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5 LA LUCHA CONTRA LAS ENFERMEDADES EN LOS CANALES DE RIEGO

El cambio espectacular de la situación causado por la introducción de los sistemas de riego o su expansión puede acarrear consecuencias importantes para la salud humana. Expansiones rápidas de aguas de superficie, en los sistemas de canales, en los campos regados (arroz) o en los terrenos circundantes (filtraciones o encharcamientos) constituyen a menudo las condiciones ideales para la cría de insectos vectores o caracoles que son huéspedes intermedios de los parásitos. Las enfermedades resultantes son la malaria y la esquistosomiasis, que son de importancia mundial, así como la filariasis, la oncocerquiasis, la encefalitis del Japón y otros tipos de encefalitis, de difusión más limitada. Ciertos trematodos parasíticos como la opistorquiasis y la paragonimiasis son de importancia muy localizada en Tailandia, Laos y Camboya.

Los canales forman un elemento especial del hábitat general de una zona regada. De ordinario son el foco más importante para la trasmisión de la esquistosomiasis. Los caracoles acuáticos que son huéspedes intermedios de la enfermedad prosperan en esos canales, sobre todo cuando están infestados de hierbas acuáticas, y a condición de que la velocidad del agua se mantenga dentro de determinados límites. Los mosquitos anófeles, vectores de la malaria, pueden criarse también en los canales, pero ello dependerá en gran medida de las necesidades específicas de cada especie. Con frecuencia estos mosquitos se crían en canales desafectados temporalmente, en los que subsisten charcos de agua estancada. los vectores de la oncocerquiasis (Simulium spp., llamada también mosca negra) se crían exclusivamente en aguas oxigenadas de gran fluidez, y se han comunicado muy pocos casos de canales de riego con gradientes suficientemente inclinados para crear las condiciones favorables. Las otras enfermedades mencionadas no están relacionadas específicamente con los canales de riego.

El control de los vectores forma parte de los programas de control integrado de las enfermedades y tiene por finalidad interrumpir la transmisión de la enfermedad reduciendo las densidades de población de los vectores, la longevidad de éstos, o ambas cosas. En principio, pueden aplicarse cuatro métodos de control: químico, biológico, ambiental y conductista (humano). El empleo del control químico (insecticidas) como método principal es cada vez menos viable por diversas razones, la más importante de las cuales es la resistencia a los insecticidas y el elevado costo de este método. Otra consideración importante son los efectos de los insecticidas y los molusquicidas en la fauna acuática, y en particular en los peces. La gestión ambiental puede aportar una importante contribución a las actividades de control, pero exige modificationes (por ejemplo, el revestimiento de los canales) y es de alta densidad de capital, mientras que la manipulación del medio ambiente requiere un elevado presupuesto operativo que cubra los gastos recurrentes. No obstante, cuando estas medidas presentan ventajas por partida doble, deberían ser económicamente viables. La eliminación de las hierbas acuáticas de los canales responde a las necesidades sanitarias y mejora el empleo del agua de riego.

El control biológico encaminado a la promoción de especies de predadores que mantengan bajo control a las poblaciones de mosquitos y caracoles es una posibilidad que encaja muy bien con los métodos de manejo integrado de las plagas, cada vez más populares en la agricultura. No obstante, en muchas situaciones no es posible emplearlos como única medida de control. Los peces larvívoros son uno de los agentes de control biológico más importantes.

En el proyecto del canal de la orilla derecha del Mahi (MRBC), en la India, se han indicado el deficiente avenamiento y el aumento de la cubierta vegetal como causas de la proliferación de casos de Malaria (Michael, 1987). El principal vector, Anopheles culicifacies, se encuentra en los pequeños estanques formados por las filtraciones de agua, las zanjas de préstamo a lo largo de los canales, y el agua estancada en los canales y las zanjas, así como en los arrozales. En el cuadro 14 puede verse la correlación existente entre el aumento de los casos de malaria y el incremento de la superficie regada (Michael, 1987). El aumento del número de canales de riego no puede explicar por sí solo la mayor incidencia de la malaria, pero la construcción de canales tiende a ir acompañada de un mayor crecimiento de la vegetacián acuática, que a su vez proporciona un lugar adecuado de cría para los mosquitos.

En los canales de riego del plan de riego de Gezira, en el Sudán, la introducción de la especie de pez Gambusia affinis ha contribuido a la eliminación de las larvas de los mosquitos. Experimentos iniciados en 1973 indujeron al Gobierno del Sudán a introducir poblaciones de Gambusia affinis en los canales, como medio complementario de control. Sin embargo, posteriores experimentos han demostrado que la utilización de este pez como único agente de control adolece de ciertas limitaciones. La fluctuación estacional del agua en los canales causa cambios en el hábitat, que tienen efectos desfavorables para las poblaciones de esta especie (Mahmoud, 1985). Además, la brevedad de las condiciones favorables a la cría del Gambusia suponen una limitación para el crecimiento de la población, y por ende para un control eficaz.

El control del caudal con compuertas impide el desplazamiento del Gambusia a los canales de campo más pequeños, donde se encuentran las larvas de los mosquitos en mayor número (Mahmoud, 1985). Se llegó a la conclusión de que este pez, si bien constituía un medio eficaz de control en la temporada seca, no lo era tanto en el período alto de transmisión, durante la temporada de lluvias.

En Corea, la introducción del pez larvívoro nativo Aplocheilus latipes dio lugar a una reducción del 60% de los mosquitos vectores de la malaria en arrozales simulados. No obstante, la reducción no fue tan pronunciada cuando aumentó la cubierta de vegetación (macrofitas acuáticas y algas) (Yu, 1986). Convendría explorar otras estrategias de repoblación de Gambusia affinis, además de las que ya se están llevando a la práctica. En el estudio coreano, se introdujeron peces en canales mayores con una densidad de 12 000 peces por canal (aproximadamente 5 km de longitud), que parece más bien escasa. Debería investigarse la posibilidad de introducir otras especies en aguas que no sean las de procedencia del G. affinis.

El peor inconveniente de ese sistema de control biológico sigue siendo la relativa lentitud de la repoblación de los predadores (peces), después de un período de condiciones adversas. En numerosos distritos de los Estados Unidos en los que se levan a cabo programas de lucha contra los mosquitos, este inconveniente se supera manteniendo poblaciones de peces durante los meses de invierno, y liberándolas en primavera. En los países en desarrollo debería promoverse la participación de las comunidades en las operaciones destinadas a mantener poblaciones de peces durante la temporada seca, seleccionando especies de peces de interés económico. Un reciente estudio de los mosquitos de importancia medicinal relacionados con el ecosistema arrocero (Lacey y Lacey, 1990) incluye una actualización detallada de la situación de los procedimientos de control biológico con el empleo de peces.

Cuadro 13 Productividad de diversos macrofitas acuáticas (Little y Muir, 1987)
EspecieCondicionesRendimiento
t/ha/año
Referencia
Jacinto acuáticoEstanques artificialmente fertilizados75,6–191,1Yount y Crossman (1970)
  70,8Boyd (1976)
 Fertilizados con aguas servidas219–657Wolverton y McDonald (1979)
 Cultivados en los canales de riego de China400–750Coche (1980)
Lentejas de aguapromedio en condiciones tropicales22,1Edwards (1980)
Lemna, Wolffia AzollaCultivadas en los canales de riego de China150–187Coche (1980)
Cuadro 14 Incidencia de la malaria extensión gradual del potencial de riego en la India (1960-78) (Michael, 1987)
Año potencialIncidendia de la
malaria (millones)
Superficie bruta de
riego (millones de
hectáreas)
1960-29,05
19650,1033,53
19680,2737,10
19731,9344,20
19774,7451,37
19784,1454,00

Se considera que la esquistosomiasis afecta a bastante más de 200 millones de personas en Asia, Africa, el Caribe y América Latina (Donmenge et al., 1987). Su difusión se produce mediante la contaminación fecal de las aguas vertidas, a menudo en canales de las zonas de riego. No existe una profilaxis, pero el medicamento Prazignantel es eficaz con una sola dosis, aunque su precio es elevado.

Los caracoles acuáticos Bulinus spp. y Biomphalaria spp. son los principales huéspedes intermedios del Schistosoma haematobium y el Schistosoma mansoni, respectivamente. Estos caracoles habitan en aguas de caudal lento, en canales de extensa cubierta vegetal (Redding-Coates y Coates, 1981; Wolff, 1988; Brabeen y Bolton, 1988; Sadek, 1988).

Tanto en el plan de riego de Gezira, en Sudán, como en el sistema de riego del Chad meridional, en Nigeria, se han encontrado caracoles vectores en la vegetación acuática de los canales de campo y de distribución, de caudal más lento (Betterton, 1984). En muchos sectores donde se ha registrado una extensión de la red de riego, ha aumentado también la transmisión de esquitosomiasis. Se estima que el 90% de la población que vive en la zona del plan de riego de Gazira puede haber contraído la enfermedad en el curso de su vida (Redding Coates y Coates, 1981). En China, el aumento del número de canales de riego puede muy bien haber dado lugar a una mayor incidencia de la esquistosomiasis, observada en la provincia de Jiangsu y en otras zonas de regadío (Dakang, 1987).

En Nigeria se ha establecido una relación entre los caracoles y plantas tales como la Thpya, Phragmites, Ipomoea en los canales mayores, y Pistia stratiotes, Cyperus spp. y Utricularia inflexa en los canales de campo. Betterton (1984) encontró cuatro especies de bulinidos y un caracol biomfalario en el sistema de riego de Nigeria. En Africa occidental, las especies Bulinus rohlfsi, B. globosus y B. senegalensis son huéspedes conocidos del Schistosoma haematobium. Estas especies se encontraron principalmente en los canales superficiales de revestimiento arcilloso, con abundante vegetación acuática en aguas de lento desplazamiento (Betterton, 1984).

Los caracoles prefieren un hábitat donde los caudales sean lentos y las plantas acuáticas abundantes, condiciones que se encuentran en la mayor parte de canales de campo y de distribución (Betterton, 1984; Redding-Coates y Coates, 1982). El medio más efectivo de combatir este problema sería destruir el hábitat, es decir las plantas acuáticas, o bien eliminar directamente los caracoles. Los métodos de control de plantas acuáticas mediante la utilización de diversas especies de peces se examinan en la sección 4.

No se han efectuado muchos estudios sobre la eliminación de los caracoles mediante peces moluscívoros. En 1975, se capturaron 20 especies de percas derovadoras de caracoles, de las cuales sólo se ha descrito el 50%. Esta operación dio lugar a un reciente estudio sobre el empleo de las especies Astatoreochromis Allaudi, Haplochromis ishmaeli y Macropleurodis bicoloras como agentes de control de los caracoles en los canales de riego del sistema de riego del río Benouie, en el Camerún (FFI, 1988).

En Africa se conocen otras especies de peces malacófagos como las Synodontis sp., Clarias sp., Haplochromis mellaudi y Chrysichtys mabusi (Bont y Hers, 1952). A pesar de esto, el control de los caracoles hospedantes sigue siendo un problema, especialmente en las zonas de densa vegetación. Experimentos realizados en los embalses de la parte occidental de Kenya, consistentes en la utilización de la especie A. allaudi para controlar diversas especies de caracoles, han tenido un cierto éxtico. Sin embargo, esta especie fue menos eficaz en la eliminación de caracoles en los lugares de densa vegetación (McMahon et al., 1987). Coates (1984), informó de la presencia de caracoles en el contenido intestinal de especies de bagres en el sistema de riego de Gezira, en el Sudán, y la presencia en los canales de especies de peces moluscívoros (Tetraodon sp.), en reducido número.

Si bien existe un considerable potencial para contribuir a la lucha contra numerosas enfermedades de origen acuático, mediante la introducción de las especies adecuadas de peces en los canales de riego, hasta ahora las deficientes estrategias de gestión han limitado su eficacia. El principal problema consiste en encontrar un enfoque adecuadamente integrado. Ello requeriría la cooperación de los ingenieros, los especialistas en sanidad pública, los administradores y los expertos financieros en las fases iniciales del proyecto. El control biológico con diversas especies de peces podría constituir una solución adecuada, ya que en los diversos sectores se han obtenido resultados alentadores.


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