FAO en Venezuela

Otros modelos agroalimentarios son posibles: la experiencia sostenible de Falcón

26/01/2023

“Nuestra escuela ha cambiado significativamente. Logramos reactivar la producción animal y vegetal. Hoy estamos produciendo huevos de gallina, vegetales y hortalizas en canteros y a gran escala en la finca escolar”.

Así lo expresa Juan José Galicia López. Desde hace cinco años y medio, él es el director de la Escuela Técnica Agrícola (ETA) Jesús Antonio Chávez Flores, ubicada en la zona árida del estado Falcón, al occidente de Venezuela, en una comunidad conocida como Las Carmelitas.

 Esta escuela técnica, que atiende a 135 estudiantes es una de las participantes de un programa piloto que busca fortalecer la resiliencia de las comunidades  a través del establecimiento de modelos de producción local y cadenas cortas de distribución ligadas a los programas de alimentación escolar en dos municipios del estado Falcón, al noroeste de Venezuela y que fue implementado de manera conjunta por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y el Programa Mundial de Alimentos (WFP). El programa contó con el financiamiento del Fondo Conjunto para los Objetivos de Desarrollo Sostenible (SDG Fund).

La ETA Jesús Antonio Chávez Flores, recibió apoyo para aprovechar el potencial productivo de la escuela agropecuaria en forma de semillas, herramientas agrícolas y equipamiento para riego, plántulas de árboles frutales, gallinas ponedoras, incubadoras y diferentes capacitaciones técnicas. Además, recibió apoyo para instaurar un sistema de control de calidad e inocuidad de loa alimentos, consistente en la construcción y equipamiento de una sala, de calidad y la capacitación en los protocolos necesarios para su funcionamiento, lo que le va a permitir acceder a introducirlos en nuevos mercados.

“A la fecha tenemos una producción de 600 huevos diarios. Con esta producción hemos logrado aportar proteína de origen animal al menú escolar. Compartimos una parte de nuestra producción con otras 6 escuelas cercanas de educación primaria y educación inicial. A esas escuelas entregamos huevos y vegetales como tomate, cilantro, ají, y pimentón y otros rubros que vamos cosechando poco a poco”, detalla el director Galicia.

 

Apoyo a los más pequeños

Rita Álvarez, por su parte, es maestra especialista del programa gubernamental “Todas las manos a la siembra”, en el Centro de Educación Inicial Simoncito (CEIS) Coto Paúl, ubicado en el sector La Inmaculada, del municipio Falcón.

Al referirse a la cooperación establecida con la ETA describe que “el proyecto se vinculó y potenció nuestras actividades por medio de equipamiento y capacitaciones en materia de formación nutricional. Eso nos ayudó a mejorar el menú escolar. En la escuela, que atiende a niños de menos de 6 años, contamos con la proteína animal (huevos) y potenciamos el conuco escolar. En él sembramos y cosechamos: célery, lechuga, ají, cebollín, berenjena, frijol, maíz, tomate y plantas frutales. La producción permitirá que tengamos niños, sanos, felices y fuertes”.

 

Sustentar la producción

Una vez que la ETA Jesús Chávez Flores reinició sus actividades de producción, comenzó casi en simultáneo, la venta de los excedentes de huevos. “Esta actividad nos posibilitó poder ayudar a las escuelas cercanas con 30% de la producción vegetal y animal”, añade el director. “Con el restante 70% abastecemos a la comunidad que bordea la escuela local, dándoles prioridad para la compra de huevos a precios accesibles. También vendemos parte de la producción a WFP y llevamos a abastos locales”.

La ETA vende a la comunidad el paquete de 30 huevos por un precio de 5$, mientras que el precio comercial actual varía de los 6.5 a los 7$ el paquete. Con ello facilitan también a familias vecinas el acceso a proteínas de origen animal.

La venta de huevos permite a la ETA adquirir el alimento especializado para las aves de corral, y el excedente, según explica el director de la ETA, “lo invertimos en mejoras de infraestructura de la escuela, como las reparaciones a la unidad que sirve de transporte para los estudiantes y sin la cual, muchos de ellos no tendrían acceso a la escuela”.

 

Primeros impactos

En opinión del director de la ETA, uno de los primeros impactos de estas actividades productivas ha sido “la inserción y el incremento de la matrícula escolar, gracias a que garantizamos a los estudiantes un menú más variado y balanceado que incluye proteína de origen animal y las tradicionales arepas, pero complementadas con vegetales en la masa, arepas estrella. Esto sirve de ayuda económica a muchas familias. Es una comida al día garantizada para sus hijos”.

La venta de huevos en abastos locales, hizo posible que la escuela incrementara su rebaño de caprinos, porcinos y conejos que, como indica el director Galicia, “aportarán proteína animal a corto plazo para fortalecer la alimentación de nuestros estudiantes y para vender en la zona cercana. Esto permitirá sustentar la producción de la ETA”.

En concreto, agrega Galicia, “pudimos ayudar a los comedores escolares de instituciones educativas cercanas a la ETA, potenciamos las actividades académicas de los estudiantes, también a los vecinos de la comunidad, vendiéndoles productos a bajo costo o intercambiando alimentos por trabajos que ellos nos ayudan a realizar en la escuela. Es gratificante ver como este proyecto nos ayudó a remontar un 90%, ya que la escuela estaba en muy mal estado”.

 

Pensar a futuro

“A partir de ahora”, señala Galicia, “contamos con un punto de apoyo que nos permitirá seguir produciendo. Estamos en el camino de tener una escuela autosustentable. Académicamente, también hemos tenido impactos. Logramos la interdisciplinariedad de las áreas de formación alrededor de las actividades del proyecto. Ahora nos imaginamos que este empuje nos permitirá tener una escuela sostenible. Hemos crecido y queremos seguir creciendo.