Las Directrices sobre el derecho a la alimentación promueven el aumento y el acceso equitativo a los recursos y los bienes, en especial a la tierra. Las Directrices son la base para la mejora de la seguridad alimentaria y la nutrición entre las poblaciones rurales vulnerables, al ayudar a proteger los medios de vida de millones de agricultores en todo el mundo. Un mayor acceso al agua, la tierra, la pesca, los bosques y otros recursos naturales garantiza el acceso a alimentos adecuados de miles de millones de personas; obligación jurídica y derecho humano en el marco del derecho internacional. Asimismo, la disponibilidad de alimentos es un elemento fundamental de este derecho y pertenece, en parte, a la posibilidad de alimentarse directamente de recursos naturales productivos. Esta relación representa la espina dorsal de las Directrices voluntarias sobre tenencia, y ejemplifica la fuerte interdependencia entre los recursos de tenencia y el derecho a la alimentación.