Los Ogiek constituyen la comunidad de Pueblos Indígenas más grande que habita los bosques de África Oriental y han sobrevivido durante generaciones, gracias a un profundo conocimiento del ecosistema de sus tierras ancestrales, el bosque Mau en el suroeste de Kenya.
“La conservación de semillas es una parte clave de nuestro patrimonio”, dice Judy Kipkenda, que forma parte de la Red de Mujeres y Jóvenes Koibatek Ogiek (KOWYN). Desde tiempos inmemoriales, los Ogiek han recolectado, preservado y compartido cuidadosamente las semillas de plantas autóctonas adecuadas para su entorno. Estas semillas no solo mantienen viva la biodiversidad, explica, sino que también proporcionan una fuente fiable de alimentos.
Bajo el liderazgo de Judy en la KOWYN, estas prácticas en el uso de semillas, se están recuperando ahora mediante bancos de semillas comunitarios y capacitación en agricultura sostenible.
“Nuestras huertos caseros ahora prosperan con cultivos tradicionales como el mijo, el sorgo y las hierbas medicinales”, dice Judy. La red también promueve los métodos tradicionales de apicultura como otra forma de obtener ingresos y, al mismo tiempo, ayudar a conservar el bosque.
En conjunto, estos depósitos vivos de conocimientos ancestrales fortalecen los vínculos comunitarios y permiten a los Ogiek construir medios de vida sostenibles y resilientes.
Al hacerlo, las mujeres y los jóvenes Ogiek están recuperando su patrimonio y su papel como guardianes de un ecosistema antiguo.
En la última década, ese papel se ha visto amenazado por los desalojos y desplazamientos impulsados por proyectos de conservación del gobierno. Y aunque la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos les ha concedido recientemente el control sobre sus bosques, los Ogiek siguen luchando por recuperar la soberanía plena.
En este contexto, la misión de Judy de fomentar el conocimiento tradicional, que sustenta a su comunidad, es a la vez una forma de preparar a las nuevas generaciones de custodios de los bosques y un medio para proteger su acceso a alimentos adecuados y culturalmente aceptables en el futuro.
Con tan solo 35 años, la labor de defensa y conservación de Judy ya está llegando a una audiencia global, incluso a través del Grupo Mundial de Jóvenes Indígenas, donde ella y otros han demostrado la importancia de los conocimientos de los Pueblos Indígenas para enfrentarse a desafíos internacionales, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad.
Judy ha sido nominada como una de las presidentas de la junta ejecutiva, que está trabajando para la próxima sesión del Foro Mundial de las Naciones Unidas para los Jóvenes Indígenas en 2025, junto con la FAO.
“Nuestros esfuerzos demuestran un compromiso firme con la alimentación, que respeta e integra nuestro rico patrimonio cultural y los conocimientos de los Pueblos Indígenas”, concluye Judy.