En Liberia, donde pocos agricultores tienen acceso a sistemas de riego canalizados, la producción agrícola todavía depende en gran medida de la lluvia. Esto significa que durante la temporada seca, que es también la temporada alta de producción de hortalizas, les queda la tarea ardua de regar sus huertos de forma manual.
“Diariamente, teníamos que caminar varias horas hasta los arroyos más cercanos para recoger agua manualmente y regar los campos”, dice Majongbeh S. Kamara, presidenta del Grupo de mujeres rurales de Gbegbedu, en Gbegbedu, condado de Lofa, en el norte de Liberia. “Esto requería mucha mano de obra y era insostenible”.
Hoy el grupo cultiva en una parcela de cuatro hectáreas. Además, cuentan con ocho estanques para la piscicultura, donde se crían unas 5 000 tilapias. Durante años estas dos empresas estuvieron separadas, pero hace medio año el grupo decidió combinar las dos actividades en la primera producción integrada de pescado y hortalizas de su condado.
Las mujeres convirtieron las tierras a lo largo de sus estanques de peces en campos productivos para cultivar hortalizas frescas. Después utilizaron el agua del estanque, que es rica en nitrógeno gracias al estiércol del pescado y es ideal para regar, y fertilizar las verduras. A cambio, las hojas frescas de patata de los huertos cercanos se incorporan a la alimentación de los peces para mejorar su nutrición. Por lo tanto, el sistema es beneficioso tanto para los piscicultores como para los productores de hortalizas sin el uso de agroquímicos.
El grupo adquirió estas habilidades mediante una visita de intercambio a un centro de capacitación y desarrollo agrícola en la República de Benin, el Centro Songhai, facilitado por la FAO.
“Con este enfoque nuevo, ahora tenemos agua suficiente para regar las verduras”, dice Majongbeh. “Tampoco tenemos que comprar fertilizantes ya que las aguas de los estanques ya son ricas en nutrientes para las plantas”.
El sistema nuevo les permite producir verduras en todas las estaciones y con menos tiempo y esfuerzo.
“Con este huerto integrado nuevo, venimos a regar las verduras todas las mañanas y luego, a las 8:30 de la mañana, comenzamos a alimentar a los peces en los estanques”.
El huerto funciona tan bien que cualquiera que pasa se da cuenta y eso ha despertado el interés.
“Estamos muy contentos porque se están sumando más socios gracias al rendimiento de los cultivos”, dice. “Al principio, teníamos aproximadamente 20 miembros y la mayoría de ellos estaban perdiendo interés en la horticultura, debido a la escasez de agua. Pero desde que comenzamos a cultivar cerca de los estanques de peces, más habitantes están mostrando un interés renovado”.
La FAO apoyó a Majongbeh y al Grupo de mujeres rurales de Gbegbedu en la creación de sus estanques piscícolas y operaciones de cría de peces hace tres años y facilitó el intercambio de conocimientos para expandir su espíritu empresarial.