EDITORIAL
Hambre, desnutrición y acuacultura
El hambre y la desnutrición se mantienen entre los problemas más devastadores que enfrentan los pobres del mundo. Trágicamente, una porción considerable de la población mundial está sufriendo, actualmente, de una o más formas de deficiencia nutricional. Esto permanece como una continua injusticia de los reconocidos derechos humanos fundamentales a una alimentación adecuada y a librarse del hambre y la desnutrición, particularmente en un mundo que tiene tanto los recursos y el conocimiento para terminar con esta catástrofe.
En la Vigésima Novena Sesión del Comité sobre la Seguridad Alimentaria Mundial, efectuada en Roma en mayo del 2003, se discutió el tema de "El papel de la acuacultura en el mejoramiento de la seguridad alimentaria a nivel comunitario". Una atención especial se dio a la contribución que la acuacultura hace para la seguridad alimentaria, la reducción de la pobreza y el mejoramiento del estado nutricional de los grupos marginales y vulnerables, incluidos las madres embarazadas y lactantes, los niños, los adultos mayores y la gente viviendo con VIH/SIDA. Los delegados acordaron de manera unánime que el potencial de la acuacultura debe ser utilizado para el mejoramiento de la seguridad alimentaria y la nutrición doméstica.
La acuacultura tiene un papel importante que desarrollar en este esfuerzo de proveer pescado y otros productos marinos y dulceacuícolas que son ricas fuentes de nutrientes y que proveen oportunidades de empleo e incremento de los ingresos. El pescado puede tener una contribución única tendiente al mejoramiento y diversificación de la dieta, y promoviendo una buena nutrición, especialmente entre las comunidades vulnerables. El pescado tiene un muy alto perfil de nutrientes deseables, proveyendo una excelente fuente de proteína animal de alta calidad que es fácilmente digerible y de un alto valor biológico. Los peces grasos, en particular, son una extremadamente rica fuente de ácidos grasos esenciales, incluyendo los ácidos grasos polinsaturados omega-3 (PUFAs), tan importantes para el crecimiento normal y el desarrollo mental, especialmente durante el embarazo y la infancia. Los peces son también ricos en vitaminas y minerales (especialmente calcio, fósforo, hierro y selenio y, en los productos marinos, el iodo). Los peces pueden por esto proveer una importante fuente de nutrientes, particularmente para aquellos cuyas dietas son monótonas o carecen de productos animales. Incrementando la disponibilidad de pescado en la dieta también se incrementa la palatabilidad y lleva a incrementar el consumo de un rango de alimentos, mejorando por lo tanto la alimentación general y la ingesta de nutrientes. El reto es acelerar rápidamente el paso al cual es eliminada el hambre y la desnutrición, a través del mejoramiento en la contribución de la acuacultura para cumplir esta meta.
Los líderes del mundo, quienes elaboraron la Declaración de Roma durante la Cumbre Mundial de alimentación (WFS) en 1996, prometieron reducir a la mitad el número de hambrientos en el mundo, a más tardar en el 2015. Ellos se reunieron de nuevo en el 2002 para revisar los avances (Cumbre Mundial de Alimentación: cinco años después) y renovar sus compromisos globales. Resolvieron acelerar la implementación del Plan de Acción WFS. Enfatizaron la necesidad de una adecuada nutrición y alimento seguro, y destacaron la necesidad de atender los temas nutricionales como una parte integral de la agenda sobre seguridad alimentaria.
Esta no es una meta fácil de alcanzar sin toda nuestra ayuda. Es claro que la acuacultura puede jugar un papel importante en el logro de esta meta. Es nuestra responsabilidad y prioridad agendar estos temas a través del diseño y la implementación de programas de desarrollo de la acuacultura, tanto a nivel nacional como internacional, de modo que podamos estar seguros que nuestro trabajo en el desarrollo de la acuacultura tiene un máximo beneficio para los pobres y las personas nutricionalmente más vulnerables.
Rohana P. Subasinghe
Editor en Jefe
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