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PARTE III - PERSPECTIVAS DE LOS USUARIOS


RESUMEN DEL DEBATE

Grupo 1: Usuarios Nacionales - Resumen del Debate (Jacques Vercueil)

Presidente: Stanley R. Johnson

Oradores:

John Owour, Kenya

Shyam S. Dubey, India

Luis Fajardo, Colombia

Rita Bhatia y Analisa Conte, PMA

Flora Sibanda-Mulder, UNICEF

Relator: Jacques Vercueil

El primer mensaje que se desprende con mucha claridad del debate es que la inseguridad alimentaria es un concepto complejo tanto en sus manifestaciones como en sus causas, por lo que es inútil intentar establecer cuál es la medición más aplicable a este concepto. Ningún indicador o medición por sí solo puede o debe pretender abarcar la inseguridad alimentaria. De hecho, se nos ha recordado que la inseguridad alimentaria presenta muchas facetas distintas. Estas facetas comprenden la disponibilidad, accesibilidad y consumo de alimentos, resultados tales como el estado nutricional, y las condiciones de vida, con inclusión de la pobreza y sus diversos aspectos. Para que la información sobre la inseguridad alimentaria sea útil, es necesario que aborde estas distintas facetas. Hemos escuchado propuestas de considerar un índice compuesto, pero se ha señalado que un índice de esa índole tal vez no revele todos los aspectos pertinentes e incluso no reduzca el costo de reunir la información básica que exige su construcción. Se nos ha aconsejado, sin embargo, que tratemos de avanzar en esta dirección y de simplificar ligeramente algo que es complicado.

En varias ocasiones hemos escuchado que, a pesar de la atención prestada al concepto de "insuficiencia" de energía como resultado de la carencia de alimentos, los otros aspectos de la malnutrición, que abarcan desde la carencia de macronutrientes y la anemia hasta el sobrepeso y la obesidad, son problemas de salud pública que forman parte del fenómeno de la inseguridad alimentaria y, por lo tanto, deben recibir la debida atención tanto en lo que respecta a la información como a la acción.

Un segundo tema tratado en el debate ha sido el relativo a los distintos métodos de medición y los diversos tipos de información que generan sobre la inseguridad alimentaria. En todos los ejemplos y casos que hemos escuchado hoy se ha mencionado la antropometría como una fuente fundamental de información. Su importancia radica en que permite abordar cualquier tipo de nivel geográfico, indica tendencias en el curso del tiempo y ofrece información sobre distintos grupos, familias o personas. Sin embargo, se ha señalado que gran parte de la información antropométrica sigue estando relacionada con niños, mientras que se dispone de muy pocos datos sobre antropometría de adultos, datos que sería muy importante tener. Asimismo, se nos ha demostrado que la comparación de la antropometría de adultos y niños en una misma población, si bien emite señales divergentes, puede dar una buena idea de cómo se producen los hechos. Además, se ha señalado que aún quedan problemas metodológicos por resolver respecto de la antropometría nutricional de los adolescentes.

Otra fuente de información que ha sido objeto de debate es la procedente de los diversos tipos de encuestas de hogares, entre ellas las encuestas sobre gastos y sobre condiciones de vida, como en el ejemplo de la India. Mientras que la antropometría ofrece resultados pero no aclara sus causas, la información de hogares es fundamental para comprender mejor las causas y mecanismos en juego y, por lo tanto, tomar las medidas adecuadas.

Se han analizado las encuestas cualitativas, o mejor dicho de autoevaluación, en las que cada persona evalúa su situación en lo que respecta al hambre. Se utiliza el término "autoevaluación" y no "autoinformación" porque casi todas las encuestas entrañan en alguna medida información sobre uno mismo. Este método resulta muy útil porque, en primer lugar, revela lo que realmente importa, a saber, cómo las personas interesadas perciben el hambre y se resienten o no de la situación en que se encuentran, lo que permite obtener un conocimiento más profundo de lo que sería posible con otros métodos. Debido a la subjetividad y al riesgo de que los encuestados puedan intentar manipular sus respuestas, esta información podría a primera vista considerarse poco consistente, pero se nos ha demostrado que, cuando se elabora y se valida en forma adecuada, la autoevaluación puede llegar a proporcionar información sólida y arrojar resultados más valiosos que una mera colección de opiniones: puede llegar a proporcionar datos científicos y verificables.

También ha habido divergencia de opiniones en cuanto a la forma en que pueden combinarse estos métodos. Se ha dicho que las mediciones antropométricas podían agregarse a las encuestas de hogares con un bajo costo, o que podría incluirse información cualitativa en los cuestionarios tradicionales, pero también se ha dicho que la inclusión de la antropometría en otras encuestas entraña un fuerte incremento de los costos. A pesar de la falta de consenso respecto de cómo combinar los métodos, ha quedado muy clara la utilidad de estas fuentes complementarias de información.

Permítanme señalar también brevemente que se ha considerado muy útil la cartografía de la información. En muchas ocasiones, hemos observado que es necesario conocer la información sobre varios aspectos y que no sólo son de crucial importancia las cifras sino también las tendencias. De hecho, las tendencias pueden ser más fiables que las cifras, aun cuando estos números sigan siendo indispensables para muchos fines.

Un tercer tema importante ha sido que el acopio de información debe estar vinculado a la utilización que de ella se hace, y justificado por esa utilización. A través de una cantidad de ejemplos, se nos ha demostrado qué tipo de información se utiliza para qué tipo de programa o acción, por ejemplo, para determinar el acceso a tiendas de comercio justo o a programas de precios subvencionados de forma selectiva. También se han citado ejemplos concretos del UNICEF con respecto a este vínculo, en que la información sobre la inseguridad alimentaria se utiliza para elaborar medidas correctivas. Todo esto adquiere importancia cuando se analiza el costo de la información (para el encuestador) y la carga que ésta representa (para el encuestado). Cuando la información se traduce en medidas y políticas, es necesario obtener la información aun cuando implique un costo. En muchos casos, el beneficio derivado de la información compensará su costo cuando su recopilación esté justificada por un claro vínculo con medidas, políticas o programas que dependen de una información válida y fiable. Otro aspecto del uso de información es la promoción. La información utilizada con estos fines no puede ser de la misma naturaleza que la que hemos examinado hasta ahora, pero la promoción es una función necesaria y, por consiguiente, debe considerarse como uno de los diversos usos de la información.

Gran parte de lo que se ha dicho está relacionado con problemas, situaciones, medidas y programas subnacionales. A nivel nacional, tenemos, entre otras, la medición de la FAO o más bien la estimación del número de personas subnutridas. Hemos visto que la utilidad de dicha información varía de un país a otro. Se ha señalado que, en el caso de la India, este tipo de evaluación global no es realmente interesante porque la disponibilidad global de alimentos está garantizada y ya no constituye un problema. Lo mismo ocurre en Colombia, mientras que en Kenya y en Malí la situación es distinta. En consecuencia, ha quedado claro que la evaluación del número de personas subnutridas que hace la FAO es bastante válida en algunos países, un poco menos en otros y dudosa en otros casos. Cuando la FAO comenzó a publicar sus estimaciones sobre el número de personas subnutridas a nivel nacional, lo hizo en gran medida con la intención de poner en marcha un proceso de mejora de las estimaciones, como diciendo: éstos son los datos a nivel nacional que hemos estimado aplicando el método de la FAO a la información que ustedes nos han proporcionado. Era de esperar que algunos países considerarían válida la evaluación en su caso, mientras que otros la impugnarían y proporcionarían datos mejores en los que pudiera basarse una estimación más válida.

Otro aspecto del debate que ha quedado claro en el ejemplo de Kenya, pero que también se ha subrayado en otros casos, es la gran complejidad de los sistemas de información y de los tipos de información generados y utilizados en el ámbito nacional y subnacional, así como en relación con la comunidad internacional. Esta complejidad puede tener como resultado unas exigencias excesivas de información, además de unos costos y una carga excesivos para la población, mientras que los resultados obtenidos mediante el uso de dicha información tal vez no sean óptimos. Ha sido interesante observar, por ejemplo en el caso de Kenya, que en las zonas de alerta precoz con pocos recursos se han conseguido resultados muy positivos al coordinar información de muchas procedencias con el fin de respaldar una acción eficaz muy necesaria. El siguiente paso sería avanzar hacia la adopción del mismo método y el logro del mismo grado de progreso en otras regiones mejor dotadas en recursos naturales, pero con una situación más compleja en lo que respecta a la información. Eso demuestra que no existen situaciones desesperadas y que las mejoras son posibles, aunque el proceso sigue siendo difícil.

A este respecto, también se ha señalado en varias oportunidades que no se considera que las organizaciones internacionales sean de gran utilidad para resolver el problema de la complejidad. El mensaje que han hecho llegar ustedes ha sido muy claro: que las organizaciones internacionales deben ayudar de todas las formas posibles a los países y a los gobiernos a adoptar sistemas de información más sencillos y eficaces. A este respecto, se ha señalado que los Sistemas de Información y Cartografía sobre la Inseguridad Alimentaria y la Vulnerabilidad (SICIAV) no tiene por objeto agregar información ni crear nuevas demandas, sino ayudar a los países a utilizar mejor la información que ya tienen, a evitar la duplicación y a colmar lagunas. Sin embargo, los SICIAV intentan sobre todo reunir a las instituciones que generan y utilizan información sobre la seguridad alimentaria para ayudarlas a hacer un mejor uso de ella.

Como hemos visto, existen diversos métodos para estudiar la seguridad alimentaria y todos ellos miden algo distinto. Por tanto, en algunas ocasiones es necesario aplicar dos o tres métodos simultáneamente a la misma población para ver con claridad qué tipo de información proporciona cada método y cómo cada uno de ellos puede revelar aspectos distintos de la misma situación. También es posible evaluar si se confirman hipótesis a priori respecto de una información convergente o divergente, facilitando de ese modo información tanto sobre la situación específica como sobre el uso de los propios métodos. El caso de Malí ha demostrado cómo los resultados derivados del uso de distintos métodos aplicados a una situación específica no revelan necesariamente la misma realidad. Es indispensable crear intencionadamente ocasiones como ésta, de las que podamos aprender cómo funcionan los diversos métodos; esto ayuda también a quienes se han especializado en un método a comprender cómo se relaciona ese método con los demás.

La cuestión de la relación entre los distintos métodos está vinculada a un último tema planteado por nuestros colegas en varias oportunidades, a saber, la frecuencia con la que se debe recopilar y notificar la información. Se trata por supuesto de una cuestión importante que puede dar lugar a grandes economías o despilfarros, puesto que a menudo la información no es necesaria con tanta frecuencia. Se ha citado el ejemplo de las encuestas sobre la ingesta de alimentos, que son complicadas y costosas, pero que proporcionan una información excepcional: puede que no sea necesario realizarlas con tanta frecuencia. Pueden ser de gran utilidad si se realizan a intervalos de varios años para facilitar la calibración y agrupación de la información obtenida a partir de observaciones menos precisas y directas. Por último se ha señalado, entre las tareas que pueden ser útiles en el futuro, que unos pocos casos bien seleccionados en que se apliquen distintos métodos en forma paralela, contribuirían enormemente a aclarar qué aporta cada uno de ellos y cómo se complementan entre sí y permitirían ayudar a realizar importantes economías de costos, al tiempo que asegurarían un aumento de la comprensión y la eficacia.

RESUMEN DEL DEBATE

Grupo 2: Usuarios Internacionales - Resumen del Debate (Jacques Vercueil)

Presidente: Stanley R. Johnson

Oradores:

David Wilcock, Coordinador de los SICIAV, ESD-FAO

Suleka Patel, Banco Mundial

Tim Harris, Departamento de Desarrollo Internacional, Reino Unido

Altrena Mukuria y Thomas Marchione, Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional

Relator: Jacques Vercueil

El primer resultado importante del debate de esta tarde es la importancia que han adquirido los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Tras su presentación por el Sr. Wilcock, organizaciones internacionales y países donantes han manifestado todos ellos que están utilizando los ODM como guía para sus objetivos y metas a todos los niveles. Podemos llegar a la conclusión de que la finalidad de los ODM parece haberse alcanzado en forma muy satisfactoria, ya que ahora sirven de marco de referencia en la asistencia para el desarrollo internacional, y entre sus principales metas se encuentran la erradicación de la pobreza y el hambre. Otra observación acerca de los ODM es que abarcan claramente todos los aspectos que han sido indicados de forma sistemática, como esenciales para la cabal comprensión de la inseguridad alimentaria, desde los ingresos y la pobreza hasta la educación y la salud en sus distintas facetas, incluidas, por supuesto, el hambre y la malnutrición. También hemos observado que han contribuido a dar impulso al proceso de recolección y enriquecimiento de la información.

Permítanme detenerme brevemente en una observación: si bien la reducción del hambre forma parte tanto de los ODM como de los objetivos de la CMA, la expresión de estos dos fines lleva a distintas metas. En realidad, existe una considerable diferencia cuantitativa entre unos y otros, es decir, entre proporciones y cifras. Las metas de los ODM y de la CMA difieren en cientos de millones de personas o en decenios y, por lo tanto, es conveniente analizar estas diferencias.

Al pasar de la perspectiva nacional a la internacional, que es el tema de esta tarde, permítanme hacer una observación de pasada sobre la cuestión de las necesidades internacionales de datos frente a las nacionales. Los datos no se recopilan con el fin de alimentar una base de datos mundial ni de vigilar un objetivo mundial. Por el contrario, la recopilación de información está orientada siempre a resolver problemas específicos de un país. No obstante, es necesario asegurar la comparabilidad, normalización y armonización de los datos: hemos oído mencionar esa necesidad en reiteradas oportunidades. Esta necesidad da origen a un conflicto a nivel nacional, entre lo que se ha hecho tradicionalmente y lo que actualmente se pide a los países que generen y produzcan. Sin embargo, no se trata de pedir a los países que generen datos que no necesitan; con mucha frecuencia el problema se reduce a qué método específico deben utilizar para recopilar los datos. Este planteamiento parece lógico, puesto que si recopilamos información en distintas formas sobre el mismo problema en diversos lugares, ya sea dentro de un país o en varios países, al final puede que no podamos utilizar ésta de la manera más eficaz.

La segunda observación importante es que, aunque la sesión en cuestión haya sido una sesión sobre la "perspectiva internacional", ha habido que reconocer muy pronto que lo importante no son los objetivos mundiales, sino lo que sucede en el ámbito nacional. Aunque la información internacional es útil con fines de promoción, vigilancia o asignación de recursos, la perspectiva nacional es la más importante; es ahí donde es posible tomar medidas reales. De esta observación se desprenden dos conclusiones: la información ha de ser solicitada por el país y el fortalecimiento de la capacidad nacional para generar y utilizar la información en el mismo país es de vital importancia. Me gustaría recalcar lo que han dicho los miembros del grupo sobre el fortalecimiento de la capacidad ya que con bastante frecuencia falta este eslabón fundamental. No es fácil crear la capacidad necesaria para generar y utilizar información, pero es imprescindible hacerlo para modificar la demanda de información, y por consiguiente, la calidad de la información generada para mejorar las políticas y las medidas: lo que se necesita no es tanto "más" información como una información "más útil".

El debate nos ha llevado de nuevo a examinar la importancia de los SICIAV nacionales, es decir los esfuerzos para racionalizar los sistemas de información y sacar el máximo provecho de ellos. Un nuevo aspecto que he observado está relacionado con los Documentos de estrategia de lucha contra la pobreza. Este es un medio muy importante para vincular la información a la acción en el ámbito nacional que debe formar parte de este esfuerzo de simplificación destinado a mejorar la ayuda a los encargados de formular políticas.

Una vez más se ha subrayado en diversas ocasiones que la antropometría es una información fundamental; de manera más general, se ha considerado que la información relativa a la nutrición es sumamente importante. De hecho, la nutrición no sólo es importante como faceta de la pobreza sino también por sí misma, dado que las mejoras en el estado nutricional tienen efectos beneficiosos directos en el bienestar de las personas y también en su capacidad microeconómica y macroeconómica, debido a que el hambre y la pobreza se refuerzan mutuamente.

Es posible que los métodos que estamos utilizando actualmente no permitan medir la vulnerabilidad como aspecto específico. Soy consciente de que aún queda mucho por hacer en lo que respecta a la vulnerabilidad: se trata de un trabajo en curso.

Se ha reiterado la necesidad de justificar los indicadores de la información mediante su utilización con fines de toma de decisiones y preparación para la acción, y eso ha inducido a nuestro Presidente a proponer esta mañana que reflexionemos sobre una matriz. Los epígrafes de las columnas de la matriz mostrarían quién hace qué, los epígrafes de las filas indicarían el nivel al que se toman medidas y en las intersecciones entre las filas y las columnas se especificarían las necesidades de información. Me parece interesante que, en una reunión denominada simposio científico, donde esperaríamos oír hablar sobre todo de aspectos técnicos de la nutrición, la economía social y las encuestas, las conclusiones más sólidas se refieran a la importancia de determinar que lo que estamos haciendo con la información será útil desde una perspectiva orientada a la acción.

Se nos ha recordado la importancia de utilizar una terminología adecuada y evitar el uso indiscriminado de palabras como hambre, subnutrición o desnutrición, insuficiencia de energía alimentaria, etc. Si bien esto ha quedado bien entendido, también es cierto que a medida que se pasa del terreno técnico al de los políticos y la opinión pública, es difícil ceñirse a una terminología rigurosa y más aún evitar hacer uso de la terminología pública. El caso del término "hambre" es muy ilustrativo. Todos sabemos que cuando se utiliza la palabra hambre tiene por lo general un significado muy vago y poco científico, pero todos lo comprendemos. En consecuencia, el término tiende a invadir un terreno más amplio del que podría ser adecuado. No es fácil evitarlo y, por ende, constituye un problema.

Al final del debate se han hecho algunas observaciones más sobre el método de la FAO. Se ha dicho que en este método se debería usar más información basada en los países y que también se deberían incorporar en él encuestas de hogares. De hecho, eso es lo que se hace: el método se basa en datos proporcionados por los países y siempre que es posible se examinan y utilizan muchas encuestas. Sin embargo, debo advertir que los datos de los países y las encuestas de hogares presentan graves problemas de lagunas, credibilidad y coherencia. Alguien ha preguntado por qué debería mantenerse constante en el curso del tiempo el coeficiente de variación (CV). Personalmente, estoy de acuerdo con esa observación y la única razón que veo para mantener constante el CV es que en el pasado muy rara vez se disponía de valores utilizables de CV en un país por lo que, cuando se tenía uno, a nadie le pasaba por la mente que pudiera cambiar con el paso del tiempo. La situación es hoy distinta y aun cuando no soy una autoridad en la materia, conozco la situación bastante bien y no creo que cambiar el método establecido cree más dificultades que la de utilizar el coeficiente de un país cuando esté disponible y cambiar su valor en la fórmula para el período correspondiente cuando se actualice.

Creo, señor Presidente, que éstos son los principales aspectos del debate. Quisiera únicamente agregar que hemos oído también decir a muchos colegas que en su opinión ésta ha sido una reunión muy útil, y todos le damos las gracias por ello.


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