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PARTE II - MÉTODOS: DESCRIPCIÓN Y DEBATERESUMEN


A. Metodología de la FAO

1. Documento Principal Resumen (Loganaden Naiken)

Metodología de la FAO para estimar la prevalencia de la subnutrición

Loganaden Naiken

Ex Jefe del Servicio de Análisis Estadístico (ESSA)

Dirección de Estadística de la FAO

Roma, Italia

El documento contiene amplia información sobre la metodología y los datos que utiliza la FAO para estimar la prevalencia de la subnutrición. Luego de una breve introducción, se examina el marco metodológico básico, que consiste en la distribución de frecuencias del consumo de alimentos (expresado como energía alimentaria) y el punto límite de la insuficiencia de la ingesta, que se define con arreglo a las normas establecidas para las necesidades energéticas mínimas. A continuación se describen los datos y procedimientos utilizados para estimar la distribución de frecuencias del consumo de alimentos y el punto límite. Luego se analiza el significado y la importancia de la medición de la carencia de alimentos llevada a cabo por la FAO, teniendo en cuenta las limitaciones que imponen los datos y procedimientos. En la siguiente sección se describen brevemente mediciones similares realizadas por otros autores u organizaciones y su relación con la medición de la FAO. También se analizan las ventajas e inconvenientes de las estimaciones de la FAO, la posibilidad de mejorarlas en el futuro, y cuestiones relativas a la posibilidad de desglosar las estimaciones por grupos de edad/sexo o subnacionales. El documento incluye cuatro apéndices técnicos. Los tres primeros tratan de algunos problemas planteados en el documento, en particular la medida en que la distribución de probabilidades bivariante y la expectativa de una correlación entre suministro y necesidades de energía justifican la metodología utilizada para estimar la prevalencia de la subnutrición. El cuarto apéndice ofrece un ejemplo de la aplicación de la metodología de la FAO en un país hipotético.

2. Informe del Grupo de Debate (Sumiter Broca)

Presidente: Shala Shapouri

Oradores iniciales: Isidoro David y Benjamin Senaur

Relator: Sumiter Broca

Hubo un animado debate centrado en las ventajas e inconvenientes del método de la FAO y otros temas presentados por los oradores anteriores. Se sostuvo que el método de la FAO tenía algunas ventajas, en particular el hecho de que esas estimaciones pueden servir como punto de referencia para evaluar la situación mundial. Las estimaciones son coherentes, por lo que pueden utilizarse para identificar tendencias de la subnutrición a largo plazo ("¿Se está reduciendo el número de personas que padecen hambre?").

Sin embargo, también hay problemas, empezando por las graves imprecisiones en los datos de las hojas de balance de alimentos que se derivan de las deficiencias de los datos sobre producción -por ejemplo, los datos de China sobre producción alimentaria y pesquera- y sobre comercio de países con fronteras poco vigiladas. Otro problema que plantearon los oradores iniciales fue que el método de la FAO tal vez sobreestime la prevalencia de la subnutrición en algunas regiones y la subestime en otras, debido a que hace demasiado hincapié en el consumo energético medio y no presta suficiente atención a la distribución de la energía. El hecho de que el método sólo tenga en cuenta la ingesta de energía y no la de micronutrientes también puede considerarse un problema.

Se señalaron ejemplos de Tailandia e Indonesia para demostrar que con el método de la FAO se obtienen cifras que no concuerdan con otros indicadores socioeconómicos.

Propuestas para mejorar el método de la FAO

Mejora de la calidad de los datos básicos

Para tratar de demostrar que los datos sobre pobreza y subnutrición son intrínsicamente políticos se citó el ejemplo de las estimaciones de la pobreza en los Estados Unidos. En ese país se utiliza aún una metodología arcaica para obtener datos relativos a la pobreza porque cambiarla sería políticamente difícil. Ese mismo argumento se aplica, mutatis mutandis, al método de la FAO. Lo único que puede hacerse es "retocarla".

Como las simulaciones del Sr. Naiken han demostrado que las estimaciones no son sensibles al parámetro de distribución para promedios cercanos al punto límite, pero sí lo son a la elección del punto límite y al promedio, los esfuerzos deben centrarse en mejorar la precisión de estas cifras. Se argumentó que centrarse en las necesidades de las personas para establecer los puntos límites era innecesariamente complicado y que en su lugar podían utilizarse cifras específicas para cada grupo de sexo y edad sin renunciar a la exactitud. La hipótesis de que las necesidades y la ingesta están correlacionadas también exige un examen más detenido.

Se presentaron argumentos para demostrar que la presentación de informes anuales sobre la subnutrición no estaba justificada, porque la situación subyacente no cambiaba mucho de un año a otro, y también porque la relación señal - ruido era baja.

Promoción de la compatibilidad con otros datos

No es conveniente que cifras relativas a conceptos de naturaleza similar, como pobreza y subnutrición, emitan señales contradictorias. Por lo tanto, es necesario formar asociaciones entre organismos internacionales y países para promover la comparabilidad de esos indicadores y asegurar también su sostenibilidad.

Utilización de datos de encuestas de hogares

Se señaló que con el fin de determinar la proporción de la población en situación de pobreza, en un gran número de países se utilizan datos de encuestas de hogares para calcular la proporción de éstos en que la ingesta energética es insuficiente. Por lo tanto, la FAO debe utilizar estos datos para realizar una verificación cruzada de las estimaciones de la proporción de personas subnutridas que obtiene a partir de las hojas de balance de alimentos, y mejorarlas. Sin embargo, no propugnó el reemplazo total del método de la FAO.

Se cuestionaron dos objeciones a la utilización de datos de encuestas de hogares que se hacían en el documento principal, a saber:

a) que los procedimientos de muestreo se tenían por objeto obtener estimaciones precisas de promedios y no de proporciones por debajo de un punto límite; y

b) que, al inferir de estadísticas basadas en muestras de los parámetros de población, no se tenían en cuenta los complejos planes de muestreo en que se sustentan esas encuestas. Se sostuvo que estas objeciones carecían de validez porque un gran número de países estaban utilizando de hecho datos de encuestas para medir la desigualdad y la pobreza. Actualmente se dispone de programas informáticos que al hacer inferencias sobre los parámetros de población tienen en cuenta los complejos planes de muestreo.

Sin embargo, se reconoció que reemplazar las estimaciones de la FAO por estimaciones derivadas de datos de encuestas de hogares sería costoso y no siempre posible, y que esos datos planteaban sus propios problemas. Se citaron ejemplos de la India, basados en la encuesta nacional por muestreo que se realiza desde hace tiempo, para mostrar cómo podían surgir problemas. Por ejemplo, el cambio del período de recordatorio de 7 a 30 días cambia significativamente la proporción de la población en situación de pobreza. No es posible realizar mediciones precisas de la distribución del consumo de alimentos entre grupos de ingresos porque el plan de muestreo tiene por objeto obtener estimaciones precisas del promedio del consumo de alimentos a expensas de la precisión de las estimaciones de la distribución.

Utilización de datos antropométricos

Se indicó que las estimaciones de la FAO podían complementarse con datos antropométricos en el caso de los niños y también con índices de masa corporal (IMC) en el caso de las mujeres. Es imprescindible reunir más datos sobre antropometría de adultos. Otra ventaja de este método es que se podría medir y estudiar mejor la incidencia creciente de la obesidad en los países en desarrollo.

Debate

En el debate posterior, estas propuestas fueron refrendadas, complementadas o corregidas. En primer lugar, con respecto a los defectos de los datos de la FAO, se alegó que no era posible garantizar el funcionamiento de un método para todos los países. Los análisis estadísticos han demostrado que en todos los países la medición de la FAO está estrechamente correlacionada como promedio con otras variables asociadas a la seguridad alimentaria. Este hecho ha sido aprovechado para elaborar un índice global de seguridad alimentaria de los hogares que posteriormente el Programa Mundial de Alimentos (PMA) consideró útil para orientar la ayuda alimentaria hacia determinados países. Esta propuesta fue respaldada por otros dos participantes, uno de los cuales sostuvo que había observado nexos entre los datos antropométricos, en particular, y los datos de las hojas de balance de alimentos. También se planteó qué debía esperarse al comparar datos sobre disponibilidad de alimentos con datos sobre su producción o consumo. Por ejemplo, en los Estados Unidos, los hogares notifican valores inferiores a los reales con respecto a determinados conceptos, como por ejemplo el consumo de azúcar, lo que origina grandes diferencias entre la disponibilidad de energía establecida a partir de una hoja de balance de alimentos y el consumo energético notificado por los hogares. Una razón de esta discrepancia, aparte del desperdicio, es que las hojas de balance de alimentos se confeccionan a partir de datos relativos a productos no elaborados, mientras que el consumo entraña productos elaborados. Puede que sea necesario elaborar factores de transformación para pasar de un conjunto de cifras a otro.

Un importante problema que aún no se había resuelto era el hambre transitoria. Se expresó el temor de que, al calcular las cifras de la subnutrición, se concediera excesiva importancia a cambios meramente temporales en la situación de la seguridad alimentaria en un país. Otro participante expresó una opinión contraria, al preguntar si el hecho de que la crisis asiática no se reflejara en las cifras de la FAO tenía alguna relación con que se prestara más atención a la disponibilidad de alimentos que al acceso a éstos. Otro participante preguntó si la FAO tenía la intención de elaborar indicadores de la inseguridad alimentaria transitoria, especialmente teniendo en cuenta que en los últimos años las necesidades alimentarias urgentes habían crecido de manera exponencial. Se afirmó que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos estaba intentando hacer una distinción entre inseguridad alimentaria crónica y transitoria.

Se respondió que la FAO se centra en determinar la inseguridad alimentaria crónica. Por ejemplo, se utilizan promedios de tres años para calcular las cifras de subnutrición. Hay otros indicadores basados en información sobre el mercado que se utilizan con frecuencia para medir la inseguridad alimentaria transitoria. Sin embargo, el método de la FAO no se centra en este aspecto. Otro participante preguntó por qué la FAO ya no ofrecía las estadísticas sobre la "magnitud del hambre" que aparecían en El estado de la inseguridad alimentaria en el mundo 2000. Como respuesta, se señaló que esa medición no era de fácil comprensión para los encargados de formular políticas y que por lo tanto ya no se efectuaba.

B. Utilización de encuestas sobre gastos de los hogares para evaluar la inseguridad alimentaria

1. Documento Principal Resumen (Lisa C. Smith)

Utilización de encuestas sobre gastos de los hogares para evaluar la inseguridad alimentaria

Lisa C. Smith

Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias

Washington, DC, USA

En el presente documento se examina la utilización de encuestas sobre gastos de los hogares para evaluar la inseguridad alimentaria entre la población de los países en desarrollo. El principal objetivo del documento es indicar la información básica que se necesita para evaluar la fiabilidad, validez y utilidad práctica de las mediciones de la inseguridad alimentaria obtenidas a partir de dichas encuestas. Desde este punto de vista, se indicó que las encuestas sobre gastos de los hogares tenían cuatro ventajas principales. La primera es que permiten realizar mediciones múltiples, válidas y pertinentes para las políticas de los siguientes factores: 1) carencia de energía alimentaria de los hogares; 2) diversidad de los alimentos, que es una medida de la calidad de la alimentación; y 3) porcentaje de gastos en alimentación, que es una medida de la vulnerabilidad a la carencia de alimentos. La segunda ventaja es que permiten llevar a cabo una vigilancia y establecer objetivos a múltiples niveles. Las mediciones pueden utilizarse para calcular la prevalencia de la inseguridad alimentaria dentro de un país, en una región o en el mundo en desarrollo, y vigilar cómo cambia en el curso del tiempo. Dado que los datos sobre alimentación se comparan con diversas características demográficas de los hogares, también pueden utilizarse para identificar a quienes padecen inseguridad alimentaria. La tercera ventaja es que permiten realizar un análisis causal para determinar medidas destinadas a reducir la inseguridad alimentaria, información que es vital para los encargados de formular políticas y elaborar programas para reducir la inseguridad alimentaria. Por último, teniendo en cuenta que la inseguridad alimentaria se manifiesta a nivel de hogares y de personas, y que los datos sobre gastos se recogen directamente de los propios hogares, es probable que sean más fiables que los que se obtienen a partir de datos recogidos a nivel de agregación superior. Los principales inconvenientes de la utilización de encuestas sobre gastos de los hogares para medir la inseguridad alimentaria son: 1) que actualmente no se realizan de manera periódica en todos los países en desarrollo; 2) que los costos de recopilación y cómputo de los datos, en cuanto a tiempo, recursos financieros y conocimientos técnicos requeridos, son muy elevados; 3) que no se recogen datos sobre el acceso a los alimentos de cada miembro del hogar; y 4) que, si bien es posible obtener estimaciones de la inseguridad alimentaria moderadamente fiables, esas estimaciones pueden estar sesgadas debido a diversos errores sistemáticos relacionados con el muestreo.

2. Informe del Grupo de Debate (Josef Schmidhuber)

Encuestas sobre gastos de los hogares

Presidente: Jean-Pierre Habicht

Oradores iniciales: Antonia Trichopoulou y Sergio Lence

Relator: Josef Schmidhuber

Los principales temas de debate fueron los siguientes:

La Sra. Trichopoulou dio inicio al debate con un informe sobre su experiencia en el análisis de las encuestas sobre gastos/presupuesto de los hogares. Uno de los principales problemas que se plantean al trabajar con esas encuestas es que los resultados no son comparables entre países. La Sra. Trichopoulou subrayó que, incluso en economías europeas avanzadas, la comparabilidad de los resultados de esas encuestas era limitada y que se debían hacer mayores esfuerzos para que los resultados de las encuestas de hogares fueran comparables. Dichos esfuerzos podrían incluir:

Un primer paso hacia la solución de estos problemas sería un estudio en el que se determinaran las principales dificultades relacionadas con la recogida, compilación e interpretación de las encuestas de hogares. Se debía prestar especial atención a la comparabilidad de las tablas de composición de alimentos.

El Sr. Lence se centró en la "validez predictiva" (o más precisamente "validez convergente") de las encuestas sobre gastos de los hogares para evaluar niveles de ingesta de alimentos. La validez predictiva se refiere a la medida en que los resultados de las encuestas sobre gastos de los hogares (disponibilidad de alimentos) predicen correctamente los resultados de la información sobre el consumo real de alimentos. Se trata de una cuestión importante, dado que la validez predictiva ha sido señalada como una de las principales ventajas de las encuestas sobre gastos de los hogares.

El ponente trató de aclarar la cuestión basándose en ejemplos de dos países (Kenya y Filipinas), respecto de los cuales se disponía de datos procedentes de un recordatorio de 24 horas sobre ingesta de alimentos y de encuestas sobre gastos de los hogares. Un estudio minucioso de los datos dio origen a diversos interrogantes.

¿Qué resultados se obtienen al comparar información sobre la ingesta de alimentos con datos sobre gasto en alimentación?

¿Cuál podría ser la razón de la baja correlación y, por consiguiente, la posibilidad de que pudiera sobreestimarse la validez predictiva de las encuestas sobre gastos de los hogares en lo que concierne a la ingesta real de alimentos?

El ponente indicó que era necesario examinar más detenidamente los problemas que afectan a la información de las encuestas en general, y no sólo de las encuestas sobre gastos de los hogares o sobre ingesta de alimentos. Citando un estudio de Bertrand y Mullainathan, señaló que los problemas cognoscitivos y los problemas de conveniencia social eran las dos esferas principales que habían que tomar en consideración. Los problemas cognoscitivos incluyen los que se derivan, entre otras cosas, de la estructura de la encuesta. El orden de las preguntas, la forma en que éstas están redactadas, las escalas y el esfuerzo mental que se requiere para responder a las preguntas pueden influir en los resultados. Los problemas de conveniencia social se producen cuando, por ejemplo, los encuestados no quieren quedar mal ante el encuestador. Más allá de los problemas cognoscitivos o de conveniencia social, la conducta estratégica o simplemente el hecho de no decir la verdad pueden afectar a la validez de las respuestas de la encuesta.

¿Cuáles son las principales conclusiones de este debate?

Las principales observaciones formuladas por el ponente fueron que se puede sobreestimar fácilmente la validez predictiva de las encuestas de hogares para medir la seguridad alimentaria. De hecho, los datos disponibles (aunque escasos) parecen indicar que las encuestas sobre gastos de los hogares pueden estar plagadas de problemas no desdeñables de validez o fiabilidad para evaluar la seguridad alimentaria. Por ello es necesario intensificar los esfuerzos para mejorar la validez/fiabilidad de las encuestas de hogares para evaluar la seguridad alimentaria.

El debate libre se centró en dos temas principales:

La hipótesis inicial para evaluar la primera pregunta fue que se observaba una correlación sorprendentemente baja entre dos métodos de medición para la misma interpretación teórica de la disponibilidad de alimentos. Si esa falta de correlación se debe a la escasa fiabilidad de la información observada, es decir, que la mayor parte de la variabilidad observada se debe a una gran cantidad de ruido aleatorio, entonces existe el riesgo de que la medición de la subnutrición sobreestime su nivel real. Ello se debe a que lo que se evalúa -en el punto límite- es una distribución con una varianza mayor que la real, por lo que, invariablemente, se obtendrá un porcentaje mayor de personas que padecen hambre.

En respuesta a la segunda pregunta, la opinión general fue que se requiere una definición más precisa del concepto de vulnerabilidad alimentaria. Si bien la proporción del gasto en alimentación en el gasto total puede ser un buen punto de partida para evaluar la vulnerabilidad, no es suficiente dentro de un determinado entorno económico, ni la misma proporción del gasto en alimentación representa necesariamente el mismo grado de vulnerabilidad en distintos entornos económicos. Hubo consenso en que deben tenerse en cuenta otros factores, entre los que se incluyen:

C. Métodos de encuesta sobre la ingesta individual de alimentos

1. Documento Principal Resumen (Anna Ferro-Luzzi)

Instituto Nacional de Investigación de Alimentos y Nutrición

Roma, Italia

En el presente documento se describe la idoneidad de la información sobre la ingesta individual de alimentos para evaluar la situación de seguridad alimentaria de grupos de población a nivel nacional y subnacional, y se ponen de relieve las limitaciones, deficiencias y potenciales ventajas de este enfoque metodológico. En primer lugar se especifica que el consumo de alimentos en cantidad y calidad suficientes para satisfacer las necesidades energéticas y nutricionales representa la esencia del concepto de seguridad alimentaria, y que toda consideración relacionada con la sensación subjetiva de privación o situación de pobreza resulta secundaria. En el documento se analizan los diversos enfoques metodológicos disponibles para evaluar la ingesta individual de alimentos y se describen brevemente sus limitaciones intrínsecas y logísticas, así como la necesidad de adaptarlos a contextos culturales y socioeconómicos específicos. Se presenta un panorama general de las rigurosas investigaciones que se han realizado para mejorar la calidad de los datos recogidos y el nivel de fiabilidad de éstos que se puede alcanzar. El grado de flexibilidad de los métodos de encuesta sobre la alimentación individual, la disponibilidad de procedimientos eficaces de validación y normalización, y la naturaleza de la información obtenida son características singulares de este enfoque metodológico. También es singular el hecho de que se comprenda mucho mejor su estructura de errores que la de cualquier otro método empleado para evaluar la seguridad alimentaria, siendo posible una validación independiente de los resultados a través de la medición simultánea del gasto energético mediante el sistema del agua doblemente marcada. Por último, éste es el único método que puede revelar la distribución de los alimentos dentro del hogar. Si no se tiene en cuenta la posibilidad de que haya modalidades de distribución desigual de los alimentos dentro de los hogares, se pueden sacar conclusiones erradas en cuanto a la seguridad alimentaria de éstos, que encubran la existencia de subgrupos vulnerables dentro de la comunidad. En el documento se indica que el principal inconveniente del método radica en la notificación de valores inferiores a los reales, pero también se señalan como posibles limitaciones las consideraciones logísticas y el costo de las encuestas. Su conclusión es que las encuestas sobre la alimentación individual son un método eficaz para evaluar la seguridad alimentaria, pero su costo y otras consideraciones, como la logística, el grado de colaboración que requiere de los sujetos y las particulares limitaciones culturales dificultan su utilización, especialmente en las regiones en desarrollo del mundo. También llega a la conclusión de que este método es muy útil para la validación de otros métodos más convenientes para evaluar la seguridad alimentaria.

2. Informe del Grupo de Debate (Marie-Claude Dop)

Encuestas sobre la ingesta individual de alimentos

Presidente: Walter Willett

Oradores iniciales: Jeanne de Vries y Lauren Lissner

Relatora: Marie-Claude Dop

La Sra. de Vries y la Sra. Lissner complementaron el panorama general de los métodos de evaluación de la alimentación individual presentado por la Sra. Anna Ferro-Luzzi con un examen detallado de cuestiones relativas a la validez de los métodos (debido a errores inherentes a la medición del consumo de alimentos y/o a características de los sujetos), al costo y a la viabilidad.

La Sra. de Vries sostuvo que la elección de un método para evaluar la seguridad alimentaria y la subnutrición debía basarse en diversos criterios: tipo de información que puede proporcionar el método, comparabilidad entre países, costos que entraña, tipos de errores de medición y formas de corregirlos. Los métodos de encuesta sobre la ingesta individual de alimentos permiten obtener de manera razonable la media y la distribución del aporte energético y, por consiguiente, realizar una estimación de la prevalencia de la subnutrición en una población, aunque la vigilancia de los parámetros antropométricos constituye una alternativa fiable. Además, las encuestas sobre la ingesta individual pueden ser útiles para evaluar modalidades de alimentación y realizar estimaciones de la ingesta de determinados alimentos lo cual resulta interesante cuando las tablas de composición de alimentos son incompletas o inexactas.

Las tres principales fuentes de error que se encuentran en estos tipos de encuestas son la notificación, la codificación y las tablas de composición de alimentos. Hay dos tipos de errores, aleatorios y sistemáticos, y ambos pueden tener componentes intrasujetos o intersujetos e influir en las estimaciones de la prevalencia de la subnutrición. Mientras que los errores aleatorios se pueden reducir a veces aumentando el número de sujetos o de días de medición, los errores sistemáticos rara vez se pueden corregir.

Hay dos métodos que pueden utilizarse para evaluar la prevalencia de la subnutrición: los recordatorios repetidos de 24 horas y cuestionarios sobre frecuencia de consumo de alimentos. El recordatorio repetido de 24 horas es un método abierto que no depende de factores culturales, por lo que es apropiado para poblaciones de distintos orígenes étnicos y permite realizar comparaciones entre países. El cuestionario sobre frecuencia de consumo de alimentos, por el contrario, utiliza una lista cerrada de alimentos y puede no ser comparable entre países. El tiempo para explicar y aplicar los métodos es aproximadamente el mismo, pero la codificación dura mucho más en el caso del recordatorio, mientras que la elaboración emplea mucho más trabajo y tiempo en el caso de los cuestionarios sobre frecuencia de consumo de alimentos. El esfuerzo que exige al encuestado es pequeño en ambos casos. Por consiguiente, el método más apropiado en cuanto a validez y viabilidad sería el recordatorio repetido de 24 horas combinado con mediciones antropométricas. No obstante, se requerirían estudios de validación/calibración. Una normalización rigurosa de los procedimientos sería útil para reducir al mínimo los errores.

La Sra. Lissner abordó también el problema de los errores en las encuestas sobre la ingesta individual. Dio ejemplos de sesgos observados en el contexto de estudios realizados en países occidentales, en particular entre sujetos obesos, que ponían de relieve la complejidad de los errores encontrados en la evaluación dietética.

Los estudios basados en la utilización de biomarcadores, como la técnica del agua doblemente marcada y la excreción urinaria de nitrógeno en 24 horas han demostrado que la notificación de valores inferiores a los reales, es habitual en las encuestas de evaluación dietética, ya sea esa notificación de carácter general por parte de poblaciones enteras o de carácter selectivo por parte de sujetos obesos.

Los denominados "sesgos normativos" están relacionados con la conveniencia social de las ingestas, dado que los sujetos tienden a notificar ingestas socialmente aceptables. Este tipo de sesgo puede tener componentes voluntarios e involuntarios. En algunos casos, la notificación de valores inferiores a los reales es general, mientras que en otros está relacionada con la obesidad.

Los sesgos derivados de la conveniencia social se combinan con otras fuentes de error, tales como los errores de memoria o de registro. Por ejemplo, mientras llevan un registro, algunos sujetos consumen una cantidad inferior y por consiguiente dan la impresión de que notifican datos de valores inferiores a los reales. El hecho de que el sujeto sepa que está siendo observado reduce la notificación de valores inferiores a los reales, pero no la elimina totalmente. En los estudios clínicos retrospectivos, hay un alto riesgo de que la información esté sesgada, es decir, de que el hecho de que el sujeto conozca el diagnóstico altere su recuerdo de la ingesta de alimentos.

Es importante identificar los alimentos y/o nutrientes respecto de los cuales se notifican valores inferiores a los reales en forma selectiva. Algunos estudios han demostrado que se notifican con más frecuencia valores inferiores a los reales en el caso de la ingesta de grasas y carbohidratos que en el de la ingesta de proteínas. Hay estudios que indican que las personas obesas notifican valores inferiores a los reales con respecto a determinados alimentos, por ejemplo, alimentos de refrigerio y alcohol. Sin embargo, la notificación de valores inferiores a los reales respecto de los alimentos varía entre los estudios. Puede ser involuntaria en el caso de ciertos alimentos. Por ejemplo, a menudo se omiten alimentos que son fáciles de olvidar, como los de refrigerio.

Probablemente también hay sesgos normativos en las poblaciones desnutridas. Es posible se notifiquen valores superiores a los reales para alimentos que son socialmente convenientes y que se omitan datos para otros que no lo son, pero se requieren estudios para determinar si existen esos sesgos. En países en que la población está pasando por una transición en materia de nutrición, es probable encontrarse con casos de notificación de valores inferiores a los reales relacionados con la obesidad. Es necesario evaluar y comprender los sesgos, de modo que se pueda calcular su repercusión en la evaluación de la ingesta de alimentos.

En el debate que se desarrolló a continuación, el grupo llegó a la conclusión de que los métodos basados en la ingesta individual de alimentos tienen una base mucho más sólida que la mayoría de los demás métodos examinados en el Simposio, es decir, la metodología de la FAO, las encuestas sobre ingresos y gastos de los hogares y los indicadores cualitativos de hambre. Los métodos basados en la ingesta individual de alimentos se han estudiado mucho más exhaustivamente que otros métodos. Se han realizado muchos estudios de validez y fiabilidad, de modo que se conoce bien la estructura de errores, mientras que aún es necesario evaluar la validez de los demás métodos. Además, estos tipos de encuesta son viables. Sus costos no son mayores que los de las encuestas sobre ingresos y gastos de los hogares que se están realizando actualmente en muchos países en desarrollo.

Luego de este debate sobre los problemas de validez, el grupo analizó si los métodos basados en la ingesta individual de alimentos eran útiles para evaluar la prevalencia de la subnutrición, definida como la insuficiencia energética, o si podrían ser útiles para medir otra información pertinente sobre consumo. La opinión del grupo de debate fue que, los métodos basados en la ingesta individual de alimentos eran útiles para evaluar la insuficiencia energética aguda, por ejemplo en situaciones de hambruna, pero no eran lo bastante exactos o precisos para evaluar la insuficiencia energética crónica. Pequeños déficit energéticos diarios -por ejemplo, de 100 a 200 kcal por persona- puede provocar a la larga una insuficiencia energética. La metodología basada en la ingesta individual de alimentos no permite detectar un déficit de esa magnitud. Además, existe cierta incertidumbre en la estimación de las necesidades energéticas de las poblaciones porque no se pueden evaluar con precisión sus niveles de actividad física. Por lo tanto, el equilibrio energético que se pudiera determinar a partir de las estimaciones de la ingesta y las necesidades de alimentos no tendría la precisión o validez suficientes para servir de base a la evaluación de la prevalencia de la subnutrición.

El grupo consideró que la ingesta individual de alimentos era un método más apropiado para evaluar la insuficiencia de nutrientes y otros aspectos de la alimentación que son importantes en lo que respecta a la subnutrición y la salud. El concepto de subnutrición mencionado era más amplio que la sola insuficiencia energética. Comprende también estos otros aspectos de la alimentación: calidad de la alimentación; modalidades de alimentación; ingestas de alimentos y grupos de alimentos; ingestas de macronutrientes; composición de la alimentación (por ejemplo, porcentaje de energía procedente de las grasas); ingestas de micronutrientes.

Los participantes convinieron en que los recordatarios de 24 horas proporcionarían la media y la distribución de las ingestas de alimentos y nutrientes de la población después de eliminar la variación intrasujeto de la ingesta. Una evaluación de este tipo sería útil a nivel no sólo nacional, sino también subnacional, para determinar los grupos expuestos a carencias alimenticias y focalizar mejor las intervenciones.

Seguidamente, el grupo examinó qué otros métodos, entre los que se habían analizado en el Simposio, serían de interés para evaluar la subnutrición en su acepción más amplia. Aunque todos los métodos proporcionan información al respecto, se sostuvo que la antropometría simple (estatura y peso) era la medición más útil y eficaz en función de los costos. El grupo recomendó que la antropometría se integrara no sólo en las encuestas sobre la ingesta individual de alimentos o en las encuestas sobre ingresos y gastos de los hogares, sino también en todas las encuestas sobre economía y salud y en los programas de vigilancia. Además, la información suministrada por las mediciones antropométricas sería provechosa para estos programas. Aparte de las encuestas a nivel nacional, la antropometría debería integrarse en los programas de vigilancia, a través de puntos de alerta o, por ejemplo, en los programas de los SICIAV en los países.

El grupo formuló algunas recomendaciones prácticas para que los países realizaran una labor de recopilación de datos viable y eficaz en función de los costos, teniendo en cuenta los recursos que podían dedicar a la evaluación. Si los recursos fueran muy limitados, sólo deberían realizarse mediciones antropométricas. En caso de que dispusieran de más recursos, los países podrían optar por realizar un recordatorio de 24 horas, o un recordatorio en el total de la muestra y un segundo recordatorio para poder estimar y eliminar la variabilidad intrasujeto. Si los recursos lo permitieran, deberían agregarse indicadores bioquímicos, como por ejemplo la determinación de la hemoglobina o de los hematocritos, y del retinol en suero cuando fuera pertinente.

En opinión de algunos participantes, se podía recurrir a las fuentes de información existentes para evaluar la calidad de la alimentación y los aspectos conexos. Por ejemplo, las hojas de balance de alimentos podrían proporcionar información sobre la disponibilidad de micronutrientes a nivel nacional.

En primer lugar, el grupo llegó a la conclusión de que los métodos basados en la ingesta individual de alimentos no permitían evaluar con la suficiente validez y precisión la carencia de energía de la población. En segundo lugar, el grupo sostuvo que la antropometría era el indicador de la subnutrición más importante y eficaz en función de los costos. Finalmente, convino en que una definición más amplia de subnutrición era más pertinente que la evaluación de la insuficiencia energética per se, y que esa definición debía incluir otros nutrientes y la calidad de la alimentación, para lo cual los métodos basados en la ingesta individual de alimentos podían proporcionar información útil y válida.

D. Mediciones del estado nutricional a partir de datos procedentes de encuestas antropométricas

1. Documento Principal Resumen (Prakash Shetty)

Jefe del Servicio de Planificación, Estimación y Evaluación de la Nutrición,

Dirección de Alimentación y Nutrición de la FAO

Roma, Italia

La FAO tiene el mandato de proporcionar cifras fiables del verdadero alcance del problema de la desnutrición para ayudar a los Estados Miembros a vigilar las tendencias, determinar las prioridades y evaluar la eficacia de los programas de intervención. Para ello, es necesario detectar la desnutrición a escala individual y evaluar la gravedad del problema a escala comunitaria. En el presente documento se evalúa la utilización de mediciones antropométricas nutricionales para estimar el número de personas desnutridas, y destacar a la vez las ventajas y limitaciones de los enfoques antropométricos nutricionales. Se abordan problemas relacionados con los valores de referencia y se examinan puntos límites basados en la relación entre los índices antropométricos nutricionales y las deficiencias funcionales, la morbilidad y otros datos relativos a las consecuencias de la insuficiencia de alimentos. También se intenta relacionar este enfoque con los demás enfoques analizados en este Simposio. Se definen las mediciones, índices e indicadores antropométricos nutricionales, y se examinan los indicadores habitualmente utilizados para diagnosticar la desnutrición durante todo el ciclo vital (es decir, lactantes, niños, adolescentes, adultos y ancianos). También se analizan la validez, fiabilidad y usos de estos indicadores antropométricos en distintas situaciones sobre el terreno y en las comunidades. El documento destaca la necesidad de realizar encuestas representativas entre una muestra adecuada para facilitar este proceso, y subraya la función que pueden desempeñar estos indicadores nutricionales en la evaluación de los efectos del proceso de desarrollo, la repercusión de las intervenciones nutricionales y de otra índole, y las consecuencias de las situaciones adversas, como las emergencias alimentarias derivadas de conflictos, las catástrofes naturales o las crisis económicas.

Dadas las recientes controversias con respecto a las diferencias en las estimaciones nacionales y regionales del número de personas desnutridas obtenidas mediante el método de las hojas de balance de alimentos de la FAO e indicadores antropométricos de niños y adultos, se intenta analizar dos casos concretos en que se han llevado a cabo análisis comparativos. El primero consiste en una comparación de datos basados en estos dos enfoques respecto de muestras representativas a nivel nacional en Brasil. En este estudio, las parcelas de correspondencia y los análisis conexos corroboran la conclusión de que ambos enfoques metodológicos tienen sus ventajas y pueden proporcionar información complementaria. Las encuestas sobre consumo de alimentos son más difíciles y costosas de realizar sobre una base representativa a nivel nacional a intervalos periódicos, y están plagadas de dificultades relacionadas con la obtención de datos sobre los individuos a partir de la información sobre los hogares. Los datos antropométricos, por otra parte, no reflejan necesariamente la suficiencia del consumo de alimentos o de la energía, porque en ellos influyen otros determinantes ambientales del estado nutricional, como las infecciones. Análisis críticos comparativos de los datos obtenidos mediante estos dos métodos en varios países en desarrollo confirman esta última opinión. Dichos análisis indican una falta de correlación entre las estimaciones de la desnutrición en niños y adultos cuando se comparan datos antropométricos con mediciones de la suficiencia del suministro de energía alimentaria. Sin embargo, parece ser que aunque los dos enfoques reflejan determinantes diferentes, proporcionan de hecho información complementaria. Si en las encuestas nacionales se utilizaran con más frecuencia indicadores antropométricos objetivos, sencillos y fiables, se podría lograr una continuidad en la recopilación de datos, la proyección de las tendencias y los pronósticos a largo plazo de las necesidades de alimentos sobre la base de la relación entre estos dos enfoques. Además, actualmente no existen datos antropométricos sobre adultos a escala mundial o regional que permitan compilar bases de datos significativas y representativas, mientras que sí se dispone de datos obtenidos mediante la metodología de la FAO, actualmente bien consolidada, que a pesar de sus limitaciones constituye una fuente continua de datos mundiales.

2. Informe del Grupo de Debate (Gina Kennedy)

Encuestas antropométricas

Presidente: Mercedes de Onis

Oradores iniciales: Peter Svedberg y Stephan Klasen

Relatora: Gina Kennedy

Los oradores abrieron el debate examinando ventajas e inconvenientes de la utilización de la antropometría para estimar la prevalencia de la desnutrición y comparando este enfoque con el método de la FAO. Se indicó que una de las principales ventajas de la antropometría es que permite medir resultados, por lo que resulta muy apropiada para vigilar y evaluar las intervenciones. También se puede recurrir a la antropometría para hacer un seguimiento del estado de un individuo. Por ejemplo, en los programas de vigilancia del crecimiento se puede vigilar el peso de un niño en el curso del tiempo con el fin de detectar las tendencias positivas, negativas o estables en el aumento del peso. Esta puede ser una herramienta eficaz en un entorno comunitario, y se ha utilizado en el marco de muchos programas de nutrición para comunidades. Otra importante ventaja de la antropometría es que las mediciones se realizan con frecuencia en el contexto de encuestas de hogares más amplias en las que se recogen datos sobre muchos aspectos relacionados con los resultados, como el estado de salud, los ingresos de los hogares, las tasas de alfabetización y el acceso al agua potable. Algunos de los defectos señalados fueron la falta de indicadores aceptados internacionalmente para niños de edades comprendidas entre los 6 y los 18 años y la escasez de datos sobre el índice de masa corporal (IMC), en particular para varones.

Ambos oradores destacaron que no existe una concordancia geográfica entre el método de la FAO y la antropometría. Por ejemplo, según el método de la FAO, el África subsahariana es la región con el número más elevado de personas subnutridas, mientras que el Asia meridional es la que tiene la mayor prevalencia de niños con insuficiencia ponderal. Se presentó un método que trataba de conciliar los datos contradictorios derivados de comparaciones entre países basadas en diversos indicadores. Se indicó que, para explicar en forma empírica la falta de relación entre la prevalencia de la insuficiencia ponderal y la subnutrición, podía utilizarse un modelo de factorización tanto de los niveles de actividad física como del estado de salud de la población. Para aplicar el modelo, sería necesario tener en cuenta varios factores, como las variables válidas para medir el nivel de actividad física y el estado de salud de la población, y su distribución en los países.

La mayoría de los participantes no consideraron preocupante la falta de concordancia entre los métodos, dado que miden cosas distintas. La antropometría es una medición de resultados que comprende varios factores, entre ellos la alimentación, el estado de salud y las modalidades generales de asistencia, mientras que la medición de la subnutrición es un cálculo aproximado que se basa en la disponibilidad de alimentos per cápita. Muchos participantes destacaron la necesidad de centrarse más en las tendencias que en los niveles o las cifras absolutas. Las tendencias de los países son particularmente útiles para determinar la tasa y el ritmo de progreso o retroceso. Sin embargo, se consideró que las cifras eran un instrumento eficaz de promoción que podía utilizarse con fines de motivación política. También se consideró que eran útiles para calcular el costo de las intervenciones. Por ejemplo, las cifras son útiles para determinar el costo del suministro de vacunas a poblaciones en riesgo. Por último, el grupo destacó que toda mejora de los métodos debía ser asequible y reproducible. La idea de que no es necesario medir cada año los indicadores recibió un amplio apoyo.

El grupo resumió los usos de los indicadores antropométricos para niños, adolescentes y adultos. Los participantes convinieron en que se había llegado a un consenso internacional con respecto a la utilización de la antropometría en niños menores de cinco años de edad. La disponibilidad de estos datos puede facilitar la evaluación de la vulnerabilidad de la población. Sin embargo, falta información y no existen indicadores aceptados para adolescentes. El factor más importante relacionado con las dificultades que plantea la elaboración de indicadores apropiados para este grupo de edad es el efecto de la pubertad, que se inicia a distintas edades y difiere en intensidad y duración entre un individuo y otro. Datos anecdóticos señalados por el grupo indicaban también que es particularmente difícil localizar a este grupo de edad en el hogar y que el incumplimiento es un factor que influye en que no se haya avanzado en la elaboración de indicadores válidos. El grupo subrayó que la utilización del IMC como indicador antropométrico para adultos era relativamente reciente en comparación con los indicadores utilizados para evaluar el crecimiento de los niños, por lo que se necesitaba más tiempo para su elaboración. Aún cuando existen datos que relacionan un IMC bajo con un aumento de la morbilidad y la mortalidad, un descenso de la productividad laboral y un bajo peso de los niños al nacer, es necesario intensificar los esfuerzos para establecer esas relaciones.

Durante el debate se hicieron varias recomendaciones respecto del papel futuro de los indicadores antropométricos. Se recomendó que los datos antropométricos se presentaran siempre acompañados de intervalos de confianza e información sobre la distribución (media, valor Z y desviación estándar). Es necesario seguir recopilando datos representativos a nivel nacional sobre niños, mediante encuestas como las encuestas a base de indicadores múltiples, las encuestas demográficas y de salud o iniciativas nacionales similares, prestando especial atención a los países en que los datos son escasos. Debe recopilarse siempre la información necesaria para calcular los tres indicadores (peso, estatura, edad y sexo). En el caso de los adolescentes, se deben intensificar los esfuerzos para elaborar indicadores apropiados. En el de los adultos, siempre se deben recopilar durante las encuestas los datos sobre peso y estatura que son necesarios para calcular el IMC de hombres y mujeres. El grupo consideró que la comunidad internacional debía llegar a un consenso sobre cuestiones tales como los grupos de edad adecuados y los puntos límites de IMC, al igual que se había hecho con respecto a los indicadores antropométricos de los niños.

E. Mediciones cualitativas de la inseguridad alimentaria y el hambre

1. Documento Principal Resumen (Eileen Kennedy)

Instituto Internacional de Ciencias de la Vida

Washington, DC, Estados Unidos

Los encargados de formular políticas y de ejecutar programas piden cada vez más técnicas de medición de la inseguridad alimentaria y el hambre que sean sencillas de utilizar y fáciles de analizar. En el presente documento se examinan las experiencias adquiridas en relación con las mediciones cualitativas y se estudian las posibilidades de ampliar la utilización de estos métodos, especialmente en los países en desarrollo.

Hasta hace poco tiempo, los conceptos de inseguridad alimentaria y hambre se asociaban en muchos países con signos clínicos de malnutrición. Ha sido por tanto necesario establecer indicadores sensibles de la insuficiencia alimentaria y el hambre vinculados a la pobreza y no limitados a definiciones clínicas. Las rigurosas investigaciones realizadas en el decenio de 1990 condujeron a la elaboración de escalas de medición de la inseguridad alimentaria y el hambre metodológicamente complejas y basadas en la experiencia. En abril de 1995 se aplicó en los Estados Unidos un módulo sobre seguridad alimentaria, como parte de una encuesta en una muestra representativa a nivel nacional de 45 000 hogares. El módulo de 18 preguntas proporcionó un medio para medir la prevalencia de la seguridad alimentaria y la gravedad del hambre en los Estados Unidos. La validación de la escala de seguridad alimentaria determinó que la inseguridad alimentaria presentaba una significativa correlación negativa con los ingresos y con el gasto en alimentación de los hogares. La escala cualitativa de seguridad alimentaria también tenía una correlación significativa con mediciones más tradicionales, como la ingesta de energía per cápita.

Muchos países han tendido a estudiar la elaboración y utilización de mediciones cualitativas de la seguridad alimentaria. Estas mediciones tienen un buen fundamento científico y, una vez concluido el trabajo de elaboración de los métodos, pueden realizarse y analizarse rápidamente. La información obtenida con estos métodos proporciona también un concepto de seguridad alimentaria fácil de comprender por los encargados de formular políticas. Una gran ventaja es que las mediciones cualitativas incorporan como elementos esenciales la forma en que las personas más afectadas perciben la inseguridad alimentaria y el hambre. En consecuencia, muchos consideran que estos métodos cualitativos son mediciones más directas de la inseguridad alimentaria que otros sistemas alternativos.

2. Informe del Grupo de Debate (Sean Kennedy)

Mediciones cualitativas

Presidenta: Kathy Radimer

Oradores iniciales: Helen Jensen y Stephen Devereux

Relator: Sean Kennedy

Debate de apertura

La Presidenta y los dos oradores iniciales crearon un ambiente de optimismo equilibrado que dominó el debate general. Ambos oradores destacaron las posibles contribuciones de las mediciones cualitativas y la necesidad de continuar la labor de investigación y desarrollo.

"Partiendo de un examen de los estudios que han aplicado el módulo sobre seguridad alimentaria en diferentes épocas, poblaciones y subpoblaciones, y en encuestas orientadas hacia objetivos especiales, el orden similar de clasificación de las preguntas y, por consiguiente, la observación de un fenómeno o proceso común indican que las mediciones cualitativas con un fundamento científico constituyen un complemento potencialmente valioso de las mediciones del hambre y la inseguridad alimentaria utilizadas con más frecuencia". (Helen Jensen)

"Un ulterior perfeccionamiento de estas metodologías cualitativas podría ser sumamente provechoso para obtener datos complementarios que permitan vigilar la seguridad alimentaria a nivel nacional y mundial. Lo que aún no está claro es si estos métodos pueden ser aplicados a nivel nacional a un costo razonable, y si es posible encontrar indicadores sólidos que puedan generalizarse y que permitan la comparación entre países". (Stephen Devereux)

Debate general

El diálogo inicial reflejó las distintas expectativas de los participantes en cuanto al alcance del debate. En esencia, lo que se planteaba era si el grupo debía considerar las mediciones cualitativas en general (con inclusión del enfoque basado en las economías de los hogares, la clasificación por grupos, etc.), o centrarse en el documento principal presentado por Eileen Kennedy en la sesión plenaria. El resultado fue un debate abierto sobre ambas opciones, en el que se examinaron las diversas metodologías cualitativas disponibles y se abordaron problemas específicos relacionados con el documento central. También se hizo evidente durante el debate la complejidad del término "cualitativas", que se vuelve a tratar más adelante en las recomendaciones.

Puntos clave del documento principal

- A nivel de políticas, son relativamente fáciles de interpretar y comprender, lo que puede ser fundamental para el análisis de las políticas y para presentar un mensaje claro a los encargados de formularlas.

- A nivel de programas o proyectos, pueden ser eficaces para orientar las intervenciones hacia objetivos específicos (en concreto, para identificar poblaciones o zonas geográficas, pero no para identificar hogares o personas) y para vigilar los cambios en la inseguridad alimentaria y el hambre.

- La experiencia de otros países indica que, en general, no hay que limitarse a traducir el módulo de los Estados Unidos para utilizarlo en otros contextos. Sin embargo, hubo al menos un caso (Rusia) en que el módulo de los Estados Unidos se aplicó con muy pocas adaptaciones y aun así arrojó resultados interesantes.

- Para determinar los elementos básicos en la mayoría de los entornos nacionales y subnacionales es necesario realizar un esfuerzo considerable de elaboración y ensayo previo.

- A medida que se disponga de ensayos sobre el terreno procedentes de una creciente variedad de entornos, podrán o no materializarse algunos aspectos relativamente "universales" de la inseguridad alimentaria y del hambre.

- Aunque una escala funcione bien, puede y debe actualizarse periódicamente de acuerdo con la aceptabilidad social (por ejemplo, en una cultura en que actualmente está previsto que los varones adultos coman antes que las mujeres o los niños, la aceptabilidad social de esas actitudes y prácticas puede cambiar en el curso del tiempo).

Recomendaciones para la adopción de medidas

Del debate sobre las medidas que podrían fomentar la elaboración y utilización de metodologías cualitativas surgieron dos recomendaciones:

Conclusión

El grupo de debate reconoció las perspectivas alentadoras del módulo sobre seguridad alimentaria y de otros módulos similares que se estaban adaptando a varios países o entornos culturales, y reconoció los aspectos positivos de la metodología en cuanto a validez, pertinencia y utilidad. Se mantuvo un animado debate sobre la comparabilidad final de las conclusiones entre países y culturas, y se expresó optimismo en cuanto a la viabilidad de un avance significativo. Los participantes convinieron en efecto en la necesidad de continuar el proceso de perfeccionamiento y de someter los instrumentos a ensayos sobre el terreno.

Se llegó a un consenso inequívoco sobre la complementariedad fundamental de las mediciones cualitativas y cuantitativas. Las mediciones cualitativas tienen por objeto agregar información esencial, como las experiencias relacionadas con la inseguridad alimentaria y el hambre, y no se han concebido, en modo alguno, para reemplazar o sustituir indicadores cuantitativos ampliamente aceptados, como los datos de encuestas antropométricas, las encuestas sobre gastos de los hogares, la evaluación de la ingesta de alimentos o la metodología de la FAO.

F. Síntesis de los cincos métodos de medición del hambre y la malnutrición

1. Resumen del Documento Principal (John B. Mason)

Tulane University

Nueva Orleans, LA, Estados Unidos

Cinco son los tipos de metodologías utilizadas para evaluar la magnitud del hambre y la malnutrición, y cada uno de ellos tiene diferentes aplicaciones y ventajas comparativas por lo que respecta a su utilización con fines de promoción, análisis y decisiones sobre políticas e investigación. En tres de ellos, el método de la FAO, las encuestas sobre ingresos y gastos de los hogares y las encuestas sobre la ingesta de alimentos, se estima la ingesta alimentaria y se intenta relacionarla con las necesidades energéticas, cuyo componente más importante, y también más difícil de medir, es la actividad física. El cuarto método evalúa la forma en que se percibe el hambre y la conducta que se adopta al respecto (métodos cualitativos), mientras que el quinto mide los efectos físicos sobre el crecimiento y la delgadez (antropometría). No sólo no existe una medición absoluta (o "norma ideal"), sino que además estos métodos evalúan distintos aspectos del hambre y sus efectos sobre la salud, el sufrimiento, la conducta y la economía. No obstante, determinar las tendencias del 'hambre' es un objetivo razonable y constituye la finalidad básica de la obligación convenida internacionalmente de acelerar la reducción del número de personas afectadas.

En principio, se proponen las siguientes posibilidades: optar por la evaluación de las tendencias tomando como base patrones de indicadores conexos que midan distintos aspectos del hambre; estimar tendencias globales y regionales cada pocos años aplicando los actuales métodos de la FAO y realizando evaluaciones más detalladas en determinados países ('centinela'), a través de encuestas individuales y de hogares; elaborar métodos cualitativos en contextos locales y comenzar a utilizarlos en forma de módulos en otras encuestas; recurrir a estudios en pequeña escala para llevar a cabo investigaciones sobre políticas y causalidad; y asegurar una distribución equilibrada de los recursos sobre la base de los resultados requeridos y de la necesidad de tomar decisiones.

Los datos nacionales permiten comprender las relaciones entre ingresos, ingesta de energía alimentaria y antropometría, las cuales señalan el camino que ha de seguirse para interpretar las tendencias. La prevalencia de la insuficiencia ponderal infantil difiere según los niveles de ingresos. Dentro de un mismo país, la relación entre la prevalencia de insuficiencia ponderal infantil y los ingresos no parece ser lineal. Esto es compatible con el hecho de que la malnutrición infantil es ocasionada por una diversidad de factores relacionados entre sí, varios de los cuales han ser mejorados para que se aprecien sus efectos sobre el crecimiento infantil. Entre un país y otro se observan mayores variaciones en función de la ubicación que de los ingresos. En el Asia meridional, el crecimiento infantil responde en forma mucho más rápida al aumento de los ingresos o de la disponibilidad de alimentos, en consonancia con la alta incidencia del bajo peso al nacer y de los efectos intergeneracionales conexos. Las tendencias de los indicadores dentro de un mismo país pueden interpretarse de acuerdo con factores alimentarios, nutricionales y sanitarios. A esto hay que agregar la calidad de la alimentación, derivada de estimaciones del suministro de alimentos, encuestas sobre la disponibilidad y la ingesta de alimentos y mediciones clínicas y bioquímicas. Es evidente que para combatir el hambre con el fin de promover la salud y la productividad es necesario que haya micronutrientes suficientes para evitar la anemia y el retraso del desarrollo infantil, mejorar la resistencia a las enfermedades y generar otros beneficios.

De las descripciones detalladas que se ofrecen en los otros documentos principales se desprende claramente que las características de los distintos métodos pueden ser complementarias, aunque sea necesario realizar más investigaciones e inversiones en su aplicación. No sólo es de esperar que los indicadores apuntarán en la misma dirección, sino también que los resultados de un método permitirán validar otros (por ejemplo, insuficiencia ponderal e insuficiencia de energía), prestando la debida atención a los conceptos y puntos límites correspondientes. En particular, se recomienda elaborar métodos cualitativos comportamentales basados en los que se utilizan para estimar el hambre en los países industrializados, recurriendo en mayor medida a las encuestas sobre ingresos y gastos de los hogares (cuyas preguntas pueden servir de base para calcular la energía alimentaria) y aplicando métodos basados en encuestas sobre ingesta de alimentos en determinados países para obtener datos de series cronológicas. De igual manera, se deberían procesar los datos de las hojas de balance de alimentos de la FAO para rastrear la calidad de la alimentación y la disponibilidad de micronutrientes.

La aplicación continuada de estos métodos puede redundar en evaluaciones válidas y comprensibles de los progresos realizados en la lucha contra el hambre. Estas evaluaciones serían instrumentos eficaces con fines de promoción y servirían para comprender el éxito de las políticas y formular nuevas iniciativas. El resultado de ello sería una reducción del número de personas que padecen hambre.

2. Informe del Ponente (Siddiqur R. Osmani)

Síntesis de los cinco métodos de medición del hambre y la malnutrición

Presidente: Haluk Kasnakoglu

Ponente: Siddiqur R. Osmani, University of Ulster, UK

El documento de John Mason contiene una excelente síntesis de los cinco métodos alternativos para medir el hambre y la malnutrición. Además de sintetizar la información, el documento plantea varias cuestiones muy importantes. Me gustaría hacer especial hincapié en las tres siguientes:

En lo que concierne a los aspectos comunes a todos los métodos, el documento plantea una pregunta fundamental: ¿Qué es lo que miden? Según el documento, miden diversos aspectos del hambre. Sin embargo, ¿cómo se ha de definir el hambre desde un punto de vista práctico? Dicho de otro modo, ¿qué definición arrojaría una medición significativa de la prevalencia del hambre? A este respecto, el documento cita con aprobación una frase tomada de la Sexta Encuesta Alimentaria Mundial: "El número de personas que no reciben energía alimentaria suficiente, sobre la base de un promedio anual, para mantener la actividad productiva y el peso corporal".

Equiparar el hambre a la insuficiencia de energía parece de sentido común porque es evidente que la sensación física de hambre está directamente relacionada con una ingesta insuficiente de energía alimentaria. Teniendo en cuenta la necesidad humana apremiante de evitar las punzadas del hambre, es sin duda lógico intentar cuantificar la prevalencia de la insuficiencia de energía con objeto de formular las políticas oportunas. No obstante, me resulta difícil aceptar que el objetivo común básico de los cinco métodos examinados en este Simposio sea medir distintos aspectos del hambre tal como se acaba de definir. No cabe duda de que el método de la FAO tiene esa finalidad. También métodos basados en las encuestas sobre ingresos y gastos de los hogares y sobre la ingesta de alimentos se utilizan a menudo con el propósito de medir la suficiencia de la energía alimentaria. Pero los otros dos métodos tienen un alcance mucho más amplio.

El método cualitativo trata de la forma en que las personas perciben la carencia de alimentos en general, de la que la insuficiencia de energía es tan sólo un aspecto, aunque muy importante. De hecho, cuando este método indica la existencia de carencia de alimentos según la perciben las personas, puede que la carencia en cuestión no guarde relación alguna con la energía alimentaria, tanto en la percepción como en la realidad objetiva. Toda evaluación cualitativa de la forma en que las personas perciben la carencia de alimentos está influenciada por la posición relativa que ocupan en la sociedad. Aun cuando la ingesta de energía sea suficiente y las personas no sientan las punzadas del hambre, es posible que experimenten una sensación aguda de escasez alimentaria si lo que comen es muy inferior, en calidad y cantidad, al nivel medio existente en la sociedad en que viven. Lo que mide este método sigue siendo pues muy importante, pero no es necesario que el objeto de la medición tenga algo que ver con ningún aspecto del hambre definida en el sentido de insuficiencia de energía.

La antropometría tiene también un alcance más amplio, aunque en forma distinta. No sólo se ocupa de cuestiones que van más allá de la energía alimentaria para incluir otros elementos de la alimentación, como son las proteínas y los micronutrientes, sino que va más allá del concepto de carencia de alimentos para incluir la salud, la higiene y la asistencia. Tal como lo demuestran las experiencias de países examinadas en el documento de Mason, las tendencias relativas a la antropometría pueden diferir sistemáticamente de las tendencias relativas a la suficiencia de energía. Esto es perfectamente posible, porque la antropometría puede variar independientemente de la insuficiencia de energía cuando está sometida a la influencia tanto de aspectos de los alimentos no relacionados con la energía como de factores no alimentarios. Por tanto, sería engañoso sugerir que los cinco métodos tratan de medir distintos aspectos del hambre. Hay sin duda un elemento común que une a los cinco métodos. No obstante, en mi opinión, ese elemento común no es el hambre, sino el concepto de carencia de alimentos, mucho más amplio que el de insuficiencia de energía. Se puede afirmar, sin temor alguno de caer en contradicciones, que los cinco métodos se ocupan, de una u otra forma, de la carencia de alimentos.

Sin embargo, es necesario ir aún más lejos. ¿En qué forma se ocupan estos métodos de la carencia de alimentos? ¿Podemos decir, de conformidad con el argumento presentado en el documento de Mason, que los cinco métodos miden distintos aspectos de la carencia de alimentos? En mi opinión, sí que podemos, aunque debemos ser muy cautos con nuestra interpretación especialmente en lo que respecta a la utilización de la antropometría.

Es evidente que el método de la FAO trata de medir un aspecto de la carencia de alimentos, a saber la insuficiencia de la energía alimentaria. Lo mismo cabe decir de los métodos basados en las encuestas sobre ingresos y gastos de los hogares y sobre la ingesta de alimentos, ya que ambos pueden utilizarse para medir la insuficiencia de la energía alimentaria o de los nutrientes proporcionados por los alimentos. También cabe decir que el método cualitativo trata de un aspecto de la carencia de alimentos en la medida en que muestra la forma en que perciben las personas la suficiencia de su consumo global de alimentos, ya sea en términos absolutos o en relación con el resto de la sociedad.

Pero la antropometría es un asunto algo distinto. Lo que trata es de medir la prevalencia de la malnutrición, definida como la deficiencia de funciones físicas y cognoscitivas provocada por la inadecuada nutrición de las células que constituyen el organismo humano. Ahora bien, es cierto que la nutrición de las células depende básicamente de los alimentos ya que en última instancia deben obtenerla de los alimentos que ingiere el organismo. En este sentido, podemos decir que la antropometría mide un aspecto de la carencia de alimentos. No obstante, existe una diferencia cualitativa a este respecto entre la antropometría y los otros cuatro métodos. La diferencia radica en el nivel de carencia del que se ocupa cada uno de ellos. Los otros cuatro métodos miden la carencia a 'nivel de ingesta', es decir el nivel al que se ingieren los alimentos en el organismo, mientras que la antropometría mide la carencia a 'nivel celular', es decir el nivel al que el organismo humano utiliza o absorbe realmente los alimentos. Aun si no hay una carencia a nivel de ingesta, puede que la haya a nivel celular. Por ejemplo, es posible que una persona con mala salud no pueda absorber los alimentos que ingiere, en cuyo caso la carencia se registrará a nivel celular y podrá redundar en malnutrición. La antropometría permite captar esta situación, aun cuando no exista carencia a nivel de ingesta. Debido a esta diferencia, dudo en clasificar a la antropometría en la misma categoría que a los otros cuatro métodos y en afirmar que los cinco miden distintos aspectos de la carencia de alimentos. Si un grupo de mediciones permiten captar diferentes aspectos de un mismo concepto, de ello se infiere que, conjuntamente, esas mediciones deberían ofrecer un panorama global de ese concepto. Pero los cinco métodos de medición no ofrecen conjuntamente un panorama global de la carencia de alimentos, ya sea a nivel de ingesta o de utilización, es decir a nivel celular. No ofrecen un panorama global de la carencia a nivel de ingesta porque en ningún caso particular puede la antropometría indicar una deficiencia que no esté relacionada con la insuficiencia de la ingesta. Y no ofrecen un panorama global de la carencia a nivel celular porque la carencia a este nivel puede deberse a diversos factores no alimentarios que no son captados por los otros cuatro métodos. Para comprenderlo es necesario disponer de información sobre la higiene, la asistencia sanitaria y la asistencia personal.

Por esta razón, si bien estoy dispuesto a conceder que los cinco métodos se ocupan en una u otra forma de la carencia de alimentos, colocaría aparte la antropometría y diría que sólo los cuatro métodos restantes tratan de medir distintos aspectos de la carencia de alimentos. Estos cuatro métodos constituyen un grupo homogéneo porque todos ellos miden la carencia de alimentos a nivel de ingesta, lo que corresponde a la connotación habitual del concepto de carencia de alimentos. Agregaría además que este intento de separar la antropometría de los otros cuatro métodos no constituye una sutileza conceptual. Muy por el contrario, está determinado por la necesidad de claridad en el momento de formular políticas. Si cualquiera de los otros cuatro métodos indicara una carencia de alimentos, ello implicaría, por lo que respecta a las políticas, que habría que mejorar el derecho de las personas que carecen de alimentos a recibirlos, tanto cualitativa como cuantitativamente, o en ambas formas. En cambio, si la antropometría indicara una carencia, ello no implicaría necesariamente una política de mejora del derecho a los alimentos. Según las circunstancias, puede que los encargados de formular políticas deban ocuparse de la salud y la asistencia, además del derecho a los alimentos, o incluso en lugar de éste.

Con esto no se pretende insinuar que la antropometría no tenga una función que cumplir cuando la preocupación inmediata sea el derecho a los alimentos, es decir la carencia a nivel de ingesta. En su documento, Mason propone una sola función de ese tipo: ofrecer una estimación del límite superior de la prevalencia del hambre. Sin embargo, no estoy seguro de que ésa sea una función válida. La idea en que se basa la propuesta de Mason es que, mientras que el hambre está causada por una ingesta insuficiente de alimentos, el déficit antropométrico está causado por la insuficiencia de factores tanto alimentarios como no alimentarios. Por lo tanto, podríamos decir que el número de personas que sufren hambre medido, por ejemplo, con el método de la FAO no puede exceder lógicamente del número de personas que sufren un déficit antropométrico. El problema es que este argumento no tiene en cuenta la posible función de la actividad física en la creación de una escisión entre las dos mediciones. El hambre, medida por la insuficiencia de energía, se basa en un concepto de necesidades energéticas que, a su vez, se basa en supuestos relativos al nivel adecuado de actividad física que han de tener las personas en cuestión. Si el nivel supuesto de actividad física fuera muy similar al nivel real de actividad, el número de personas que padecen hambre no podría exceder lógicamente del número de personas con un déficit antropométrico. No obstante, es sabido que las personas, en especial los niños, con frecuencia reducen su actividad física a niveles inferiores a los deseables en situaciones de carencia de alimentos, con el fin de ahorrar energía. La energía así ahorrada puede ayudar a mantener su nivel de crecimiento físico, lo que puede redundar en que terminen evitando el déficit antropométrico aunque sigan padeciendo una ingesta alimentaria insuficiente. En tal caso, la prevalencia del hambre podría exceder lógicamente de la prevalencia del déficit antropométrico, aun cuando no existiesen errores de medición. En este caso no funcionaría el argumento del límite superior.

A pesar del problema que plantea el argumento del límite superior, yo diría que la antropometría puede desempeñar una función valiosa en el análisis del derecho a los alimentos desde otro punto de vista, al indicar una posible carencia a nivel de ingesta. Por ejemplo, si las mediciones antropométricas revelan que no ha habido progresos o incluso que se ha registrado un deterioro en el curso del tiempo, mientras que datos independientes muestran una mejora en los niveles de atención sanitaria e higiene ambiental, esto sería un indicio claro de empeoramiento de la carencia de alimentos a nivel de ingesta. Si bien la antropometría es básicamente una medición de la carencia de alimentos a nivel celular, puede ser útil para detectar la carencia a nivel de ingesta si se utiliza en forma prudente junto con información sobre otros aspectos, por ejemplo la salud y la higiene, que tienen relación con la antropometría.

En este sentido, no cabe duda de que los cinco métodos, incluida la antropometría, pueden complementarse para analizar la carencia de alimentos. Pero la naturaleza de esta complementariedad es mucho más sutil de lo que da a entender la afirmación de que miden distintos aspectos de la carencia de alimentos.


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