Los gobiernos deberían establecer, hacer cumplir y actualizar periódicamente guías alimentarias y normas de inocuidad de los alimentos, e integrarlas en las estrategias de seguridad alimentaria y nutrición para guiar intervenciones como los programas escolares de alimentación y nutrición, la compra pública de alimentos y la asistencia alimentaria. Las guías alimentarias necesitan un apoyo político contundente y la aceptación de una variedad de partes interesadas, desde profesionales de la salud hasta el público en general. Los gobiernos también deben incentivar al sector privado para que ofrezca alimentos más saludables y producidos de manera sostenible.
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