El aceite de nuez de marula ha sido durante mucho tiempo un alimento básico en los hogares de Namibia, donde tanto la nuez como la fruta tienen reputación de ser saludables y el aceite de nuez es popular para el cuidado de la piel y para cocinar. En los últimos años, las empresas internacionales también han reparado en el aceite, y con la demanda en auge, hay un grupo de mujeres que han desempeñado un papel importante en la incorporación del aceite de marula namibio al escenario internacional.
"La marula y otras frutas como los melones han mantenido a los namibios durante muchos años", dice Martha Negumbo, quien administra la Cooperativa de Mujeres Eudafano (EWC) que reúne a 2 500 mujeres en 27 asociaciones de productores en todo el país. La cooperativa utiliza los principios de la bioeconomía circular para aprovechar el potencial de los recursos autóctonos y reforzar la seguridad alimentaria, al mismo tiempo que crea oportunidades para las mujeres locales en productos no alimentarios. Namibia está desarrollando una estrategia de bioeconomía con el apoyo de la FAO, y los alimentos autóctonos y la innovación son algunas de sus ámbitos de actuación clave.
Juntas, las mujeres de la Cooperativa cosechan y elaboran las nueces de marula y las venden a clientes internacionales, incluido Body Shop, generando ingresos anuales de 158 000 USD para la cooperativa. Rico en ácido linoleico y oleico, el aceite de marula contiene más antioxidantes que el argán o el aceite de oliva, y el hecho de que sea uno de los aceites naturales más estables del mundo lo hace ideal para su uso en cosmética.
Martha, que fue criada por su abuela en Ondangwa, donde se encuentra la fábrica de Eudafano, no necesitó que la convencieran para unirse a la cooperativa. Había visto de primera mano el arduo trabajo que realizan las mujeres para mantener a sus familias y las maneras en las que ellas impulsan el desarrollo rural.
“Encontré este grupo de mujeres con un modelo de negocio único: me encantaba el trabajo que estaban haciendo y pensé que era maravilloso que el mismo aceite que consumíamos en casa también pudiera […] proporcionar fuentes de ingresos en sectores como la cosmética”, dice Marta.
Las mujeres cosechan las nueces de los árboles locales, pero también plantan otros nuevos para proteger los recursos locales y la biodiversidad. Además, la EWC funciona según el principio de no desperdicio, lo que significa que los subproductos, como la torta de marula, se venden como piensos. En total, la cooperativa, que existe desde hace más de dos décadas, está proporcionando muchas oportunidades para que las mujeres locales comercialicen diferentes tipos de productos.
Para Martha, el desarrollo y la conservación van de la mano. “Me complace trabajar en una cooperativa que apoya el avance de las mujeres rurales”, dice. Al mismo tiempo, “es importante que sigamos aprendiendo sobre los recursos naturales preciosos, como la marula, y cómo conservarlos”.