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2. ACOPIO DE DATOS

2.1 Antecedentes

La principal ventaja de los métodos que utilizan la talla radica en que los datos básicos son fáciles y rápidos de obtener. En el curso del examen más reciente de la cuestión de la recolección de datos, en la reunión de Sicilia sobre los métodos basados en la talla (Morgan y Pauly, 1987), Hoenig et al. (1987) señalaron que en muchos casos esos métodos exigían tanto trabajo de diseño muestral y de muestreo como las técnicas que se basan en la edad. Como observación de principio, eso es indudablemente cierto. Pero igualmente cierto, como observación de hecho, es que las dificultades para reunir datos de edad en el volumen y con la cobertura temporal y espacial adecuados son tan grandes, que los datos de este tipo disponibles para la mayoría de las pesquerías son insuficientes, incluso cuando no se tropieza con problemas prácticos, como los que plantea a veces la interpretación de los anillos en los otolitos.

La observación de Hoenig et al. ha de considerarse desde otra perspectiva. Podemos decir que en muchas pesquerías, dadas las variaciones en las tallas y edades de los peces capturados en diferentes momentos y lugares y las limitaciones con que se tropieza para el muestreo, los métodos basados en la talla son probablemente los únicos para los que es factible reunir suficiente información estadística, es decir, datos que tengan plenamente en cuenta la variabilidad de las tallas (y edades) de los peces capturados en distintos momentos y lugares y con diferentes artes de pesca. El acopio de datos de edad está limitado a menudo por problemas de interpretación, y la obtención de datos sobre la captura y el esfuerzo se ve obstaculizada por las complicaciones operativas de la pesquería comercial. El acopio de datos de talla (representativos de lo que se ha capturado, ya que no siempre de lo que existe en el mar) tropieza con menos limitaciones, y es posible establecer sistemas de muestreo estadísticamente eficientes, en que los recursos desplegados para la adquisición de datos estén en un equilibrio razonable, por una parte, con los recursos totales disponibles para todas las actividades y, por la otra, con la contribución que esos datos puedan hacer al programa general de evaluación de poblaciones.

No obstante, un examen superficial de los sistemas de acopio de datos en todo el mundo revela que en muchas partes las muestras de tallas no se obtienen de acuerdo con un diseño estadístico cuidadoso, y que sólo en muy pocos lugares se ha realizado un análisis estadístico completo para determinar el diseño óptimo. Además, en muchos casos los recursos asignados a esta labor son relativamente escasos, y una de las formas más sencillas de mejorar las evaluaciones es reuniendo más datos de talla (véanse, por ejemplo, Gulland 1987 y la observación de Pauly).

Hay buenos motivos que explican esta situación. El acopio de datos de talla no es una tarea científica muy interesante o estimulante, incluso cuando se efectúa en condiciones confortables - y con frecuencia la única forma de obtener muestras verdaderamente representativas de las capturas es trabajando en los mercados de pescado en las primeras horas de la mañana o en la cubierta de una embarcación pesquera en el mar. El científico que se ocupa de la evaluación suele ser una persona muy atareada, a cargo de muchas labores que parecen más urgentes -pero que no son necesariamente más importantes a la larga- que el diseño de un buen plan de muestreo. Esto se refleja en el escaso número de publicaciones que tratan de la teoría y la práctica del muestreo de capturas comerciales. Una excepción notable es el informe del taller canadiense celebrado en 1982 (Doubleday y Rivard, 1983), que contiene mucha información valiosa y no se limita a la experiencia canadiense. Aunque las ponencias versan sólo sobre las pesquerías del Atlántico norte y el pacífico norte, algunas de las situaciones que se exponen, como la de las pesquerías de bajura de Terranova, son parecidas a las de los países en desarrollo.

El diseño y la intensidad del muestreo pueden ser objeto de cierta atención al comienzo de una investigación, pero en esa etapa se plantea el problema del huevo y la gallina. No es posible establecer un buen diseño mientras no se sepa algo sobre la variabilidad de los datos, los análisis que será posible efectuar con ellos y la medida en que los errores de muestreo y otras fuentes de incertidumbre influirán en la precisión y fiabilidad de los resultados. Sin embargo, para responder a estas preguntas es preciso contar primero con datos que indiquen las variaciones espaciales y temporales de las muestras de tallas, y realizar algunos análisis preliminares con esos datos.

Llegados a este punto, conviene definir algunos términos de uso común que describen los atributos de un plan de muestreo o las estimaciones que se obtienen con ese plan. Hay una distinción importante entre algunos términos que describen en qué medida las muestras repetidas se aproximan a una misma respuesta y hasta qué punto esa respuesta se aproxima (por término medio) al valor real. El primer atributo se describe por medio de la varianza, y las estimaciones con una varianza pequeña suelen considerarse de alta precisión. La medida en que la media obtenida de un muestreo repetido se aparta del valor real constituye el sesgo, y una muestra con un sesgo pequeño puede considerarse exacta.

Al principio no cabe pensar en establecer un diseño muy elaborado. La primera fase de cualquier programa que incluya datos de talla como un componente importante deberá concentrarse únicamente en reunir la mayor cantidad posible de datos, cerciorándose de que la cobertura sea lo más amplia posible, es decir, que abarque datos de todas las estaciones del año (o de todas las temporadas en que se practique un nivel significativo de pesca), de todas las zonas y de todos los tipos de artes de pesca. Pero incluso en esta etapa se pueden aplicar ya algunos principios generales. Por ejemplo, la varianza dentro de cada muestra suele ser mucho menor que la varianza entre muestras distintas, por lo que merece la pena reunir muchas muestras pequeñas en lugar de pocas grandes. También hay procedimientos estadísticos generales para obtener un muestreo aleatorio, y estrategias como el muestreo por conglomerados, que se pueden utilizar desde el principio.

Las oportunidades de diseñar un plan de muestreo plenamente eficiente se presentan al cabo de algunos años de investigación. En algún momento conviene desplegar un esfuerzo especial para dar respuesta a preguntas como las siguientes:

Estas preguntas, que deberían formar parte de los exámenes periódicos de los programas de investigación, se tratarán en mayor detalle en el Capítulo 5. En el presente capítulo, al analizar el diseño de las muestras y otros aspectos conexos se partirá del supuesto de que algo se sabe sobre la variabilidad de la población que se está muestreando (habitualmente las capturas comerciales) y sobre los usos a los que se destinarán los datos.

2.2 La mecánica del muestreo de tallas

A primera vista, el muestreo de tallas parece ser lo más sencillo del mundo: se trata simplemente de ir al lugar apropiado y medir una parte del pescado disponible. En la práctica, sin embargo, para evitar dificultades posteriores en el uso de los datos, es necesario examinar atentamente algunos aspectos prácticos tales como:

¿Cuáles características (por ejemplo, la longitud total) se medirán, en qué unidades y con qué grado de precisión?
¿Cómo se registrarán las mediciones?
¿Cuáles pescados se medirán?
¿Cuántos pescados se medirán?

Hay diversas medidas que se pueden considerar como la talla de un pez -la longitud estándar, la longitud a la horquilla, la longitud total, etc. (para una descripción más completa de este y otros aspectos prácticos de la recolección de datos de talla, véanse Holden y Raitt, 1974 y Anon, 1981). En lo que respecta a la aplicación de los métodos de evaluación basados en la talla, no tiene importancia cuál longitud se utilice, a condición de que se emplee siempre la misma medida y ésta se consigne en un registro. Pueden surgir problemas especiales con los animales de formas raras, como el camarón o la langosta (a menudo se utiliza la longitud del caparazón), o cuando parte de la captura ha sido parcialmente elaborada (por ejemplo, descabezada) antes de que se pueda proceder al muestreo. Si el pescado elaborado no se muestrea, existe el riesgo de sesgo, ya que es probable que sólo se elaboren ejemplares de ciertas tallas. En este caso, el muestreo se puede efectuar utilizando alguna otra medida corporal y convirtiendo luego los valores.

Las mediciones deben realizarse con un grado razonable de precisión, pero sin pretender alcanzar una precisión extrema. Para la mayoría de las aplicaciones los datos se agruparán en clases de tallas -normalmente de 20 a 40 grupos-, y una precisión mucho mayor que la requerida para ello, que puede ser, por ejemplo, de medio centímetro para los pescados comprendidos entre 10 y 25 cm (lo que da 30 grupos), aportará poca información adicional. Hay buenas razones para no intentar obtener registros de muy alta precisión: el trabajo se vuelve más pesado y aumentan las posibilidades de error; por ejemplo, si la atención se concentra en ver si un ejemplar mide 53,4 ó 53,5 cm, puede ocurrir que la talla termine leyéndose o registrándose equivocadamente como 63,4 cm. De cualquier forma, es poco probable que se alcance ese grado de precisión durante un muestreo en gran escala en la cubierta de un pesquero o en un mercado de pescado.

Hay algunas aplicaciones, como cuando se trata de diferenciar dos modas adyacentes, en que puede ser conveniente trabajar con divisiones más sutiles, aunque también hay límites en la ayuda que éstas pueden aportar cuando las modas están muy cercanas. Así pues, a menudo es útil medir los ejemplares con una precisión mayor que la de las agrupaciones que se utilizarán en la mayoría de los análisis. Como regla empírica, una precisión de 1 cm resulta suficiente para las especies en que la mayoría de los ejemplares miden 30 cm o más, con unos pocos que bajan hasta 20 cm; una precisión de medio centímetro es adecuada para los pescados de 15 cm o más; y así sucesivamente con los animales más pequeños. Por ejemplo, la mayoría de los bacalaos, cuya talla fluctúa entre 30 y 100 cm o más, se miden con una precisión de un centímetro, pero las frecuencias de tallas se consignan, en general, en grupos de 5 cm.

Lo importante es recordar que, para la mayoría de los propósitos, la talla exacta de un determinado ejemplar no reviste ningún interés. Hay excepciones, por ejemplo cuando se relacionan diferentes mediciones para estudios morfométricos o para estudios de talla-peso, en cuyo caso podrán requerirse mediciones más precisas. Normalmente, sin embargo, la talla de un pescado sólo nos interesa en la medida en que es representativa del tamaño de los ejemplares de, por ejemplo, seis meses de edad, en una determinada zona y en un momento dado.

Sea cual sea la precisión que se utilice al efectuar las mediciones, los límites de los grupos deberán definirse claramente. La norma habitual consiste en consignar las mediciones a la unidad inferior; por ejemplo, un pescado de 20 cm puede medir en realidad entre 20,00 y 20,99 cm. De esta manera resulta más fácil unir los datos en grupos más amplios -un grupo de 5 cm abarcará de 20,00 a 24,99 cm, etc.- que si los valores se aproximan a la unidad más cercana, es decir, si una talla de 20 cm significa de 19,50 a 20, 49 cm. En ocasiones se ha creado confusión al tratar de asociar mediciones basadas en criterios distintos. Cualquiera sea el sistema que se utilice, conviene que el tablero medidor contenga marcas claras de las divisiones que interesan, por ejemplo los centímetros enteros, y que se eviten todas las marcas que no interesen en ése muestreo, como los medios centímetros.

El sistema de registro deberá elegirse de manera que facilite el trabajo de quienes hayan de medir el pescado y de los encargados de procesar los datos, especialmente de los que deban introducir los datos en la computadora u otro sistema que se vaya a utilizar. Un formulario de registro bien diseñado reducirá el trabajo y también las probabilidades de error, facilitando además la detección precoz y la corrección de los errores que de todas maneras se produzcan. Lo ideal es que no haya ningún paso intermedio -salvo tal vez una rápida verificación de que todos los datos estén consignados-entre el registro de los datos en el mercado o a bordo del pesquero y su introducción en el sistema de computadora. De hecho, Pope (1988) destaca las ventajas de que los buques de investigación lleven a bordo sistemas que permitan la introducción inmediata de los datos. Si se efectúan, como debería hacerse, controles de rutina de los datos a medida que se introducen en la computadora para detectar los errores más visibles, por ejemplo en la fecha del muestreo o el tamaño del pescado (no existen anchoas de 120 cm), y las dudas se plantean por el sistema de altavoz del buque, el esmero en el registro de los datos aumentará de forma prodigiosa.

Ejemplos de los formularios utilizados para registrar las mediciones de pescados se pueden encontrar en Holden y Raitt (1974), en la versión actualizada (Anon, 1981) y en Burns et al. (1983), que es un valioso examen del programa de muestreo de las capturas en el nordeste de los Estados Unidos. La experiencia indica que no es fácil diseñar un formulario que satisfaga el criterio ideal en todas las circunstancias, y que cada sistema de acopio de datos requerirá un formulario ligeramente diferente, que tenga en cuenta las condiciones de trabajo, el tipo de información auxiliar que se necesite (nombre de la embarcación muestreada, su captura, etc.) y el sistema utilizado para elaborar los datos. La experiencia enseña asimismo que no es fácil diseñar el formulario perfecto, y que casi todos deben modificarse tras un período de uso. Por lo tanto, cuando se introduzca un nuevo plan de muestreo, convendrá examinar los formularios utilizados en otras partes, consultar con las personas que registrarán los datos en el mercado y los introducirán en la computadora, diseñar el formulario que, sobre la base de esas conversaciones, parezca más apropiado y luego revisarlo después de una temporada de uso (se recomienda no imprimir muchos ejemplares de este primer intento de formulario).

Todo formulario constará de dos partes, en las que se registrarán dos clases de información - las mediciones efectivas y la información auxiliar acerca de la fuente de la muestra. Hay varias formas de registrar las mediciones. Lo más común es que se trabaje en pareja, con una persona manipulando el pescado y la otra registrando los valores. El formulario debería tener las longitudes ya impresas, de manera que se puedan marcar los números. Hoenig et al. (1987) recomiendan el uso de un diagrama de tallo y hoja, que es útil cuando se requieren registros muy precisos, pero el sistema de la “ventana”, en que las mediciones se registran en bloques de a cinco, es más usual y facilita los análisis posteriores. La información auxiliar es de la máxima importancia para el análisis e interpretación ulteriores.

Deberá incluir:

la fecha
el lugar del muestreo
el nombre de la embarcación muestreada
el lugar en que se efectuó la captura (si se conoce; en el caso de las embarcaciones grandes que realizan viajes largos y que a veces no disponen de información exacta, habrá que registrar toda la información posible sobre los caladeros)
la fecha de la captura (en el caso de las embarcaciones que efectúen viajes largos, en que esa fecha puede diferir mucho de la del muestreo)
el equipo utilizado
las especies objecto de pesca (sobre todo si son diferentes de las especies medidas)
la cantidad total desembarcada (si la captura se ha clasificado en distintas categorías comerciales, es sumamente importante registrar las cantidades correspondientes a todas las categorías)
el nombre de la persona que efectúa el muestreo.

El diseño del formulario y los detalles que habrá que registrar deberán decidirse teniendo en cuenta también los procedimientos que se seguirán en el procesamiento posterior de los datos, por ejemplo, el sistema de base de datos que se utilizará. Sobre este aspecto volveremos en la Sección 2.4.

La elección de los ejemplares que se medirán deberá estar encaminada a evitar los sesgos y reducir la varianza. El sesgo se eliminaría y la varianza sería pequeña (aunque no necesariamente mínima) si cada ejemplar medido se escogiera al azar. Pero esto es imposible cuando se muestrean los desembarques de una pesquería comercial. La selección de los pescados que se medirán es un procedimiento jerárquico que abarca casi todas o a veces todas las siguientes fases:

  1. Espacio

  2. Tiempo

  3. temporadas

  4. meses/semanas

  5. días

Esto significa que el muestreo se efectuará sólo en ciertos desembarcaderos, en determinados días del año. En el momento en que se realiza el muestreo, intervienen otras fases:

  1. Muestreo en un día

El problema de cómo distribuir el personal y los otros recursos disponibles a fin de reducir al mínimo la varianza se examinará en la próxima sección, relativa al diseño de muestras. Aquí analizaremos las formas en que se producen los sesgos.

La toma de muestras realmente aleatorias (de las embarcaciones que desembarcan un día dado, de los ejemplares de una caja) eliminaría el sesgo; pero a menos que se aplique un procedimiento sistemático de aleatorización -por ejemplo, seleccionando las embarcaciones según el orden en que desembarcan, extrayendo los números que se muestrearán de un conjunto de números al azar- es poco probable que el procedimiento sea verdaderamente aleatorio. La ausencia de un sistema consciente, es decir el muestreo efectuado de manera fortuita, no produce muestras de verdad aleatorias. Es casi inevitable que se siga alguna pauta inconsciente, y eso puede introducir un sesgo.

Algunos sesgos son obvios. Si se mide una docena de pescados congelados de una caja del mercado o de una pila en la cubierta de una embarcación, normalmente se escogen los ejemplares más grandes. Si el encargado del muestreo está consciente de ello, es probable que se cuide de no coger los pescados de mayor tamaño. Para evitar el sesgo habrá que aplicar la regla general de que toda muestra deberá consistir en una o más cajas completas, o en una pila entera de pescado. Si de esta manera se obtienen muestras innecesariamente grandes (más de 100–200 ejemplares), el sesgo se puede evitar cogiendo todos los pescados de una parte de una caja, o dividiendo una pila en dos o más montones antes de decidir cuál muestrear.

Otras fuentes de sesgo son menos evidentes. Los desembarcaderos escogidos tenderán a ser los que se encuentren cerca del instituto de investigación, o al menos los que tengan fácil acceso. En cuanto a las embarcaciones, habrá una tendencia a seleccionar las que desembarquen a ciertas horas del día, o en un lugar del mercado donde sea fácil efectuar el muestreo. Esas embarcaciones pueden corresponder a determinados caladeros (por ejemplo, las que desembarcan en las primeras horas del día pueden haber pescado cerca del puerto). En esos casos, el pescado muestreado tal vez no sea representativo de los desembarques totales, pudiendo producirse un sesgo. Los procedimientos para evitar el sesgo, que entrañan algún método preestablecido para seleccionar los desembarcaderos, los días y las embarcaciones que se muestrearán, son parecidos a los sistemas de muestreo para determinar las capturas totales (véase, por ejemplo, Bazigos, 1974).

2.3 Consideraciones operacionales

Al diseñar un programa para muestrear los desembarques de una pesquería comercial (comercial, en este contexto, significa toda captura obtenida por una embarcación distinta de un buque de investigación), el científico puede verse enfrentado a una gran variedad de condiciones que influirán en la facilidad del muestreo. El pescado puede ser desembarcado por unas pocas embarcaciones grandes en uno o dos puertos importantes, o por numerosas embarcaciones pequeñas en muchos puntos a lo largo de la costa. En algunos casos la captura completa se expone durante un tiempo antes de venderla en subasta, y en otros, el pescado se vende y desaparece inmediatamente después del desembarque. El pescado puede descargarse sin ningún tratamiento previo pocas horas después de la captura, o bien conservarse en la embarcación por días (o incluso meses, en el caso de algunos palangreros atuneros y otras embarcaciones de altura) y someterse a algún tipo de elaboración antes del desembarque. Una misma especie puede ser capturada por diversos tipos de embarcación, y cada grupo de embarcaciones puede pescar varias especies diferentes. Gran parte de esta variedad puede darse incluso en zonas bastante homogéneas, como el nordeste de los Estados Unidos (Burns et al., 1983).

Dada esta variedad de condiciones, es claramente difícil establecer directrices detalladas sobre cómo realizar el trabajo práctico del muestreo de tallas. Es tanto lo que depende de las condiciones locales, que los detalles de los distintos procedimientos deberán determinarse, a menudo, por tanteo. Una de las primeras decisiones que hay que tomar se refiere al momento, en la progresión desde la red del pescador hasta el consumidor, en que se efectuarán las mediciones. Cuanto más temprano se realice el muestreo, tanto mejor, ya que eso reducirá las probabilidades de clasificación o discriminación. El mejor momento suele ser cuando el pescado se descarga en el desembarcadero, especialmente si se dispone de un lapso de tiempo (por ejemplo, antes de una subasta) en que la captura se encuentra expuesta y sin tocar.

También habrá que tomar en consideración el muestreo en alta mar, a bordo de los pesqueros. Es evidente que este procedimiento aporta datos de alta calidad, con información exacta sobre el lugar de la captura y otros aspectos, y puede ser la única forma de obtener datos fidedignos sobre el volumen y tamaño de los descartes. Sin embargo, no es eficiente, porque el muestreo se concentra en un lugar y no se reparte por toda la pesquería. Baird y Stevenson (1983) y Zwanenberg y Smith (1983) han comparado muestras tomadas en alta mar y en los puertos. Mientras que los segundos autores encontraron algunas diferencias entre ambos tipos de muestras tomadas de distintos conjuntos (diferencias que atribuyeron a una serie de causas, entre ellas, a divergencias reales entre los conjuntos), los primeros llegaron a la conclusión de que las dos fuentes era equivalentes, con varianzas aproximadamente iguales para un mismo volumen de muestreo. Sin embargo, ambos estudios se efectuaron en el Canadá. Las conclusiones podrían ser diferentes en otras pesquerías en que se practicara algún tipo de clasificación o procesamiento del pescado antes del desembarque. Puesto que el trabajo en el puerto permite un muestreo mucho más abundante y una cobertura más amplia de toda la flota, parece ser mejor como procedimiento ordinario, pero sin desaprovechar nunca las oportunidades de muestreo en alta mar, por ejemplo cuando se envíen observadores para verificar el cumplimiento de las normas.

Al principio, hasta que se adquiera experiencia, conviene que los investigadores que vayan a utilizar los datos en análisis posteriores participen de cerca en el muestreo y la manipulación del pescado. No hay nada tan útil como unas pocas horas en un mercado de pescado al aire libre antes del alba, en invierno, en algún puerto pesquero del Mar del Norte, para entender cómo se producen los errores en los procedimientos de muestreo de tallas. Más adelante, este trabajo será realizado probablemente por personal menos calificado, y entonces convendrá exponer los procedimientos que deberán aplicarse en un manual detallado. Además de describir cómo rellenar los formularios, ese manual podría contener instrucciones sobre cuándo y dónde tomar las muestras (por ejemplo: medir el pescado de tres desembarques cuya ubicación en el mercado estará determinada por un conjunto dado de números aleatorios). Las instrucciones detalladas deberían evitar muchas de las fuentes de sesgo que surgen cuando las decisiones se dejan en manos de la persona encargada del muestreo.

Se pueden establecer algunos principios generales que ayudarán a elaborar los procedimientos específicos para una determinada pesquería. La cooperación de los pescadores y comerciantes y vendedores de pescado locales es fundamental. En general, una vez establecido el programa, éstos se acostumbran a aceptar a los científicos como un componente normal del paisaje del mercado. Al comienzo hay que tener cuidado de explicarles lo que se está haciendo, para evitar interferir con las actividades normales del desembarcadero (es casi inevitable que las mediciones se efectúen en el mismo momento en que se están realizando muchas otras labores) y para no dañar o reducir de alguna otra forma el valor del pescado medido (cuando la medición tiene lugar antes de una subasta, esto significará muchas veces disponer ordenadamente el pescado en una caja, con los ejemplares más grandes a la vista). El muestreo para fines científicos deberá ser una operación claramente distinta de los posibles exámenes de la captura para fines de control, por ejemplo para verificar si se están acatando los límites de talla. El muestreo debe efectuarse lo antes posible después del desembarque, para reducir las probabilidades de clasificación o selección. Aun cuando no se realice una clasificación explícita, es común que los distintos mercados o clientes tengan preferencias por pescados de diferentes tamaños.

En la práctica, la investigación y el muestreo tendrán que operar con más de una especie, pero esto no constituye necesariamente una desventaja. Por ejemplo, si se trata de muestrear una sola especie capturada principal pero no exclusivamente con un tipo de equipo o por un grupo de pescadores, los desembarques menores representarán una molestia. Si no se muestrean, algunas estimaciones, como la composición por tallas de los desembarques totales, pueden quedar seriamente sesgadas. Si se muestrean, esta labor puede entrañar viajes especiales a lugares distantes y la inversión de un tiempo desproporcionado para una sola especie. Sin embargo, en muchos casos los desembarques menores consistirán en las capturas incidentales de pesquerías dedicadas a capturar algunas otras especies. En ese caso, no será un problema tomar unas pocas muestras de los ejemplares incidentales en el marco de un programa orientado principalmente a esas otras especies.

El muestreo en alta mar, ya sea en un buque de investigación o en una embarcación comercial, presenta sus propios problemas, entre los que suelen destacar las dificultades físicas del trabajo en un espacio limitado, para las que no se pueden dar reglas generales. Si es posible medir la captura entera, como en el caso de un lance con red de arrastre, los procedimientos son obvios. Si se mide sólo una parte de la captura, hay que tomar precauciones para evitar el sesgo. Esto se puede hacer dividiendo la captura en pilas o cestas aproximadamente iguales. Otra alternativa consiste en clasificar previamente la captura en especies o grupos de especies y medir sólo algunos. En este caso, como señala Pope (1988), se puede introducir un sesgo si el muestreo se concentra en las especies más comunes. Eso puede significar que una especie se muestreará sólo si es capturada en grandes cantidades; y esas pueden ser las ocasiones en que estén presentes los grupos de tallas dominantes, con una subrepresentación de los ejemplares muy grandes y muy pequeños. Lo mejor es que las especies que se vayan a medir, por ejemplo, en cada estación de un reconocimiento de rutina con red de arrastre estén previamente determinadas en el diseño del reconocimiento.

2.4 Procesamiento de los datos

Las mediciones originales, tal como se toman en el mercado del pescado, no sirven de mucho. Antes de poderlas utilizar para aplicar, por ejemplo, un análisis de cohortes basado en la talla, tienen que someterse a alguna forma de procesamiento. El grado en que tal procesamiento deberá combinar información procedente de diferentes fuentes y el modo en que se presentarán los resultados dependerán de los tipos de análisis que se vayan a efectuar. En general, lo que se necesitará serán los totales (o porcentajes) correspondientes a cada grupo de tallas en las capturas totales (o desembarques) de una determinada especie durante un año, o bien algún subconjunto de esto, como las capturas durante un mes, o en un determinado puerto, o con cierto tipo de arte.

Para entender los principios que intervienen, lo mejor es examinar la forma más completa de análisis, es decir, la estimación de las capturas anuales de una pesquería compleja con varias zonas, diversos desembarcaderos y varios tipos de artes, en la que sólo es posible muestrear algunas de las embarcaciones, en algunos de los desembarcaderos y algunos días de cada mes. Los pasos lógicos para procesar los datos, después de haber ordenado, si es necesario, las mediciones originales en grupos de tallas adecuados, son muy sencillos. Un paso, cuando sólo se dispone de algunos elementos de un conjunto (la mitad de una caja de pescado, una caja de 30 desembarcadas por la embarcación muestreada, dos embarcaciones de 15 que han desembarcado en un determinado día, etc.), consiste en estimar el total de la caja (o embarcación o día) multiplicando el número correspondiente a la muestra (la parte de la caja, la embarcación muestreada, etc.) por un factor de expansión apropiado (2 para la media caja, 15 si se ha muestreado una de 15 embarcaciones, etc.). (Nota: En algunos casos puede haber diversos factores de expansión. Por ejemplo, si las 15 embarcaciones han desembarcado 164 cajas de pescado y la embarcación muestreada ha descargado 10, un posible factor de expansión será 164/10 = 16,4. Este es normalmente el más satisfactorio, porque asigna un peso diferente a cada embarcación, según su contribución a las capturas totales).

Si se han tomado diversas muestras de un conjunto (varias embarcaciones en un día o varios desembarcaderos de una zona), el paso siguiente consistirá en sumar el número de individuos de las diferentes muestras para obtener el total correspondiente a las unidades muestreadas del conjunto (es decir, a todas las embarcaciones muestreadas ese día). El procedimiento puede comprender una larga secuencia de estos pasos. Por ejemplo, si se ha muestreado parte de una caja de cada una de varias embarcaciones en varios días distintos de un mes y el muestreo se ha efectuado en algunos de los desembarcaderos (no en todos) de cada una de varias regiones de un país, los pasos necesarios para obtener el número de individuos de un determinado grupo de tallas desembarcado en todo el país serán los siguientes:

Cuando haya diferencias notables en el tamaño de los ejemplares capturados (como en el caso de los atunes pescados con palangres y con artes de superficie), convendrá mantener los grupos separados hasta la etapa final, es decir, calcular los totales anuales para cada arte y luego sumarlos. Cuando las diferencias sean menos pronunciadas, los distintos grupos podrán combinarse en una etapa más temprana, por ejemplo al calcular los totales regionales para un mes.

Hay muchas posibilidades de elección en los detalles de este proceso, por ejemplo, en la duración del período de tiempo básico o en la manera de agrupar los datos de distintos desembarques. La elección dependerá del uso al que estén destinados los datos y del interés que revistan los diversos totales intermedios. El total de ejemplares de una única embarcación rara vez tiene importancia para la evaluación, pero a menudo es útil para comparar las distintas embarcaciones al determinar la variación intrínseca en la composición por tallas estimada. El mayor grado de detalle se requerirá probablemente cuando se apliquen las progresiones modales para estimar el crecimiento. En este caso los intervalos de tiempo deberán ser suficientemente cortos como para que el crecimiento en cada uno de ellos sea pequeño. Esto puede significar períodos quincenales o incluso de una semana en el caso de las especies de crecimiento rápido y lapso vital breve, como los camarones, mientras que para los peces de vida larga, como el bacalao, pueden ser adecuados períodos de un mes o incluso un trimestre.

2.4.1 Categorías comerciales

Es frecuente que el pescado se clasifique en diferentes categorías, por lo general con arreglo a la talla, antes de ser vendido. La coherencia con que ello se efectúa varía de una pesquería a otra. En algunas, los ejemplares grandes se seleccionan y se venden aparte sólo en el caso de las capturas mejores, y lo que se considera un ejemplar grande puede cambiar de un día para otro; en las pesquerías de camarones tropicales, los productos (al menos los que se destinan a la exportación) se clasifican en varias categorías, basadas en el número de camarones por libra, que son las mismas prácticamente en todo el mundo.

Esta clasificación aumenta la complejidad del trabajo, pero puede permitir obtener mejores estimaciones de la composición por tallas de los desembarques con poco o ningún esfuerzo adicional. Por ejemplo, si la mayor parte de la captura de camarón de un país se exporta, y si se conocen las proporciones correspondientes a cada categoría de longitud (número de ejemplares por libra), se tendrá mucha información sobre el tamaño de los camarones capturados, aun sin haber hecho ninguna medición. Pero hay que tener cuidado al utilizar los datos de las categorías, porque es fácil introducir un sesgo considerable. Por ejemplo, los camarones que no se exportan y, por lo tanto, no aparecen en los datos sobre las categorías de longitud, no constituyen una muestra aleatoria de la captura; en la mayoría de los casos son sólo los animales más pequeños. Su exclusión se traduciría en una notable sobreestimación de la longitud media de la captura.

Los descartes representan una modalidad especial y difícil de clasificación efectuada por el pescador antes de la venta. Son particularmente notorios en muchas pesquerías de camarones peneidos (véase Gulland y Rothschild, 1984), donde es frecuente que se descarten todos los peces demersales, a excepción de los ejemplares más grandes, capturados incidentalmente en las redes camaroneras, pero también se practican en muchas otras pesquerías. La existencia de los descartes puede complicar muchas evaluaciones, especialmente las de los resultados del cambio de la selectividad efectiva de la pesca, y es por eso que es sumamente importante mantener la distinción entre las capturas y los desembarques. Estos problemas, que se analizan en Saila (1983), no guardan relación especial con los métodos basados en la talla, si bien, debido a que el descarte depende a menudo del tamaño de los ejemplares, los métodos basados en la talla pueden ser los más apropiados para tratarlos.

2.5 Diseño estadístico

2.5.1 ¿Cuántas muestras se necesitan?

Algunas orientaciones generales sobre la magnitud del muestreo han sido publicadas por la CIPAN (1974) y en Hoenig et al. (1987). La gran diferencia que se observa entre ambas fuentes denota los distintos propósitos que se perseguían. Las recomendaciones de la CIPAN, que hablan de al menos una muestra (del orden de 200 ejemplares) por cada estrato de una pesquería (las pesquerías del Atlántico noroeste están estratificadas con arreglo al tipo de arte, la zona y el trimestre del año) en que se hayan capturado 1 000 toneladas de pescado o más, reflejan el nivel de muestreo necesario para vigilar adecuadamente una gran pesquería industrial, en la que se esté trabajando activamente en la aplicación de medidas de ordenación. En Terranova, donde esta norma se siguió (por lo menos de manera aproximativa) en una pesquería grande y compleja, se midieron 1 072 000 ejemplares en 1980 (Muir, 1983).

En cambio, Hoenig et al. (1987), de acuerdo con Pauly (1984), buscando los niveles mínimos de muestreo que proporcionarían los datos necesarios para efectuar análisis simples basados en la talla, consideraron que el muestreo de un total de 1 000 a 1 500 ejemplares a lo largo de 12 meses era “excelente”, y que incluso un nivel de 500 a 1 000 ejemplares en 6 meses era “bueno”. Esta diferencia se debe en gran medida a las distintas finalidades perseguidas. Una muestra de 200 ó 300 pescados debería ser suficiente para identificar una o dos modas, y si la población tiene un comportamiento regular, las muestras repetidas a intervalos de dos o tres meses deberían revelar la progresión de esas modas de manera que permita establecer algunos buenos estimadores del crecimiento. Sin embargo, ese nivel de muestreo es totalmente insuficiente para calcular estimaciones razonablemente buenas de la captura total permisible para el año siguiente. Para el seguimiento regular de las pesquerías industriales, las normas de la CIPAN, que se han utilizado ya por muchos años sin que se hayan propuesto modificaciones importantes, parecen ser las más acertadas.

Las normas de Pauly, en cambio, parecen demasiado optimistas, incluso para aplicaciones sencillas. Tal vez sean útiles como criterios para datos ya existentes, para juzgar si vale la pena analizarlos, por ejemplo, con objeto de obtener una estimación preliminar de la mortalidad total. Pero las metas para la recolección de nuevos datos deben fijarse en un nivel más alto. Muestrear 1 500 pescados en un año significa, para un tamaño muestral de 250 ejemplares, que sólo se tomará una muestra cada dos meses. Tal frecuencia, que requeriría sólo algunas horas de medición efectiva por año, sería apenas suficiente para cubrir las variaciones estacionales y no aportaría ninguna información sobre la posible variabilidad dentro de cada mes -información que es fundamental para establecer la fiabilidad de cualquier estimación que se obtenga.

Una estimación cuantitativa razonable de la magnitud que habrá de tener el muestreo se podrá obtener sólo una vez que la investigación esté bastante avanzada como para conocer la variabilidad de la composición por tallas de las capturas y saber claramente cómo se utilizarán los datos y en qué medida la varianza de los datos de talla del muestreo contribuye a la precisión de los resultados finales, por ejemplo al nivel de la CTP. Antes de eso habrá que basarse en algunas orientaciones generales como las que se ofrecen a continuación, especialmente para la fase inicial de una investigación:

el muestreo debería abarcar al menos 14 meses, es decir, el ciclo anual completo, con suficiente traslapo para examinar las diferencias entre un año y otro
a menos que la pesquería sea altamente estacional, en cuyo caso el muestreo puede interrumpirse en la temporada inactiva, deberán tomarse muestras todos los meses
aunque después tal vez se establezca que unas muestras más pequeñas pero más numerosas originan menores varianzas en las estimaciones de la composición por tallas anual, al comienzo puede ser preferible tomar muestras moderadamente grandes (200–300) para establecer la composición por tallas de las capturas en un determinado momento y lugar
a menos que haya problemas prácticos para llegar a los desembarcaderos más distantes, el muestreo deberá distribuirse por toda la pesquería
deberán tomarse muestras de las capturas con todos los tipos de arte que extraigan cantidades significativas de las especies en cuestión
deberá haber suficiente duplicación dentro de los estratos, es decir, muestras del mismo arte, en la misma zona y el mismo mes, para establecer el nivel de la varianza dentro de los estratos y, por tanto, el grado de precisión que probablemente se pueda alcanzar.

Para satisfacer estos criterios, con un mínimo de duplicación y sin intentar muestrear todas las combinaciones de arte/zona, se necesitarán probablemente unas 20 a 30 muestras. Esto no representa un gran volumen de trabajo; la medición misma puede requerir 5 ó 6 horas, más otras tantas, aproximadamente, para la verificación, introducción en la base de datos y procesamiento preliminar. Lo que absorbe más tiempo es la necesidad de efectuar unas 15 ó 20 visitas distintas a los desembarcaderos, que a veces pueden estar algo distantes del instituto de investigación. Esto sería excesivamente agotador si cada una de ellas se destinara sólo a medir una muestra de 200 ejemplares de una especie. En la práctica, cada visita a un desembarcadero puede incluir también la medición de muestras de otras especies, la recolección de muestras biológicas, por ejemplo para estudios de alimentación, entrevistas a los pescadores sobre los lugares en que han estado pescando y el esfuerzo que han desplegado, etc.

Este nivel de muestreo, que se propone para el período de estudio inicial, constituye probablemente una primera aproximación razonable al muestreo como parte de un programa de investigación continuo y regular. A su debido tiempo habrá que modificarlo, reduciéndolo si se ha concluido que los métodos basados en la talla no son muy útiles o si hay pocas variaciones entre distintos meses, artes o zonas, y aumentándolo si se considera probable que los métodos basados en la talla constituyan una parte importante del programa de investigación. Al final, los cálculos de la varianza de las estimaciones, por ejemplo de la proporción de pescado en cada grupo de tallas, deberían permitir determinar el nivel óptimo de muestreo, aunque este puede ser un procedimiento estadísticamente complejo.

2.5.2 ¿Cómo distribuir las muestras?

Dado un cierto volumen de recursos -tiempo del personal, fondos para viajar a desembarcaderos distantes, etc.-, se plantea el problema de cómo distribuirlos para obtener el mejor resultado (es decir, estimaciones no sesgadas y con una varianza mínima). Para medir un máximo de ejemplares habría que dedicar todo el tiempo posible a las mediciones mismas, “desperdiciando” poco tiempo en los desplazamientos de una embarcación a otra o de puerto en puerto. En la práctica, esto significaría que el muestreo se concentraría en los desembarcaderos más cómodos y que se medirían grandes cantidades de pescado de cada embarcación muestreada.

Tal diseño de muestreo tendría muy pocas probabilidades de ser óptimo. Casi seguramente estaría sesgado, pues el pescado descargado en desembarcaderos más distantes o incómodos tendrá probablemente una composición por tallas bastante diferente de la de las capturas desembarcadas en puntos más cercanos. También tendría una varianza alta. El pescado desembarcado por una embarcación (o en un puerto) tiende a ser más o menos del mismo tamaño, por lo que dos cajas de pescado de una misma embarcación (o de un mismo puerto) tendrán composiciones por tallas más parecidas que dos cajas desembarcadas por embarcaciones distintas (o en puertos diferentes). Así pues, una vez medida una caja de pescado de una embarcación, seguir muestreando el mismo barco no aporta, en general, mucha más información sobre las tallas del pescado en los desembarques totales. Este tipo de información mejorará si se incluyen más embarcaciones en el muestreo (aunque se midan menos ejemplares), en lugar de aumentar el tamaño de la muestra de una misma embarcación.

La cuestión de la asignación óptima en el muestreo estratificado y en etapas múltiples se examina en los textos estadísticos clásicos (como Cochrane 1953 y las ediciones posteriores), y su aplicación al muestreo de tallas se analiza en Gulland (1966). La magnitud del muestreo en un estrato (una zona, los desembarques de un determinado tipo de embarcación, etc.) debería ser proporcional a la contribución de ese estrato a la variabilidad total, es decir, máxima en los estratos que aportan los desembarques más grandes o presentan las tallas más variables. El tamaño de las muestras en diferentes etapas (el número de ejemplares medido en una embarcación, o el número de embarcaciones muestreadas en un desembarcadero en un día) dependerá de los costos relativos de la toma de más muestras (de más embarcaciones o en más desembarcaderos) o de la toma de muestras más grandes, así como de los tamaños relativos de la varianza entre distintas muestras y dentro de cada una de ellas.

Dos muestras de 150 pescados siempre aportarán más información (darán estimaciones con varianzas menores) que una de 300 ejemplares, pero requerirán más tiempo. Un tamaño muestral de 150 individuos será mejor que uno de 300 individuos, si un conjunto de muestras de 150 pescados cada una (por ejemplo 20 muestras, o sea un total de 3 000 ejemplares) aporta más información que un conjunto de muestras de 300 pescados que se reúna en la misma cantidad de tiempo (por ejemplo 12 muestras, o 3 600 ejemplares). La experiencia general indica que, en las condiciones típicas de los desembarques comerciales, el tamaño muestral óptimo es bastante pequeño, tal vez de 50 a 150 ejemplares.


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