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3. VARIABILIDAD A BREVE Y LARGO PLAZO DEL MEDIO AMBIENTE MARINO

Las especies con una estación de reproducción anual relativamente breve suelen registrar unas variaciones estacionales más radicales en cuanto a número. La abundancia de especies “perennes”, como la mayoría de los peces grandes, depende también de factores bióticos y de cambios ecológicos que influyen en su repoblación o reclutamiento. Para los organismos marinos de tamaño comercial y de vida más larga, en su reclutamiento suelen darse variaciones de por lo menos un orden de magnitud a lo largo de un período de varios años (Ricker, 1975; Beyerton y Holt, 1957). Estos cambios en el nivel de reclutamiento de un año para otro debidos a cambios ecológicos se exageran muchas veces debido a su influencia en el nivel de capturas y en el tamaño de la flota, luego de años de productividad punta. Este efecto “retardado” acentúa los cambios anuales en el nivel de desembarques (Caddy y Gulland, 1983 y Fig. 7).

El más importante de todos estos factores y cambios suele darse al principio del ciclo vital del pez (Cushing, 1982, 1988). Por ejemplo, la supervivencia de huevos y larvas se muestra especialmente sensible a factores ecológicos, y el reclutamiento de los juveniles supérstites respecto de la población adulta o pescada guarda muchas veces relación con el régimen meteorológico marino, las condiciones de los mares, el tamaño de la población reproductora (y para cerrar el círculo), la fecundidad, un buen desove y otros factores.

Las variaciones medioambientales a corto plazo (estacionales) y a largo plazo (interanuales a decenales) que producen variaciones correlativas en la abundancia de sardinas y otras especies (Lluch-Belda et al., 1992), han precedido a la influencia del hombre (p.ej., véase Cushing, 1990; PNUMA, 1994). No obstante, han de tenerse en cuenta para lograr un desarrollo sostenible - y óptimo.

Las variaciones a largo plazo en el medio ambiente marino a causa del cambio climático se han documentado y con ellas se han correlacionado las variaciones en la abundancia de peces. Por ejemplo, por las escamas de peces en testigos de sedimentos de fondos marinos consta que distintas especies se han sustituido unas a otras incluso antes de la acción del hombre en los ecosistemas marinos (Holmgren-Urba y Baumgartner, 1993). También la “corta edad glacial” en el hemisferio septentrional durante la alta Edad Media, provocada por lo visto por anormalidades en el ciclo de las manchas solares, fue un período durante el cual las poblaciones de bacalao en las costas de Groenlandia bajaron y fueron sustituidas por focas y otras especies totalmente árticas.

Este género de consideraciones es algo que hay que tener en cuenta al evaluar las variaciones del entorno marino a causa de las actividades humanas. La amplitud y el ritmo de los cambios previstos mundiales de clima (véase sección 5.10) vendrán a sobreimponerse a una variación natural ya amplia en las condiciones, por lo que resulta difícil pronosticar sus efectos en las pesquerías y en la acuicultura. Aunque pueden verse perjudicadas determinadas poblaciones, no se prevén grandes cambios en la producción total de recursos marinos.

Los cambios en el régimen de lluvias, el aumento de la escorrentía de los ríos y del nivel del mar influirán especialmente en la vida de los mares cerrados y semicerrados, marismas costeras, estuarios, lagunas, manglares y otras zonas importantes de cría en la costa. La erosión de las tierras puede aumentar dando lugar a un entarquinamiento de las costas, a la reducción de la zona fótica marina y a una ulterior degradación de los arrecifes coralinos y de los lechos de zosteras y algas marinas.

También sufrirá esos mismos efectos la acuicultura costera, especialmente en Asia sudoriental e India, de donde procede actualmente la mayor parte de la producción acuícola de aguas salobres y marinas del mundo. En la actualidad no es posible calcular el costo de desplazar y reconstruir las infraestructuras acuícolas costeras y reubicar los lechos de algas marinas y moluscos, pero sería enorme.

El Grupo Intergubernamental de Expertos OMM-PNUMA sobre Cambios Climáticos ha llevado a cabo una evaluación científica completa de dicho cambio (IPCC, 1992); en la sección 5.10 se analizan algunas de sus conclusiones.

Hay límites a lo que puede hacerse para mitigar los futuros efectos perjudiciales de los cambios climáticos si no se cuenta con el pleno apoyo de los gobiernos y de la gente de las zonas de riesgo. Siguen siendo dificiles de predecir las consecuencias financieras y es tarea ardua persuadir a los gobiernos y a los donantes institucionales para que comprometan fondos hasta que no se disponga de pronósticos mejores. Las decisiones prematuras y desinformadas pueden resultar caras y peligrosas aunque también existe el riesgo de no hacer nada en absoluto. Es importante reducir el nivel actual de incertidumbre.


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