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PARTE I - INTRODUCCIÓN


Discurso de apertura (Hartwig de Haen)

Subdirector General, Departamento Económico y Social (ES)
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO)
Roma, Italia

Amigos, colegas, señoras y señores:

Damos a todos ustedes la más cordial bienvenida a este Simposio Científico sobre Medición y Evaluación de la Carencia de Alimentos y la Desnutrición, celebrado en la Sede de la FAO. Quisiera empezar diciendo que la medición y la vigilancia de lo que sucede en el mundo es uno de los mandatos fundamentales de las Naciones Unidas. La tarea de la FAO es, por supuesto, vigilar la agricultura y la alimentación a nivel mundial, pero es igualmente importante promover estas actividades a nivel nacional y subnacional. Esa vigilancia y esa medición, aplicados al problema de la inseguridad alimentaria o, más concretamente, a la carencia de alimentos y la desnutrición, sirven al noble objetivo de contabilizar e identificar a quienes padecen, en forma crónica o temporal, desnutrición, malnutrición, inseguridad alimentaria, o vulnerabilidad. Con ello, estamos contribuyendo activamente a la materialización de un derecho humano fundamental: el derecho a la alimentación. Una condición esencial para una actuación bien orientada y eficaz es que quienes adoptan las decisiones sepan dónde están las personas vulnerables o expuestas a la inseguridad alimentaria, la desnutrición o la malnutrición. Por lo tanto, es nuestro deber movilizar esfuerzos y recursos y valernos de la ciencia y la experiencia para llevar a cabo esta misión. En la Cumbre Mundial sobre la Alimentación: cinco años después, se demostró que los progresos en la reducción del número de personas subnutridas habían sido demasiado lentos para alcanzar el objetivo de reducirlo a la mitad en el año 2015, y que era necesario adoptar más medidas a nivel mundial, regional y nacional.

Para respaldar las medidas que adopten los gobiernos u otros responsables de la formulación de políticas se recurrirá a todos los medios disponibles que permitan determinar quiénes sufren hambre, dónde y por qué. Una información adecuada no es sólo una herramienta para los gobiernos que tienen la voluntad política de combatir el hambre y la malnutrición, sino que también puede convertirse en un instrumento de promoción muy eficaz para movilizar esa voluntad política. Por consiguiente, espero que este Simposio, además de servir a la tarea técnica de analizar las distintas metodologías de medición, contribuirá también a un objetivo político: hacer hincapié en la necesidad de adoptar medidas más amplias para combatir el hambre y la malnutrición.

Como ustedes saben, la FAO ha realizado un seguimiento de la subnutrición durante muchos años como parte de su mandato, pero este esfuerzo adquirió especial importancia después de que la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (CMA) de 1996 estableciera el objetivo de reducir a la mitad el número de personas desnutridas para el año 2015. La reducción del hambre se ha convertido también en un elemento importante de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Existe pues un mandato claro y aceptado internacionalmente de reducir de manera sustancial y sostenible el número de personas que padecen hambre, lo que hace que la vigilancia de los progresos realizados en la reducción del hambre a nivel mundial y nacional sea una parte aún más importante de nuestro mandato. La Cumbre Mundial sobre la Alimentación estableció el objetivo a nivel mundial, pero lo que hemos visto es que los progresos en la reducción del número de personas desnutridas, medidos por el indicador de la FAO, se deben en su mayor parte, si no en su totalidad, a los logros de unos pocos países, en particular, China. Utilizando ese mismo indicador, en muchos países en desarrollo se registró durante el decenio de 1990 un aumento del número de personas que padecen hambre o desnutrición. En consecuencia, a menos que todos los países se fijen la misma meta-resultado que sin duda tuvieron presente quienes aprobaron la Declaración de Roma en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación- es posible que veamos aumentar la distancia que separa a los países que triunfan y los que fracasan en el mundo.

Siempre he opinado que no podemos utilizar un único indicador del hambre, incluso si sólo queremos medir un aspecto de ella. En realidad, queremos medir diversos aspectos que incluyen la disponibilidad de alimentos, la ingesta de alimentos, el estado nutricional y los factores conexos que determinan estos distintos estados; por ello, es necesario utilizar distintos indicadores.

No puedo prever cuál será el resultado de este debate, pero espero que todos ustedes contribuirán a mejorar los métodos utilizados actualmente y propondrán otros nuevos. Al preparar esta reunión, pensamos en estructurarla con arreglo a indicadores reconocidos, en especial el que utiliza la FAO y al que tan a menudo se hace referencia en el mundo. Como bien saben, se trata de un indicador indirecto, que no se basa en observaciones de la ingestión de alimentos de la población y con respecto al cual ha habido por lo tanto divergencia de opiniones: algunos consideran que sobreestimamos la prevalencia del hambre y otros que la subestimamos. Sorprende que sean tan pocos los países que han impugnado nuestras estimaciones desde que empezamos a publicarlas por países en 1996. Algunos han criticado la estimación de la FAO, pero casi siempre se refieren a la que la FAO ha hecho para cada uno de ellos, aún cuando nunca se ha concebido como el único indicador disponible para los distintos países. Lamentablemente, muchos países aún no han emprendido la tarea de medir su situación de carencia de alimentos y desnutrición y de publicar dichos datos. Pero ese es el objetivo que persigue la iniciativa de los Sistemas de Información y Cartografía sobre la Inseguridad Alimentaria y la Vulnerabilidad (SICIAV), y me complace comprobar que también están aquí presentes muchas de las personas que participan en el Grupo de Trabajo Interinstitucional sobre los SICIAV. Tanto los donantes como los países están muy interesados en esta labor, y consideramos alentador el hecho de que tantos países en desarrollo hayan iniciado proyectos para establecer sistemas de información y obtener sus propios datos a fin de utilizarlos para formular políticas más eficaces y mejor orientadas. Las metodologías y la elección de los indicadores serán un aspecto esencial de nuestro debate y en mi opinión es muy posible que lleguemos a unas recomendaciones que sean útiles para todos los que se ocupan de cuestiones relacionadas con el hambre en el mundo, y los que se esfuerzan por reducirla.

El Simposio se ha organizado en torno a tres temas centrales. El primer día, los oradores principales abordarán los distintos métodos utilizados para medir la subnutrición, la desnutrición y la malnutrición; por la tarde, habrá sesiones de debate sobre cada método. Nuestro primer orador principal, Loganaden Naiken, ex Jefe del Servicio de Análisis Estadístico de la FAO, presentará el indicador del suministro de energía alimentaria utilizado por la FAO. A continuación, Lisa Smith, del Instituto Internacional de Investigaciones sobre Políticas Alimentarias, analizará el uso de las encuestas sobre ingresos y gastos de los hogares; Anna Ferro-Luzzi, del Instituto Italiano de Nutrición, se referirá a distintas encuestas sobre ingestión de alimentos; Prakash Shetty, de la Dirección de Nutrición de la FAO, se ocupará de las encuestas antropométricas, y Eileen Kennedy, del Instituto Internacional de Ciencias de la Vida, examinará el uso de métodos cualitativos para medir el hambre. John Mason, Profesor de la Universidad de Tulane, hará una síntesis de estos métodos y de las posibilidades de utilizarlos en forma combinada. El segundo día, se presentarán documentos de 24 investigadores que han elaborado o utilizado métodos de medición sobre el terreno. El último día estará dedicado a las organizaciones que utilizan datos sobre el hambre para llevar a cabo programas e intervenciones. Por último, tendrá lugar un debate final, en el que todos podrán participar para opinar sobre cuanto se ha dicho y dar orientaciones para el futuro.

Les reitero, pues, mi bienvenida a este Simposio, deseándoles tres días de trabajo muy fructíferos.


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