático y mejorar la disponibilidad y nutrición alimentaria al mismo tiempo. Las medidas para la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos en el contexto de sistemas alimentarios inteligentes en función del clima debería por lo tanto integrarse en las estrategias de cambio climático y sus planes de acción como otras posibilidades para conseguir los objetivos de mitigación y adaptación.
- Reducir la cantidad de alimentos que se pierden o desperdician es un requisito previo en el contexto de la promoción y un eventual logro de una agricultura sostenible. Afrontar las políticas y normativas que conlleven desperdicio alimentario, como los subsidios agrícolas o pesqueros, es necesario para una gestión sostenible de los recursos naturales. Adaptar los subsidios conllevaría que se hiciera un uso más eficiente de los fondos públicos si se redujera el capital que se gasta para producir alimentos que finalmente no se consumen.
- Debe ponerse énfasis en mejorar el acceso a financiación al mismo tiempo que se fomentan incentivos políticos apropiados y se crea capacitación en gestión. Reunir gobiernos, productores e inversores puede ayudar a identificar los desafíos y oportunidades para abordar las deficiencias en los sistemas alimentarios y acelerar la utilización de tecnologías sostenibles en las cadenas de suministro de alimentos. Combinar tales esfuerzos con prácticas agrícolas sostenibles y patrones de consumo puede sentar las bases para proteger los recursos medioambientales y alcanzar los objetivos presentados en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
El contenido de este artículo se basa en el próximo documento de trabajo: la agenda de desarrollo post-2015: Cómo Pérdida alimentaria y la reducción de residuos pueden contribuir a la sostenibilidad del medio ambiente y el logro de los objetivos de desarrollo sostenible.
Para obtener más información sobre la pérdida y el desperdicio de alimentos y la vinculación con el medio ambiente y el cambio climático, por favor, póngase en contacto con la Sra Emilie Wieben: [email protected]