Los gobiernos deben abordar los crecientes brotes de plagas de plantas y enfermedades animales y de las plantas, mediante el establecimiento de sistemas nacionales de vigilancia para la detección temprana y la aplicación de normas, como las normas fitosanitarias establecidas por la Convención Internacional de Protección Fitosanitaria (CIPF) y las directrices de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA). Esto debe complementarse con programas de capacitación para agricultores y el fortalecimiento de los controles de importación y medidas de cuarentena. La inversión en investigación para desarrollar variedades de cultivos y razas de ganado resistentes a enfermedades puede mejorar aún más la resiliencia, junto con la creación de unidades de respuesta rápida para la gestión de brotes de enfermedades animales y de las plantas.
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